Editorial
La añoranza del consenso
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El último barómetro de la Fundación Centro de Estudios Andaluces, dependiente de la Consejería de Presidencia, otorga una victoria clara al PP si, en estos momentos, se realizasen unas elecciones autonómicas. Según esta encuesta, los populares obtendrían una ventaja de 7,7 puntos respecto al PSOE. Es decir, Juanma Moreno sacaría el 31,2% de los votos frente al 23,5% que lograrían los socialistas. En principio, no tenemos por qué dudar de la veracidad de estos resultados, pero los ciudadanos se preguntan qué sentido tiene que se gaste dinero público en unas encuestas que, casi siempre, sirven para apuntalar al partido político en el poder, que al fin y al cabo es el que maneja la herramienta demoscópica. No es un problema exclusivamente andaluz, en los últimos tiempos hemos visto cómo el barómetro electoral que suele hacer el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dirigido por el socialista José Félix Tezanos, se ha convertido en una excusa para la continua bronca política a nivel nacional. Y no es para menos. Cada vez crece más la sospecha de que el Gobierno de Pedro Sánchez usa esta encuesta sufragada con el dinero de todos los españoles para sus intereses políticos. ¿No hay otros asuntos más beneficiosos para las sociedades española y andaluza a los que dedicar los recursos materiales y humanos que se destinan a los baremos tanto del Gobierno central como de la Junta? Al fin y al cabo, el sector privado ya cubre esta demanda social y mediática de saber por dónde anda la intención de voto de los ciudadanos. En general, nos gastamos un dinero, que no sobra en las administraciones, en generar una información sociológica que en nada sirve para mejorar la gobernación del país o la autonomía y que, además, no cuenta con la credibilidad ni de los ciudadanos ni de los medios de comunicación. Por tanto, bien harían los gestores públicos en aprovechar mejor los recursos de que disponen y en no malgastarlos en iniciativas que sólo buscan algún tipo de ventaja para el partido en el poder de turno.
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