Ricardo Black 'Quijote', cuando el flamenco se vive desde dentro
FLAMENCO
Afincado en Rota, el cantaor y guitarrista norteamericano se ha codeado con personalidades como Agujetas, Luis El Zambo y Antonio Mairena, entre otros
A lo largo de la historia, el flamenco ha sido y es capaz de cambiar las vidas de muchas personas. Es el caso de Richard Black, un norteamericano nacido en Nueva York y criado en California que hace ya casi cuatro décadas encontró en España su oasis particular.
Ricardo, como le gusta que le llamen, nació en 1941, aunque sus andanzas musicales comenzaron en la décadas de los sesenta cuando era un guitarrista de música americana. Allí, un joven americano le demostró con una guitarra de cuerda, un punteo diferente al que estaba acostumbrado a tocar. "Movió los dedos hacia arriba, haciendo un acorde diferente. Me gustó como sonó y le pregunté en qué tipo de música se empleaba aquello. Él me dijo 'flamengo', como el ave, y a partir de aquello comenzó mi interés en esa música. Cuando fui a comprar un día, descubrí un disco de Carlos Montoya que compré, y a los pocos días, durante una visita a una tienda de discos, descubrí uno titulado la Semana Santa en Sevilla, LP que compré. Con aquel álbum comencé a escuchar saetas y otros palos. Ese fue mi primer contacto con el cante jondo. Nunca he tenido un maestro, he aprendido con mi guitarra y libros de introducción al flamenco con el que aprendía falsetas”.
Su amor por flamenco fue todo un flechazo, hasta el punto de que en 1983 decidió cruzar el Atlántico y venir por primera vez a España. "Llegué a España en 1983, tuve la oportunidad de venir y me afinqué en Sevilla durante un tiempo. A partir de entonces, todas mis vacaciones anuales eran en España, con su buena gente, tan divertida. He conocido a personas como Antonio Mairena o Chocolate y he tenido muchas vivencias en Jerez, Morón y Sevilla”.
Precisamente de sus estancias en la capital andaluza surgió su apodo de 'Quijote'. "Fui una noche a una fiesta en la calle Feria. A mitad del festejo llegó Juan El Gastor, sobrino de Diego El Gastor. Él me miró de los pies a la cabeza y preguntó que quién era ese Quijote de dos metros de alto. Entonces, me acordé de un dicho que aprendí en mis cursos de español que decía que todo Quijote tiene su Sancho. Me gustó aquella comparación, el caballero de la triste figura”.
Aunque la guitarra es lo que comenzó a tocar, formándose también mientras acompañaba a cantaores, a Quijote le encanta cantar. "Yo soy cantaor. El cante es lo que más me gusta. Ahora me he jubilado porque estar cantando todos los días es imposible. Llega un día en la vida en la que uno no se acuerda de las 500 letras que se ha aprendido. Hay que mantener siempre un nivel. Me encantan las soleás, los tangos y bulerías. Tengo una biblioteca en mi mente y sigo escuchando flamenco”.
Su formación personal y profesional se enriqueció compartiendo tiempo con Agujetas, Fernanda o Luis El Zambo. "He acompañado a cantaores muy buenos con los que he aprendido mucho. Con Agujetas por ejemplo, compartí muchos días de su vida. No tenía coche y yo vivía muy cerca suya. Cuando él quería ir al dentista yo le llevaba, y desayunábamos juntos muchas mañanas. Era una persona muy especial con la que conecté. Siempre tuve muy buenas sensaciones cuando estaba junto a él. Tenía un enorme respeto por mi pureza. Tanto él como su familia me han tomado siempre muy en serio además de haberme enseñado”.
La vida de 'Quijote' está llena de referentes, aunque todos los días desde que se levanta, siempre le gusta dedicar tiempo a sus grandes artistas. "Manolito de María me encantaba. Su voz era fenomenal. Juan Talega es un referente de la pureza y siempre se podía aprender de él. Son una riqueza y el flamenco lo es para quien lo aprende y escucha”; asegura Ricardo Black 'Quijote'.
El amor por el flamenco de Ricardo Black Quijote sigue vigente, no sólo con la música, sino con la cultura andaluza. "He ido al Rocío siete veces y me siento rociero. He paseado en carreta y he tenido el privilegio de conocer Andalucía desde dentro. Estoy 100% metido en Andalucía. La mayoría de los guiris no tienen contacto familiar y yo lo he aprovechado de otra manera. He cantado en la Bienal de Sevilla en los años noventa, he actuado en peñas, no me puedo quejar".
A pesar de estar jubilado, la mente del norteamericano no deja de recordar otras épocas en las que el flamenco se vivía de otra manera. "Sigo escuchando música todos los días, pero reconozco que actualmente tengo una perspectiva algo pesimista del flamenco. Sé que no volverán los ambientes de los años 60, 70 y 80 porque el público ha cambiado. No es la Andalucía de entonces. Ahora, por ejemplo, si vas a las Cruces de Mayo en Lebrija se hace un botellón. Ha cambiado la cultura, la gente en El Rocío habla con sus móviles todo el rato. En mi época cada pueblo tenía sus bares, la gente marcaba el compás sobre el mostrador y esa cultura iba de boca en boca. Tú veías a cualquier persona y estaba cantando algo de Caracol y Lola Flores. Hoy en día los niños no saben nada de flamenco”.
Es precisamente la educación escolar, uno de los puntos que Quijote cree que deben reforzarse de alguna manera. "Se debe enseñar desde una enseñanza formal, pero si sus padres no tienen afición, ellos tampoco la tendrán. Ahora vivimos en un mundo muy diferente. Afortunadamente, he tenido el privilegio de vivir la edad de oro con los maestros más grandes. Conozco muy bien el cante de Mairena, Juan Talega y Perrate de Utrera, esos fueron mis maestros al escucharles. Soy un disco andante del cante de ellos".
Sus visitas a las peñas en Jerez, especialmente Tío José de Paula, y en Rota, la del Viejo Agujetas, han sido asiduas, lugares en los que 'Quijote' ha sentido el ambiente más puro del flamenco y trata de seguir visitando. "El flamenco terminará siendo una música de culto. De grupos de pequeñas personas que tienen esa afición, pero no como una parte entregada de todas las personas a la cultura andaluza”.
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