Un chiringuito "muy bonito, muy bonito" de Chipiona donde tirar la toalla
Gastronomía
Este negocio del empresario y comunicador, Manuel Martínez, que se encuentra integrado en la playa Las Tres Piedras, ha pasado de ser una tasca a un referente gastronómico y de ocio en la zona
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Cuando su amigo Rafa luchaba contra el cáncer que le arrebató la vida, le dijo a la enfermera: "Yo no voy a tirar la toalla porque voy a un sitio muy bonito, muy bonito que se llama La Manuela donde pone que si hay que tirar la toalla que sea en la playa", cuenta Manuel Martínez (1979) quien había escrito esa frase en uno de los muros de su Chiringuito La Manuela y en la cual añadió la firma de este amigo tras su partida.
Y ese sitio tan bonito al que se refería está ubicado en la playa Las Tres Piedras de Chipiona. En la actualidad, tras más de una década de trabajao, se ha convertido en un establecimiento referente en la zona, cuenta con un Solete de la Guía Repsol, buenas valoraciones en los portales especializados y un gran número de "manueleros y manueleras". Aunque Martínez -empresario, comunicador y alma de La Manuela-, reconoce abiertamente que no fue llegar y tocar, como se dice colquialmente. Estaba 'pululando', como dicen en Chile cuando tienes novia, y apareció este lugar en un momento en el que nadie apostaba por esta playa: "Era una tasca con futbolín. Los vecinos jugaban a las cartas, al dominó... Y aposté por este rincón".
Dice que fue un inconsciente pues creía que iba a montar un chiringuito y un gerente se haría cargo. "Eso es imposible. El que tenga una tienda que la atienda", sentencia. Al principio, pensó en convertirlo en algo que se pareciera a Los Caños, Tarifa o Zahara porque todo el mundo iba allí, pero la respuesta no fue la esperada: "Los dos primeros años no entraba ni el tato, muy poca gente. He llorado por La Manuela, todos mis ahorros los eché aquí".
La tenacidad heredada de su padre le impulsó a darle un cambio. Entonces, el chiringuito se llenaba con los conciertos, pero no era el ambiente que él quería. Luego, lo ha dado todo por la gastronomía: "Una premisa es tener a Andalucía y a Cádiz en todos los platos". El esfuerzo obtuvo su recompensa, un Solete de la Guía Repsol: "Fue una alegría. Estoy muy contento con el equipo de cocina y con mis compañeros". Sin embargo, en absoluto es el momento más especial de estos años de La Manuela. Sin lugar a dudas, se trata de otro muy diferente. “Siempre, a principios de agosto celebramos el 'Día Contra el Cáncer'. Este verano es el séptimo año y será el martes 8. Toda lo recaudado durante ese día lo destinamos a la Asociación Contra el Cáncer de Chipiona. Vienen artistas, amigos… Es una noche mágica y bonita". Porque allí piensan tirar la toalla, pero sólo en la playa.
Martínez ha logrado unir en su vida dos de sus pasiones en La Manuela: viajar con 'Andaluces por el mundo' y la gastronomía. El secreto de La Manuela es tratar al cliente de tú a tú. "Mis compañeros tienen siempre una sonrisa, conocen a los clientes, y yo el primero. Soy un tío amargantemente feliz. Aunque es muy complicada, me gusta mi vida y no me gustaría tener otra: me encanta ir a comprar, me encanta presentar...", asegura con brillo en los ojos.
Ambientes
Martínez se encarga personalmente de la decoración. “Roba” ideas de sus viajes, hace fotos a todo. “No hago nada sin pensar en la playa. Lucho por que esté integrado, que no rompa la estética. Me rompen mucho las estructuras modernas en la playa y la contaminación visual”. En la Manuela se encuentran diferentes ambientes. Una zona está inspirada en Sudáfrica, otra zona en Bali... todas, mágicas, especialmente al atardecer. Su lugar favorito de La Manuela es un rincón de la azotea: “Me da mucha paz”. Durante el atardecer le gusta una mesa alta junto a la entrada desde donde se contempla un skyline idílico.
Platos
"Chiringuito de playa con encanto. Ricos arroces, carta mediterránea con productos de la zona y gran variedad de cócteles". Esta es la reseña de la Guía Repsol a La Manuela. Los comensales pueden empezar con un salmorejo a la manuela con helado de albahaca de elaboración propia, anchoas y uva, para continuar con un lecho marino que es un ajo blanco de pistacho con atún rojo, después un sashimi de gambas con una salsa balinesa fresquita en boca, seguido de unos dados de atún de Petaca Chico o un calamar relleno. El plato estrella es el arroz prohibido. “Es un arroz de semilla negra, no está tintado. Lo llaman prohibido porque solamente lo comían los emperadores de Japón en el siglo XIV y le cortaban las manos a quien lo robaba por la hambruna hambruna”, aclara Manuel Martínez. La carta es más larga y variada incluye tortilla de camarones, almejas con tomate, puntillitas, acedías. Para acompañar, depende de cada cual, pero el croft twist es muy juguetón, o un tierra blanca nunca falla.
Equipo
Lo que se publica en las redes sociales del negocio lo hace el mismo Martínez. “Es tan personal como mi red social, no quiero que nadie lo toque”. Lejos de lo que puede parecer, no tiene miedo a delegar porque cuenta con casi una cuarentena de empleados, a quienes se refiere siempre como compañeros y de los cuales no para de presumir. Vanesa Peña, madrileña afincada en Chipiona, que está en los fogones de La Manuela desde el principio, y el jerezano Mario Pizarro, son su mano derecha en la cocina; en sala, Marisa, y en recepción Vanesa Gil. Los clientes son "manueleros”, y también espera de ellos que sean considerados con los camareros, que pregunten por sus nombres. "Nos tratamos como familia, el ambiente es muy familiar. Me gusta ver niños, donde hay niños hay vida y entonces el restaurante funciona", concluye Manuel Martínez, alma mater del Chiringuito La Manuela de Chipiona.
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