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Diego del Morao levanta al público en un teatro de Nueva York

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Israel Fernández y Diego del Morao.
Fermín Cabanillas (Efe)

15 de marzo 2024 - 12:20

Un toledano y un jerezano, una voz, una guitarra y un festival flamenco, unos ingredientes que se han unido esta noche en el Kauffman Music Center de Nueva York para ver y escuchar la voz de Israel Fernández acompañada de la guitarra de Diego del Morao, ante un auditorio repleto y con ganas de ver flamenco en primera persona.

De entrada, el espectáculo de la noche del Flamenco Festival Nueva York ha respondido a las expectativas creadas, con todo vendido en el coqueto teatro, y con una llamativa mezcla de culturas y nacionalidades entre el público, que ha acudido a escuchar martinetes, alegrías o soleá sin más artistas en el escenario que los dos citados, solos ante el respetable, disfrutando de un recital "con todo mi corazón, desde el respeto, la humildad, y el cariño, dejando mi corazón para todos ustedes".

Israel Fernández se expresaba así nada más terminar su primer tema, mostrando su cariño indisimulado hacia su compadre Diego, porque "es un privilegio del cielo estar con Diego del Morao", y se ha arrancado a cantar sin ahorrarse una nota, mientras que el público dividía sus ovaciones al 50 por ciento entre los dos, conscientes del poderío del cantaor, pero también de la maestría del guitarrista.

Diego guía la voz de Israel en base a los años que llevan juntos. Actúan casi de memoria, y con "lo que me viene de inspiración", confiesa el cantaor, que se desnuda ante la gente asegurando que no han ensayado nada de lo que están regalando esta noche. "Tengo una hoja de papel que no estoy mirando, porque no la veo", dice ante el alborozo general, y el guitarra contesta que no escucha bien desde que se bajó del avión: "Parecemos los de 'No me chilles, que no te veo', la película de Richard Pryor", bromea Diego.

Pero para no escuchar bien, la guitarra suena de cine, por seguir con el símil, y el toledano se arranca otra vez, después de llevar al flamenco una letra de Gustavo Adolfo Bécquer: 'Por una mirada, un mundo…", y por tientos pide que le curen "la hería, que si no se me va la vía…". Diego eleva su guitarra para alcanzar el poderío del cantaor, y viceversa, y el teatro se viene abajo.

A estas alturas no hemos comentado que el espectáculo se llama 'Pura sangre', y que es puro flamenco, es granaína, bulería y fandango, es amor y desamor con un quejío: "Te tengo que ver llorar, me tienes que echar de menos, porque nadie te querrá la mitad de lo que yo te quiero", sale por tientos de la garganta de Israel.

A los 40 minutos de estar en el escenario, Diego se queda solo, y en un inglés muy aceptable da las gracias a la gente por ir a verles actuar, y recuerda que es "la primera vez que estamos los dos juntos en Nueva York", y comienza a acariciar su guitarra sin el cantaor al lado, con la gente quieta en su butaca, hipnotizada ante lo que está escuchando.

Es flamenco del corazón de Jerez de la Frontera en un teatro de Nueva York. Seis cuerdas al servicio de una tradición mucho más que centenaria. Regresa Israel, por seguiriyas, y llega el homenaje de la noche a Paco de Lucía, cuyo genio se percibe en cada rincón del festival, con una letra que habla de "me gustan los campos y la soledad, y entre tomillo y romero busco la libertad", y anuncia bulerías para seguir una noche flamenca sin pausa, ni falta que le hacía.

La carrera de Israel Fernández es comparada por muchos expertos con la del mismo Camarón. Diego del Morao, hijo mayor de Moraíto Chico, lleva la guitarra en la sangre. Los dos consiguen que, en sus actuaciones, el otro no sea más protagonista, ni más flamenco, ni más artista, y llevan juntos el peso de 'Pura sangre', como esta noche han podido comprobar en vivo los que les han obligado a aguantar una ovación en pie reservada solo a los grandes.

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