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Uno. El Debate sobre el estado de la Nación celebrado días pasados sorprendió a la oposición y a los medios de comunicación. Pero después de la derrota del PSOE en las elecciones en Andalucía y de los problemas sociales provocados por el aumento de precios de alimentos y de la energía, era una ingenuidad pensar que el Gobierno no iba a reaccionar. La intervención del presidente del Gobierno cogió a la oposición sin capacidad de respuesta. Nada hay más importante en política que tomar y tener la iniciativa. Es lo que ha hecho el presidente ante el desconcierto de muchos.
2. En el debate, el PP utilizó, una vez más, a ETA y a sus víctimas contra el Gobierno. No creo que resucitar a ETA en el debate sea lo que más preocupa a ciudadanos angustiados por la situación económica y la guerra. Hace diez años que la democracia venció a ETA; eliminado el terrorismo las organizaciones políticas que apoyaron a ETA están, como exigíamos, en el Congreso y las instituciones democráticas representando a una parte de los ciudadanos vascos. Conviene que el PP lo entienda de una vez.
3. Las medidas sociales y fiscales propuestas por el presidente se califican como "radicales", "giro a la izquierda" o como la "podemizacion" del Gobierno. Pero el último programa electoral del PSOE y el acuerdo de Gobierno con Podemos nos lleva a la conclusión de que las medidas presentadas son medidas socialdemócratas de respuesta a una situación económica y social y no muy diferentes a las avaladas por los partidos socialdemócratas. La crisis del 2008, la pandemia y ahora los efectos de la guerra en Ucrania han aumentado las desigualdades sociales. Combatir la desigualdad es siempre el objetivo que legitima a la socialdemocracia.
4. Muchos ciudadanos se preguntarán si la intervención de la portavoz del PP en el debate era un discurso compatible con la "moderación" que predica el PP. La "moderación" se ha convertido en un término clave en los discursos del PP y hay que reconocer que a la vista de algunas encuestas y de los resultados en Andalucía le da buenos dividendos electorales. Es cierto que determinados dirigentes de PP no insultan ni hacen descalificaciones personales (otros se encargan de hacerlo); pero su imagen de moderación contrasta con la política que practican: ¿es moderación no pactar la renovación del CGPJ como establecen las leyes?, ¿ es moderación utilizar a ETA y a sus víctimas para desgastar al Gobierno?, ¿es moderación no apoyar medidas sociales dirigidas a reducir la desigualdad?, ¿ es moderación pactar con la extrema derecha o estar dispuesta a gobernar cono ella? La moderación no es solo imagen y propaganda.
5. Es evidente que el PP ha pasado de la no aceptabilidad de colaborar con la extrema derecha a una estrategia dirigida a lo que Cas Mudde llama la "normalización" y "desmarginación" de aquella para que sea aceptable como socio de gobiernos de coalición. Vox ha tenido poder para influir en la agenda política de los gobiernos de autonomías como Murcia, Madrid y Andalucía. Pero facilitar la colaboración entre la derecha democrática y la extrema derecha no es la mejor vía para reforzar la democracia y las libertades.
6. Se ha abierto el debate sobre la propuesta del Gobierno de aumentar gradualmente el gasto militar hasta llegar al 2% (ahora esta en el 1,03%) en el 2029. Creo que el gasto militar es el que menos gusta a los ciudadanos de los países democráticos. Pienso en los ciudadanos de Suecia y Finlandia que han abandonado su neutralidad para entrar en la OTAN, pero la seguridad y defensa de un país es un bien social que hay que garantizar. Hoy no podemos dar por sentado que España y el resto de la UE no sean un territorio amenazado no solo por la ambición de Putin sino también por al terrorismo internacional, el ciberterrorismo y las armas de destrucción masiva. Una encuesta del Instituto Elcano señala que la mayoría de los españoles temen por la seguridad de su país y hacen una reflexión positiva sobre el aumento el gasto militar. La seguridad de un país es una responsabilidad de todos. Por ello el aumento del gasto militar exige un "acuerdo de Estado" que comprometa a todos. En el momento presente la paz y la seguridad exigen consenso, diplomacia, negociación pero también fortaleza.
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