José Manuel, poeta y caballero
XXVI Festival de Jerez
Los versos del tema de Joaquín Sabina que Melchora Ortega interpretó a ritmo de tanguillos, ‘José Manuel, poeta y caballero’, resumieron a la perfección el segundo de los actos que el Festival de Jerez, junto con la Fundación Caballero Bonald, ha organizado en su memoria.
Tras el paseo con Pepe que recorrió distintos enclaves de la ciudad, la bodega Los Apóstoles fue escenario de ‘una copa con Pepe’, un tributo mucho más extenso en lo musical y que reunió sobre el escenario a los mismos protagonistas que el día anterior, es decir, David Lagos, Melchora Ortega, Jesús Méndez, Lela Soto, Manuel Valencia, Juan Diego Mateos, José Peña y Javier Peña y Vicente Soto ‘Sordera’, bajo la dirección de José María Velázquez-Gaztelu.
Con una estructura simple y una hora exacta de duración, destacó por encima de todo el excelente trabajo de adaptación de los textos de Bonald, arma fundamental para abordar este espectáculo, que contó con prólogo de Josefa Parra.
Fue Lela quien se encargó de romper el hielo tras una extraordinaria introducción de Juan Diego Mateos, todo un maestro a la hora de matizar y jugar con los silencios. Con traje blanco y de flecos, la cantaora jerezana sacó a relucir su casta demostrando que tiene un metal capaz de cautivar a cualquiera.
Continuó entonces David Lagos, por tientos-tangos. Bien arropado por Juan Diego Mateos, el jerezano demostró una vez más su versatilidad cantaora, que el público supo apreciar.
Jesús Méndez irrumpió con su poderosa garganta para cantar por bulerías, esta vez con Manuel Valencia a la guitarra. En perfecta sincronía, el cantaor también tiro de recursos para interpretar las letras de Bonald, que a veces pasaron por Santiago y otras tantas por La Plazuela.
Como un torbellino compareció Melchora Ortega, quien enamoró a todos con su manera de recitar y encarar los tanguillos. ¡Qué arte! “Ahora ya puedo”, dijo ante el público mientras se quitaba los zapatos. “No es que me duelan....pero no puedo”, añadió ante las risas de los asistentes. Por bulerías volvió a ganarse al público con pataíta incluida.
Llegó el turno del baile. David Lagos se arrancó por bulería por soleá, perfectamente guiado por Maniel Valencia, no sin antes dedicar su cante a José María Velázquez-Gaztelu. Al fondo apareció, con su clásica estampa, Andrés Peña, que derrochó frescura y categoría en todo lo hizo. Es más, se le vio disfrutar, y eso encima del escenario, es una gran ventaja.
La noche culminó con un detalle digno de mención. Como aquellas atracciones de los antiguos tablaos asomó Vicente Soto ‘Sordera’. Trajeado, con corbata de lunares y pañuelo en la solapa, el cantaor regaló al público dos cantes, alegrías y bulerías, a los que supo añadir su impronta, señorío y conocimiento.
El colofón surgió a modo de fin de fiesta y con el público presente en la bodega rindiéndose a los pies del trabajado y emotivo espectáculo.
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