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Según la Constitución, los partidos políticos, instrumento fundamental para la participación política, expresan el pluralismo político. Interesa, pues, examinar hasta qué punto se satisface ese criterio. ¿Aparecen en el mapa político todas las opciones racionalmente concebibles en España? Mi respuesta es negativa.
Por un lado, existen toda una serie de partidos cuya presencia se limita a sus comunidades autónomas, que ellos suelen concebir como naciones distintas de España. Tales son partidos como Izquierda Republicana de Cataluña, Juntos por Cataluña, Partido Nacionalista Vasco, Reunirse (Bildu), Bloque Nacionalista Gallego, Compromiso, etc. Su ideario común es el separatismo y en la etapa actual, tras la intentona de 2017 en Cataluña, están empeñados en reducir al mínimo el uso de la lengua castellana en sus territorios, sin perjuicio de seguir exprimiendo todo lo posible el erario común español en su exclusivo beneficio.
Por otro lado, están los partidos plurinacionalistas, que tienen presencia en la mayor parte de España, excepto normalmente en Cataluña. Históricamente eran el PSOE y el PCE, sustituidos respectivamente en Cataluña por el PSC y el PSUC. Bajo la presidencia de Sánchez ese enfoque plurinacional de España se ha exacerbado, lo que ha facilitado sus pactos con los separatistas. En buena medida, la línea actual del PSOE viene marcada por el PSC, que ha eliminado de sus estatutos la autodeterminación, pero sigue practicando una política muy similar a la de los separatistas. De hecho, es previsible que el PSC acabe formando un gobierno de coalición autonómico con IRC o con Juntos, remedo a pequeña escala del acuerdo para sustentar al actual gobierno español. En cuanto al PCE primero se enmascaró en las siglas IU y ahora forma parte del proyecto Sumar que, encabezado por Yolanda Díaz, exhibe un nítido carácter plurinacionalista, autodeterminación incluida. En este ámbito también se mueve Podemos. Recién traicionado por Yolanda, se ve abocado a presentarse en solitario a las próximas elecciones, sin abandonar por ello su ideario plurinacionalista.
En resumen, todos los partidos plurinacionalistas se enmarcan, en mayor o menor medida, en lo que podríamos llamar la izquierda española, pese a que detesten ese calificativo. Recíprocamente, no hay ningún partido en la izquierda española que no sea plurinacionalista. Hay, pues, una relación biunívoca entre izquierdismo y plurinacionalismo: ser de izquierdas implica ahora ser plurinacionalista y ser plurinacionalista implica ser de izquierdas (los separatistas solo se interesan en sus propios territorios, no en el conjunto de España). En la otra orilla, por emplear la vieja expresión de Julio Anguita, se encuentran los partidos españolistas, que piensan que España es una única nación. Con una cierta diversidad interna cultural, pero una única nación, tal como se recogieron los constituyentes. Tales son PP y Vox. Es innegable que esos partidos se enmarcan en lo que podríamos llamar la derecha española, calificativo que asumen gustosamente.
¿No hay ningún plurinacionalismo de derechas? Pues no, ya que el Partido Reformista de Roca Junyent fracasó en las urnas. Al parecer, hay una ley de hierro que vincula al plurinacionalismo con la izquierda y al españolismo con la derecha, estando condenadas al declive las opciones plurinacionales de derechas.
Más dudoso es el caso de Ciudadanos. No porque no sea españolista, sino porque nunca ha tenido claro en qué lugar del eje izquierda-derecha situarse. En su inicio convivía en su seno un sector socialdemócrata con uno liberal; luego pactaron con el PP en las autonomías; después, coaligados con el PSOE y con Podemos, plantearon varias mociones de censura a sus propios gobiernos de coalición con el PP; ahora Edmundo Bal se inclina por la socialdemocracia y Arrimadas por el liberalismo. Una madeja difícil de desenmarañar. Probablemente se esfume en las próximas elecciones y así desparecerá la más reciente formación españolista que podría haber sido de izquierdas.
Queda abierta, por tanto, la posibilidad de fundar algún partido españolista de izquierdas. Y esa es la novedosa oferta que prepara Jacobinos. Si cuajase, el pluralismo político español se vería enriquecido por un partido de izquierda españolista. El intento de un sector de la extinta Federación Progresista de ofrecer una opción de esas características fracasó ante el empuje de su sector plurinacionalista y también fracasó el proyecto de Rosa Díez, absorbido por Ciudadanos. Sin embargo, sería apasionante poder ofrecer a muchos votantes de Podemos, Sumar, PSOE e incluso Vox un partido que defienda los intereses de los trabajadores y se oponga a esa continua fuente de desigualdad social que representa el egoísmo de los separatistas y de ciertos sectores de la izquierda plurinacionalista. Conviene enfatizar que las desigualdades territoriales contribuyen de forma notable a la desigualdad social en España. En consecuencia, quizás quepa en el mapa político la oferta de una España igualitaria y progresista. En contra de lo imaginado, Page y Lambán no la representan por hallarse inmersos en un partido plurinacionalista. ¿Vendrá, tras Ciudadanos, Jacobinos?
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