Fallece en Sevilla el cantaor José Cortés 'Pansequito'
Obituario
El artista, que conmemoraba este año sus 60 años encima de los escenarios, se marcha con un currículo amplio y una completa discografía
El mundo del flamenco llora la muerte de sus grandes ilustres, José Cortés ‘Pansequito’, que ha fallecido este viernes 17 de febrero en Sevilla a consecuencia de un tumor cerebral, han confesado a este medio algunas fuentes cercanas a la familia.
La noticia ha sido un duro golpe para artistas, aficionados y personalidades del arte jondo, sobre todo por lo inesperado de los acontecimientos. De hecho, el festival estival más veterano del calendario, el Potaje de Utrera, anunció hace escasamente dos semanas la dedicatoria a él y a Aurora Vargas, la edición de este año.
Pansequito era una persona especialmente querida en el universo flamenco, un cariño que se había logrado ganar a base de una larga trayectoria, una exquisita profesionalidad y sobre todo por el respeto que había mostrado siempre hacia su profesión. Por todo ello, su muerte ha dejado un profundo dolor dentro del arte jondo, que había defendido con solvencia desde hacía seis décadas. No en vano, el artista afrontaba este año con especial ilusión ya que comenzaba una gira en la que iba a conmemorar esos 60 años de artista.
José Cortés Jiménez (1945-2023) había nacido en La Línea de la Concepción, allá donde se cruzan los mares. Su padre José Cortés Romero ‘Panseco de Larache’, natural de Granada, y su madre Juana Jiménez Montoya, de La Línea, vendedores ambulantes, se marcharon a Sevilla cuando apenas tenía 6 años. Allí permaneció cuatro años, hasta que su familia decidió marcharse a El Puerto de Santa María.
Su afición por el cante se destapará en plena adolescencia, aunque siempre reconoció que de no haber sido cantaor “me habría gustado ser torero”.
Antes de cumplir 15 años ya trabajaba en algunos tablaos de la zona donde coincidirá con artistas como Orillo del Puerto, Anzonini, o Rancapino. No obstante, su punto de inflexión sucederá con 18 años, cuando tras actuar en un tablao malagueño es escuchado por Manolo Caracol, que lo invita a marcharse a Los Canasteros.
Comenzará entonces la verdadera carrera artística de Pansequito, que aterrizará a principios de los años 60 en plena capital de España, entonces el hervidero principal del flamenco de entonces, pues coincidirá con todas las grandes figuras de la época.
Su paso por Los Canasteros durará apenas dos meses por desavencias con Caracol. “No es que me peleara, es que me asustaba”, reconocía el cantaor en una entrevista en 2002. Pese a todo, el cantaor reconoció siempre su especial admiración por el artista sevillano al que calificaba de genio.
Su destino se cruzará entonces con Antonio Gades, de cuya compañía formará parte, y donde adquirirá una mayor formación escénica, recorriendo el mundo a través de varias giras.
Su carrera continuará en solitario años más tarde, grabando en 1971 su primer disco de la mano de la casa Moviplay, que a principios de los setenta había apostado con fuerza por diferentes intérpretes del flamenco.
Con 28 años recibirá el Premio a la Creatividad del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba desarrollando a partir de entonces una carrera notable.
Dentro de su extenso currículo destacan también el Premio Nacional de Cante, otorgado por la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos Andaluces de Jerez en 2005, y el Premio Lucas López de la Peña Flamenca El Morato de Almería en 1985. Además, en 2010 recibió el Premio Compás del Cante que otorga la Fundación Cruzcampo, y el Giraldillo de Cante de la Bienal.
Pansequito se marcha de este mundo con uno de los legados discográficos flamencos más extensos, pues a lo largo y ancho de su dilatada carrera grabó más de treinta discos, llegando a ser incluso número uno en ventas en más de una ocasión.
Fueron muchos los éxitos cosechados por el artista linense, en especial algunos como aquellas bulerías tituladas ‘Tápame’, que algunos cuentan que aprendió durante las noches que visitó a La Bolola en Jerez. De cualquier forma, si por algo destacó el maestro Panseco fue por sus buenas dotes para adaptar textos que él mismo componía.
Dolor en todas sus residencias
Aunque había nacido en La Línea, Pansequito se había hecho persona en El Puerto, una ciudad que le nombró Hijo Adoptivo en 2001. Precisamente en la localidad costera, su alcalde Germán Beardo, ha declarado día de luto oficial por su fallecimiento.
En La Línea, por su parte, el alcalde, Juan Franco, ha mostrado su pesar tras conocer la noticia, mientras que en Gines, localidade sevillana del aljarafe en la que residía actualmente, el Ayuntamiento también ha decretado un día de luto oficial.
Reacciones del mundo del flamenco
Su muerte también ha desencadenado toda una cascada de reacciones en las redes sociales por parte de artistas, personalidades del mundo del flamenco, políticos e instituciones pertenecientes al arte jondo.
Artistas como Miguel Poveda ha reconocido que su adiós “deja al flamenco huérfano”, mientras que Arcángel ha admitido que se marcha “un pilar fundamental del cante, voz esencial del flamenco, fuente de sabiduría”.
También se expresaba en esta misma línea Antonio ‘Pitingo’, definiéndolo como“maestro de maestros”, igual que José Manuel Soto, quien lo destacó como “maestro de cantaores y maravillosa persona” María José Santiago quien reconocía que “España se queda sin una de las voces más importantes del flamenco” o Paco Cepero, que incluso le dedicó unos versos.
Desde la Junta, el consejero de Cultura, Arturo Bernal, lamentaba la pérdida “de una leyenda del flamenco”, una afirmación que compartieron también Juan Espadas, Manuel Gavira o Antonio Muñoz, alcalde de Sevilla.
A este pesar se sumaron también instituciones como el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco, el Instituto Andaluz del Flamenco, la Cátedra de Flamencología de Jerez, Diputación de Cádiz, el Secretariado Gitano e infinidad de peñas y festivales flamencos tanto nacionales como internacionales, es decir, desde la Bienal de Sevilla al Festival de Jerez, el de Granada o al Flamenco On Fire de Pamplona.
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