Manuel J. Lombardo

Ocurrencias de ministro

La tribuna

9049952 2024-10-15
Ocurrencias de ministro

15 de octubre 2024 - 03:03

Lo anunciaba hace algunas semanas y lo concretaba un poco más hace unos días en una entrevista radiofónica en la SER, dónde si no: el Ministro de Cultura Ernest Urtasun quiere llevar a los niños y niñas de España a los cines para fomentar entre ellos “la cultura cinéfila”, hacerlo en horario escolar, poniendo el autobús y el bollycao y “preparando la película” y su posterior “discusión” en clase para que la cosa no se quede en la mera excursión recreativa. La idea, al parecer, se la sugirió el cineasta Pablo Berger, y claro, qué mejor manera de agradecérselo que empezar la experiencia piloto llevando a los chavales a ver Robot Dreams, que enseña muchos y buenos valores y, en palabras literales del ministro, “ha ganado muchos premios e incluso ha estado nominada al Oscar”.

A un servidor esta idea le parece más bien una ocurrencia, otro golpe de efecto más, un brindis al sol después de sucesivas meteduras de pata y ridículos varios (la descolonización de los museos estatales en aras del arrepentimiento histórico retroactivo, la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia, el reciente desplante a un elegantísimo Juli) que dejan en evidencia a un político sectario y poco conciliador bajo formas suaves que está en el cargo no tanto por su currículum en el sector, que es ninguno que se sepa, sino más bien, como sí se deduce bien, por la cuota que le corresponde a su partido, Sumar, en el inevitable reparto de carteras necesarias para mantener a Sánchez en el Gobierno. Y bueno, no está de más recordar también que, con o sin Turismo y Deporte a su lado, la cartera en cuestión no ha sido precisamente la más cuidada, vistosa y efectiva de las últimas legislaturas.

La cosa es que Urtasun dice inspirarse en el ejemplo francés, que desde los días de Jack Lang ha tenido siempre al cine como elemento esencial de una educación que refuerce su ya de por sí importante peso en la cultura, la economía y la sociedad del país vecino. No sabemos si el ministro y sus asesores han leído el libro de Alain Bergala La hipótesis del cine, editado hace unos años por Laertes, y en el que el estupendo crítico, cineasta y docente (hoy de la prestigiosa escuela La Fémis de París) recogía las líneas maestras de su experiencia como coordinador de un gran proyecto nacional de introducción de la enseñanza del cine en las escuelas en una doble faceta de apreciación y aprendizaje de las herramientas básicas para su comprensión, su disfrute, su análisis y su posterior puesta en práctica. Y siempre desde una concepción del cine primero como arte, luego como cultura y finalmente como un lenguaje.

Oyéndolo explicar su ocurrencia no lo parece, sobre todo cuando recalca que su proyecto tiene también como objetivo, en algo que más bien parece un Plan Imserso para niños, aprovechar las mañanas en las que los cines están cerrados para darle vidilla a las salas y, de paso, promocionar el cine español y compensar (doblemente, ya se hace con las subvenciones y ayudas) a sus productores y distribuidores con unos ingresos extra. Habrá que ver quiénes se benefician, además del señor Berger, de esta iniciativa cuando conozcamos más detalles logísticos (miedo da, y no sólo por lo que tendrán que asumir los profesores en los centros) y los títulos propuestos.

Ya le adelanto aquí al Ministro que mi cuota de su ilusionante proyecto cultural se la regalo, que a mi hija al cine la llevaré yo con mi dinero, mi bonobús y a ver la película que yo quiera, bueno, vale, la que ella diga. Conviene insistir una vez más en que la cuestión de fondo es otra y que la idea, si se quiere seria, debería funcionar en sentido contrario, en colaboración con el Ministerio y las consejerías de Educación, pero claro, eso es otro cantar y mucho negociar. Lo que habría que hacer de una vez, como sí hicieron esos franceses que Urtasun dice conocer, es llevar el cine, y no sólo el de estreno, el infantil o el de animación, a las escuelas públicas como materia curricular de estudio y disfrute a cargo de especialistas, que los niños y niñas aprendan a descifrar su lenguaje, su estética y su poética, las claves de su enorme poder de fascinación, comunicación, pensamiento, emoción, manipulación o propaganda. De esto último sí que sabe el señor Ministro.

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