Editorial
El estrés de la Justicia
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En los últimos tiempos asistimos a una progresiva movilización de los agricultores y ganaderos españoles, algo que irá a más en los próximos tiempos, ya que las principales organizaciones agrarias, Asaja, COAG y UPA, han preparado un amplio calendario de manifestaciones para poner de relieve el profundo malestar que existe en el campo. El Gobierno de las izquierdas tendrá que afrontar su primera gran movilización social, que ya ha dado imágenes inquietantes como las cargas policiales en Don Benito (Badajoz) o el corte de carreteras en Jaén. No estamos, como se han apresurado algunos a denunciar, ante una "revuelta de privilegiados". El campo español y andaluz, pese al tópico latifundista, está lleno de pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias que son la espina dorsal de un sector de gran importancia, no sólo económica, sino también antropológica y paisajística. De hecho, la UE siempre ha tenido claro que una Europa sin agricultura sería una auténtica catástrofe para el continente.
¿Por qué se moviliza el campo? En los últimos tiempos el sector está asistiendo a un progresivo e imparable deterioro que lo está colocando en el filo del abismo. El primer gran problema es un mercado dominado por las grandes distribuidoras que cada vez ofrece menos por sus productos, mientras no paran de encarecerse los costes de producción. En este sentido, el último gran varapalo ha sido la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que hará difícilmente viables muchas de las pequeñas empresas agropecuarias. El temor aumenta si se tiene en cuenta que, en la próxima reforma de la Política Agraria Común, todo indica que se recortarán aún más las ayudas de la UE al campo español. Precisamente, son estas subvenciones las que permiten que muchas de estas explotaciones puedan sobrevivir en un escenario cada vez más negativo. La guerra comercial con EEUU por las ayudas a Airbus, que han supuesto un endurecimiento de los aranceles para muchos productos agrarios, es otra de las causas del descontento generalizado.
Pero no todo es economía. En el campo español y andaluz cada vez se detecta un mayor malestar por la incomprensión de la clase política (por lo general urbana y universitaria) a sus modos de vida y costumbres. La oposición a la caza (en los últimos tiempos se ha llegado a legislar en contra en algunas comunidades) es un ejemplo claro de incomprensión de una actividad que no sólo genera riqueza en el agro, sino que, sobre todo, es una de sus principales fuentes de ocio y sociabilidad.
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