¿Qué tienen en común Vejer de la Frontera y el 'pueblo azul' de Marruecos?

Los aires marroquíes y el gran paso de la historia de las corrientes islámicas aún se respira en muchos pueblos de la provincia de Cádiz. Y eso es lo que sienten muchos viajeros que, cuando viajan a Marruecos, insisten en que su famoso 'pueblo azul' y Vejer de la Frontera, parecen ciudades hermanas sin saber que realmente les une una gran historia de amor.

Las mismas callejuelas y recovecos, calles estrechas, casas encaladas aunque Vejer cambia su color por el blanco. Es muchas veces prácticamente imposible viajar a Chaouen y no sentir que se respira el mismo aire que en Vejer. Dos lugares parecidos y una leyenda que puede explicar el hecho de que ambas se miren como reflejadas en un espejo.

Esta es la leyenda del emir y la noble

En el lugar que hoy ocupa la ciudad de Vejer de la Frontera, dominada por los árabes durante más de cinco siglos, vivía Catalina Fernández, una hermosa mujer de clase noble que llamó la atención del emir marroquí Sidi Ali Ben Rachid. Los jóvenes se casaron, ella se convirtió al Islam, cambió su nombre por Lalla Zhora y comenzaron a vivir una bonita historia de amor frenada por la Reconquista, que les hizo huir a Marruecos.

El matrimonio se asentó en una población bereber, junto a una colina. El emir fue teniendo cada vez más poder, pero Lalla Zohra se encontraba cada día más triste. No podía olvidar la tierra que la había visto nacer.

Preocupado por la salud de su mujer, Rachid tomó la decisión de recrear su pueblo natal e hizo construir una población a su imagen y semejanza, con un trazado de calles irregulares y casas blancas que fueron teñidas de azul como gesto al pueblo bereber por su buena acogida. Una vez que la ciudad estuvo construida, publicó un edicto dando la bienvenida a los expulsados de Al-Ándalus, que comenzaron a llegar en masa a su nuevo hogar.

La historia de un emir enamorado que quiso regalarle a su esposa el espíritu de su tierra natal y construyó, en vez de una simple copia, una ciudad con personalidad propia e indestruible al paso del tiempo.