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Las tecnologías disruptivas permiten augurar un futuro de grandes cambios y también de grandes posibilidades para el emprendimiento. Esas oportunidades son especialmente prometedoras, y prioritarias, para los entornos rurales, donde la sociedad digital representa un contexto muy favorable en el desarrollo de nuevos proyectos empresariales. En SAFA estamos convencidos de ello. Por eso, tratamos de fomentar las vocaciones emprendedoras en nuestros cerca de treinta centros educativos repartidos entre las ocho provincias de Andalucía. Estas son algunas claves que manejamos para ese objetivo.
Desde pequeños. Hace más de dos décadas que algunos de nuestros centros empezaron con los programas de emprendimiento en Bachillerato y FP. Sin embargo, la experiencia inicial no fue del todo satisfactoria. Nos dimos cuenta de que hay que empezar mucho antes: desde Secundaria, e incluso desde Primaria, aun cuando los proyectos en los que piensen los niños sean sueños irrealizables. No pasa nada. Lo importante es que adquieran la capacidad de pensar en problemas y cómo podrían solucionarse. Tradicionalmente, la imaginación ha sido muy penalizada en el sistema educativo, dificultando así la posibilidad de pensar en que la realidad puede ser transformada. Se hace necesario fomentar el pensamiento creativo y la fantasía para ello. Y en nuestros centros lo intentamos hacer desde edades muy tempranas, aunque los proyectos resultantes sean "camas atrapapesadillas" o "zapatillas deportivas para que los abuelos puedan correr". Acostumbrados a pensar imaginativamente, cuando el niño madura, esas fantasías imposibles se convierten en brillantes ideas empresariales. Los proyectos de emprendimiento premiados a nuestros alumnos de ESO o FP no serían posibles sin los maravillosos sueños que nacen siendo más pequeños.
Implicar a los padres. Además de ser un enfoque transversal asumido por todo el claustro, es muy importante comprometer a los padres, de forma que compartan con sus hijos el entusiasmo por sus proyectos de emprendimiento. Es preciso que los padres reconozcan a sus hijos la dedicación de tiempo en actividades extraescolares. Ese tiempo es un tiempo tan óptimamente empleado como el dedicado a preparar un examen. Nuestra experiencia demuestra, además, que los esfuerzos en uno no van en detrimento del otro sino todo lo contrario: el alumno que se motiva para emprender mejora sus resultados académicos.
Huella social. Lo mejor de interesar a niños y jóvenes por el emprendimiento es que siempre llega de la mano de proyectos con una gran huella social. Lo que motiva a la inmensa mayoría de los jóvenes no es ganar dinero. Para desmentir los tópicos que habitualmente se asocian a la figura del empresario (la caricatura del hombre o mujer de negocios solo interesado por el dinero), no hay nada más instructivo que ver a los jóvenes pensar de forma emprendedora. El último proyecto premiado a nuestras alumnas de 2º de Bachillerato de Écija plantea el uso de drones para ayudar a la agricultura en época de sequía. Y así son todas o casi todas las ideas que nuestros alumnos nos presentan. Proyectos sostenibles para avanzar en la descarbonización, proyectos para la inclusión digital de las personas mayores… proyectos, en suma, con una clara vocación de servicio.
Visibilidad. Aunque el emprendimiento, como el saber, se acaba convirtiendo con el tiempo en un premio en sí mismo, en estas edades resulta muy interesante que los alumnos vean que su esfuerzo tiene un reconocimiento externo. Por eso, entre otras cosas, estimulamos a que nuestros estudiantes se presenten a premios. Igualmente, tratamos de vincular este fomento de la cultura emprendedora con las iniciativas que instituciones públicas y privadas promueven en esta dirección. La posibilidad de participar en programas con alumnos de otros centros, la percepción de que emprender tiene reconocimiento social, y de que las más altas instituciones del Estado se interesan por esta iniciativa, es un estímulo incomparable.
Colaboración con empresas. El acceso a las empresas y a los empresarios y directivos del entorno resulta, asimismo, enormemente estimulante para los alumnos. Darles la oportunidad de que escuchen a empresarios que fueron estudiantes como ellos, quizás de su mismo colegio, y que un día tuvieron una idea de negocio y decidieron ponerla en marcha, es concederles la oportunidad de abrir su mente y es clave en nuestros centros.
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