
La tribuna
Javier González-Cotta
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Con motivo de la entrada del nuevo milenio, año 2000, Su Santidad el Papa San Juan Pablo II convocó un Jubileo para conmemorar el nacimiento del cristianismo. En este deseo de Su Santidad en esa convocatoria se invitó a la Iglesia a realizar la celebración del fin del segundo milenio e iniciar la Celebración del significado del Nacimiento de Jesús.
El Jubileo del año 2000 fue un acontecimiento en la Iglesia Católica y fue una celebración por la misericordia de Dios y el perdón de los pecados. La principal innovación de este Jubileo fue la adición de muchos ‘jubileos particulares’, celebrados simultáneamente en otras partes del mundo.
Nuestra iglesia local no iba a ser menos y para ello nuestro querido y recordado obispo Don Rafael Bellido Caro, también nos convocó a los cristianos, especialmente a los cofrades, a conmemorar este gran acontecimiento de los 2000 años del nacimiento de Cristo.
El consejo directivo de la Unión de Hermandades, de lo que me honro en pertenecer en aquella época aparte de dos anteriores, recogió este deseo de nuestro obispo y acordó conmemorar especialmente este magno acontecimiento.
Para ello, tras intensos y largos debates se decidió hacer y organizar una ‘Procesión Magna’ en la que se pudiese contemplar los misterios de la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo de manera ordenada, desde la entrada de Cristo en Jerusalén hasta la soledad de la Santísima Virgen después de la muerte del Salvador y se le diese la importancia de la vida de Jesucristo para la humanidad.
En este año, concretamente el 22 del próximo abril, cumplimos 25 años de este gran acontecimiento, que denominamos como ‘Procesión Magna’ y que fuese algo que se recordara con el paso del tiempo como algo hecho por los cofrades jerezanos, no sólo para los cristianos sino para toda la ciudad.
El organizarlo no fue nada fácil, todo lo contrario, porque hubo que saltar muchas barreras y muros para llevarse a cabo este intenso trabajo de los que componíamos el consejo en aquellos años, tras muchos meses de preparación, estudio debate y organización para que todo saliese como esperábamos todos.
La primera presentación de este magno acontecimiento no tuvo una gran acogida y tuvimos que explicarlo con todo tipo de detalles para convencer y que todos los acogieran como algo propio porque había algunos que dudaban de nuestra preparación para llevar a cabo este extraordinario acto cristiano.
A medida que pasaba el tiempo las hermandades lo acogieron como algo propio y pusieron todo de su parte para que se pudiese conmemorar, con la importancia que requería, estos 2.000 años del principio del Cristianismo.
Los que pudieron contemplar este gran acontecimiento cofrade, seguro que tendrán un recuerdo imborrable de aquella Procesión Magna que además se vio rodeado por las inclemencias del tiempo que, hasta última hora, se puedo celebrar gracias a la intervención de Dios, que Él, no me cabe ninguna duda, quiso que se conmemora de esta manera lo que se pretendía y saliera todo tan bien en todos los aspectos.
Quiero con estas líneas felicitar y revindicar a todos los compañeros con los que tuve el honor de compartir todo el trabajo y el esfuerzo dedicado para lograr este hecho histórico en nuestra ciudad, teniendo además un recuerdo especial a los fallecidos y que ya gozan de la presencia del Dios y de su Santísima Madre la Virgen María.
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