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Nunca antes nos habíamos enfrentado, al mismo tiempo, a tantas crisis humanitarias críticas para la supervivencia de los niños y las niñas en el mundo. La guerra en Ucrania, el conflicto en Gaza e Israel o la violencia creciente en Sudán, por citar alguna de las más recientes, a las que se suman catástrofes naturales como los sucesivos terremotos de Marruecos, Siria y Turquía, Afganistán o Nepal, las devastadoras inundaciones en Libia o el ciclón en Vanuatu, entre otros desastres.
El número de niños y niñas que cruzan fronteras ya sea no acompañados o con sus familias, ha alcanzado cifras nunca vistas. Lo presenciamos día a día en las costas de Canarias, donde los registros de llegadas han superado los máximos históricos. En total, cerca de 37 millones de niños y niñas en todo el mundo están desplazados de sus hogares debido a las crisis en cascada. Un flujo de desplazados que, a nivel global, no se veía desde la Segunda Guerra Mundial.
Si el año pasado lanzábamos desde Unicef un SOS para prestar ayuda de emergencia a 110 millones de niños y niñas en 155 países durante todo 2023, estas cifras pronto serán superadas cuando, en diciembre, publiquemos nuestro informe anual de emergencias humanitarias para la infancia.
Las necesidades de los niños y niñas, especialmente los más vulnerables, siguen aumentando por una combinación fatal de conflictos, crisis migratorias, aumento de precios de productos básicos, brotes de enfermedades y tasas cada vez más elevadas de desnutrición. A este contexto de policrisis se suma el cambio climático, que tiene ya efectos devastadores en muchas partes del planeta. También en España, donde casi el 80% de los niños y niñas están actualmente expuestos a olas de calor de alta frecuencia, una cifra significativamente más alta que la media mundial del 24%.
Todo junto constituye una tormenta perfecta que afecta a la frecuencia, la intensidad y la duración de las situaciones de emergencia. Mientras, el sobrecargado sistema humanitario está luchando por responder a la enorme magnitud de estas crisis sin precedentes. En Unicef nunca hemos permanecido impasibles ante las amenazas para la supervivencia y el desarrollo de los niños y las niñas. No actuar tendría consecuencias devastadoras para ellos.
Ahora, más que nunca, es fundamental que Unicef y sus aliados cuenten con el apoyo adecuado, para que cada niño y niña que vive una situación de emergencia tenga la ayuda y la protección necesarias para salvar su vida y, a medio y largo plazo, tener esperanza de un futuro en el que desarrollar todo su potencial.
No cesamos en nuestro empeño de reclamar insistentemente un cese de las hostilidades y el respeto al derecho internacional humanitario allí donde se está produciendo un conflicto: las escuelas, los hospitales, la infancia, ¡no son un objetivo! Exijamos, juntos, que la ayuda de emergencia pueda llegar allí donde es necesaria, trabajemos para reducir el impacto del cambio climático, impulsemos un mundo más justo y equitativo, con mejores oportunidades para los niños y las niñas. Ellos no pueden esperar.
La experiencia nos demuestra que, cuando trabajamos juntos, llegamos antes y más lejos, sea cual sea el reto. Hemos reducido la tasa de mortalidad infantil a menos de la mitad desde 1990. Solo el año pasado dimos respuesta a 442 crisis humanitarias en 128 países, vacunamos a casi la mitad de los niños y niñas del mundo o proporcionamos tratamiento contra la desnutrición a más de 356 millones de niños y niñas menores de 5 años.
Mientras atendemos emergencias devastadoras para la infancia en muchos puntos del planeta, no nos olvidamos de los niños y niñas que tenemos más cerca. En Andalucía actuamos para disminuir las tasas de pobreza y exclusión social de la infancia, que alcanzan el 43,3% (según umbral nacional) y merman las oportunidades de alrededor de
670.000 niños y niñas andaluces menores de 18 años. También trabajamos en la protección de nuestra infancia frente a todas las formas de violencia en cualquier ámbito, impulsamos propuestas para atender mejor la salud mental y el bienestar emocional de nuestros niños, niñas y adolescentes, promovemos su participación activa en la vida de sus municipios y recabamos su opinión en informes y estudios para que su voz sea tenida en cuenta, especialmente en aquellos asuntos que les afectan.
La infancia necesita que actuemos, su momento es ahora. Más allá del Día Mundial de la Infancia, nosotros lo seguiremos haciendo sin descanso. Contamos con vuestro apoyo.
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