Palacio Domecq: "Símbolo de poder social y empresarial de la ciudad de Jerez a lo largo de los siglos"

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Fachada del Palacio Domecq, en Jerez. / Manuel Aranda
R.D.

27 de noviembre 2023 - 05:00

La historia del palacio Domecq, en Jerez, está ligada a una de las familias de mayor tradición bodeguera de España y Europa. "Es símbolo de poder social y empresarial de la ciudad de Jerez de la Frontera a lo largo de los siglos", como reza en su web, construido en 1778. Tras el fallecimiento del Marqués de Montana (1785), primer propietario, su esposa lo cedió en propiedad, al igual que el resto de sus bienes, al Cabildo Colegial. En 1855 fue comprado por Juan Pedro Domecq Lembeye, y quedó así en manos de esta conocida familia.

Es el prototipo de las grandes mansiones levantadas por la aristocracia agricultora y la burguesía bodeguera establecida en la ciudad. Su fachada presenta tres plantas y dos cuerpos separados por un gran balcón central con rica decoración barroca. Se trata del máximo exponente arquitectónico del barroco jerezano del siglo XVIII.

Interior del Palacio Domecq. / Manuel Aranda

Ya en el interior, la mansión se vertebra alrededor de un gran patio central con columnas de mármol rojo de la Toscana, un espacio magnífico en el que llama poderosamente la atención la ornamentación de los arcos de medio punto. El recorrido por el resto de las estancias permite admirar, además, un bello conjunto artístico formado por cuadros, tapices, esculturas y materiales nobles traídos exprofeso de Italia, Flandes y Francia. Sus arquitectos fueron Juan Díaz de la Guerra, el sevillano Antonio Matías de Figueroa y Pedro de Cos, autores de numerosas y reconocidas obras en Jerez y Andalucía.

Patio central del Palacio Domecq. / Cedida

Eventos

Actualmente el Palacio Domecq está considerado como uno de los espacios más exclusivos para la realización de eventos únicos y creados a medida. El palacio ofrece diferentes experiencias. Consta de diferentes salones y estancias. Éstas aseguran un ambiente y servicio exclusivo y único. Dejando en la memoria de sus invitados ese dulce sabor que sólo el tiempo pasado, unido al buen hacer del presente, puede ofrecer.

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