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La OTAN celebró su última cumbre en Madrid del 28 al 30 de junio. El fruto más importante de la cumbre es haber lanzado el Concepto Estratégico de Madrid, que sirve de guía de acción para la organización en la próxima década. Ese documento señala que la República Popular China constituye un reto sistémico a los intereses y valores de la OTAN. Es la primera vez que el Concepto Estratégico de la OTAN identifica su posición hacia China.
¿De veras el ascenso pacífico de China merece una preocupación tan grande de la OTAN? Al conocer los hechos de abajo, seguramente la respuesta será no.
China es una nación con una civilización milenaria y siempre aprecia y aspira a la paz, pese a las diferencias que tiene con otros países. China ha persistido en el camino de un desarrollo pacífico y se ha comprometido con un nuevo tipo de relación internacional basada en el respeto mutuo, la equidad y la justicia, la cooperación de ganar y ganar, con el objetivo de construir una comunidad de destino compartido. China defiende el sistema internacional que tiene a la ONU como su núcleo y el orden mundial asentado en el derecho internacional. China practica un multilateralismo de verdad y se opone al unilateralismo, el proteccionismo, la hegemonía y la política de fuerza. China aplica una política de defensa nacional de carácter defensivo y jamás buscará la hegemonía, la expansión territorial ni su propia esfera de influencia. China ha participado activamente en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU, siendo el miembro del Consejo de Seguridad que ha enviado el mayor número de efectivos de cascos azules. China, con el ingenioso concepto de Un país, dos sistemas, logró recuperar su soberanía en Hong Kong y Macau y mantener la prosperidad y estabilidad en los dos lugares. De esta manera ha sentado un excelente ejemplo para solucionar los problemas históricos entre naciones legados en la historia. China defiende firmemente la soberanía estatal y la integridad territorial. Jamás permitirá la separación de Taiwán del territorio chino y rechaza las injerencias extranjeras en la cuestión de Taiwán. Se trata de un derecho legítimo y una reivindicación justa de China y no constituye un desafío para ningún país o grupo político.
En las cuatro décadas pasadas, gracias a la implementación de la política de reforma y apertura, China se ha venido adhiriendo a la globalización económica y ahora es la segunda economía más grande del mundo y ha logrado cumplir la meta de alcanzar una sociedad modestamente acomodada. China también ha hecho importantes contribuciones al desarrollo de la economía mundial y la mejora de condición de vida de las diversas poblaciones. A partir de 2006, China ha sido el motor más importante de la economía mundial con una tasa de aportación superior al 30%. Actualmente, China es el socio comercial número uno de la UE. Los intercambios comerciales con China y las inversiones de China en la región han creado millones de empleos en Europa. En el marco de la iniciativa La Franja y la Ruta, China y otros países participantes han llevado a cabo un número importante de proyectos de cooperación con miras a promover la prosperidad económica y el mejoramiento de la vida, los cuales han dado resultados tangibles y ha encontrado el apoyo de los pueblos.
Desde el brote sorpresivo de la pandemia Covid-19 en 2020, China ha puesto siempre en primer lugar la vida de su gente y ha realizado una campaña de prevención y curación científica y precisa. Gracias a ello, China ha sido el primero en detener la expansión del virus, renovar las actividades productivas y recuperar el desarrollo económico y social. Con un alto espíritu humanitario, China ha ofrecido más de 2.100 millones de dosis de vacunas a más de 120 países y organizaciones internacionales, el número uno en el mundo.
Los hechos dejan claro que China siempre es el constructor y el defensor de la paz mundial y que su progreso redundará en favor de la paz y la prosperidad del planeta. Sin embargo, algunos políticos norteamericanos, a partir de la obsesión de marcar líneas ideológicas y de la mentalidad de Guerra Fría, han venido vendiendo sin escrúpulos el concepto de la llamada Amenaza china y están empujando la OTAN a armar un cerco hacia China, con la intención de frenar el avance de China y conservar su status hegemónico en el mundo. Ahora, el reto más apremiante de la OTAN es persuadir a Rusia y Ucrania a cesar el fuego cuanto antes, recuperar la paz en Europa y pensar en una coexistencia pacífica con Rusia. A la OTAN le conviene arreglar con prioridad sus propios líos presentes y no meterse donde no le llaman. Es un error ridículo que la OTAN considere China como un reto sistémico, lo cual es muy negativo para la paz y el desarrollo de nuestro mundo.
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