Este es el curioso origen de 'El Cristo de Lanzada' de Jerez y su hermandad

Hay quien año tras año sale a las calles jerezanas, así como de otros puntos de la geografía española, a mostrar su devoción o a admirar la belleza de los pasos de misterios en Semana Santa. Uno de los más populares de Jerez es el conocido como ‘Cristo de la Lanzada’, de la fervorosa y carmelitana Hermandad y Cofradía de la Sagrada Lanzada de Nuestro Señor Jesucristo, María Santísima de Gracia y Esperanza y Nuestra Señora del Buen Fin celebra 75 años este 2024.

El paso de su Misterio representa el momento de la Pasión en el que Longinos, montado a caballo, traspasa el costado de Jesucristo, de donde brotan sangre y agua. En las imágenes marianas aparecen representadas María Santísima de Gracia y Esperanza es de Escuela Valenciana del año 1894, mientras que Nuestra Señora del Buen Fin fue realizada por el sevillano Luis Álvarez Duarte.

Cristo de la Lanzada

Este Cristo, de autoría desconocida, es una talla del siglo XVII o principios del XVIII, atribuida a la escuela de Alonso Cano de Granada, o al círculo de Pedro Roldán, y últimamente al círculo también del imaginero jerezano Francisco Camacho de Mendoza. Durante cuatro años presidió el camarín de la Virgen del Carmen en su convento. En el segundo tercio del siglo pasado la Comunidad Carmelita lo colocó al final de la Nave Evangelio, junto a la puerta que da a la calle también denominada del Carmen, para que la gente pudiera besar sus pies. Aún entonces, se le denominaba el ‘Santo Cristo’.

Más tarde, la imagen tomó su advocación (nombre) de un cuadro de Rodríguez de Losada titulado ‘Cristo de la Sangre’ que se encontraba en la Sacristía. Esta obra representa el pasaje de la lanzada. Por fin, la Comunidad y la Hermandad de Caballeros del Carmen lograron sacarlo en 1947.

Hermandad

Por otra parte, según cuentan desde la corporación -con sede en la basílica del Carmen-, el origen de éstase halla en un grupo de estudiantes y profesores, en su mayoría de la Escuela de Comercio de Jerez. Estos plantearon fundar una hermandad de Estudiantes, de modo que, en 1949 tuvo lugar la erección canónica de esta hermandad.

Desde la hermandad admiten que, durante unos años, corrió el riesgo de desaparecer. Sin embargo, tomó un gran impulsó en los años 80 del siglo pasado “con la llegada de jóvenes y la incorporación de la mujer a la vida de la hermandad y del cortejo”. En la actualidad, mantiene su actividad social y benéfica, lo que da sentido a la fundación de la entidad y al “espíritu de sus fundadores”.