Nadie se resiste a los “churros finitos y bien elaborados” de esta cafetería de Jerez
para comérselos
Diferentes generaciones son asiduas a la mítica Churrería Julio Alacant donde se elaboran deliciosos churros desde hace cuatro décadas
Dulce Armonía: la pastelería que rompe moldes en la tierra de las carmelas y el tocino de cielo
Cinco de las mejores ventas de Jerez para empezar septiembre con buen gusto
Jerez no es Madrid, son embargo, no resulta descabellado afirmar que en la ciudad de los jereces y el caballo se pueden comer los mejores churros del mundo. Uno de los lugares donde se preparan desde hace cuatro décadas, goza de muy buena fama y se ubica en la calle Doña Blanca, en pleno corazón de la ciudad y próximo al mercado de Abastos, a la plaza del Arenal y a la calle Larga. No hay excusa para no darse el gusto.
Quienes tienen ya una edad conocen bien este lugar. El establecimiento de la Cafetería Churrería Julio Alacant se fundó en 1981 por parte de Julio Bornay como heladería. Un año más tarde incorporaron el café y se pusieron los churros. Ahí fue cuando el negocio despegó. En la actualidad, puedes sentarte en su interior cómodamente. En la terraza puedes observar el ambiente de la céncrita calle, mientras se toman unos churros con chocolate, o bien, saborearlos cómodamente en casa.
¿Qué tienen de especiales sus churros? “Churros finitos y bien elaborados”, dice un cliente. También se sirven otro tipo de productos, pero los churros son la especialidad y triunfan. Están elaborados por ellos mismos y se pueden tomar con auténtico chocolate caliente en el desayuno o la merienda. Los preparan al momento, y no resultan pesados al terminar de comerlos.
Su éxito avalado durante décadas genera un gran trasiego de público en barra, enmesa, así como para llevar en el tradicional papel de estraza. La Cafetería Churrería Julio Alacant es “la de toda la vida”. Su servicio profesional y atento también ha crecido junto con el negocio. Las horas punta se llena, igual de mañana que de tarde, pero a pesar de ello es de los sitios a los que hay que ir.
La decoración del establecimiento está lejos de las modas. Allí parece -por suerte- que no pasa el tiempo. Se suceden las generaciones de la clientela y permanece inalterable. El interior no resulta muy amplio, aunque la luz y la visión que aportan las cristaleras no dan lugar a agobio.
Pioneros
En sus inicios, este negocio también fue una de las primeras heladerías de la zona, dado su vínculo con La Polar, también de la familia de Bornay, una saga de valencianos instalados en Cádiz desde el pasado siglo.
También te puede interesar