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La socialdemocracia ha dejado en segundo plano la justicia social y, además, en España se han priorizado las políticas identitarias en detrimento de las de igualdad por el papel que juegan los socios del Gobierno, que “no es que las releguen, es que no las entienden”. Este es el sombrío panorama que traza Felipe González en la entrevista que publicó el domingo este periódico. González, a sus 82 años, sigue siendo una referencia fundamental en el socialismo europeo y mantiene una autoridad moral y una claridad de criterio que se impone a las desautorizaciones implícitas, y algunas veces explícitas, que ahora tiene que soportar de la dirección de su partido. En la conversación, hecha a caballo del 50 aniversario del congreso del PSOE que en Suresnes forjó un liderazgo fundamental para la consolidación de la democracia y del que va a celebrar el partido este fin de semana en Sevilla, González lanza planteamientos que no deberían caer en saco roto. Según el veterano dirigente, su partido ha perdido el foco y la conexión con la realidad, lo que lo ha llevado a retroceder y dejar de ser alternativa en una parte muy importante del territorio. En este panorama destaca Andalucía, donde los socialistas, según González, no son la tercera fuerza política porque no hay segunda. Pero esta crisis de identidad no es un problema que se circunscriba a España. En un contexto internacional con profundas crisis abiertas, la socialdemocracia ha dejado de garantizar políticas que den tranquilidad a una amplia mayoría social. Este es el campo abonado para que surjan los extremismos, como ha ocurrido en diversos países europeos y en Estados Unidos. González apunta una idea que ha mantenido desde que llegó al poder en 1982: las elecciones se ganan en el centro y es esa la posición que se ha dejado arrebatar el socialismo. El PSOE celebra el fin de semana un congreso del que Pedro Sánchez va a salir indiscutido y reforzado. Pero los problemas que tienen al PSOE en una situación de crisis permanente no se van a encauzar si el partido no recupera ese “foco” que reivindica González.
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