María José Franco, entre La Tarara y la transmisión generacional flamenca

María José Franco, Premio del Público del Festival en 2023, ha presentado el estreno absoluto de Tararamía en el Villamarta, un espectáculo que ha contado con el baile de su hija, Ana Moneo

Programación del Festival de Jerez 2025

María José Franco, en su actuación en el Villamarta.
María José Franco, en su actuación en el Villamarta. / Vanesa Lobo

Si en Bailar para ser María José Franco se centró en ella misma y en sus deseos más personales como bailaora, en Tararamía baila inspirada por esta enigmática mujer de nuestra cultura popular. En el nuevo montaje, la bailaora María José Franco se adentra en el personaje popular de La Tarara, una composición de origen medieval conocida en todo el Mediterráneo, con versiones en árabe que se siguen cantando hoy en día en lugares de Marruecos y Argelia. En España fue Federico García Lorca quien la incorporó al acervo cultural autóctono, con una canción que grabó La Argentinita. Más tarde, Camarón la popularizó en una versión flamenca y Antonio Vega en una versión más pop-rock. La Tarara es una mujer que se narra como marginal y sufridora, que pasea por los campos bailando, desafiando las normas establecidas. Cuenta María José Franco que pese a su popularidad, “sigue siendo una gran desconocida”. Para la bailaora, “todo comenzó como una curiosidad”, hasta que el recorrido por las diversas fuentes la ha llevado a crear un personaje que navega entre “la realidad y lo imaginario”.

A pesar de este concepto, el espectáculo presenta una línea de recital clásico, sin grandes sorpresas sobre la escena. La obra discurre por una sucesión de estilos por los que la bailaora deja su impronta, pasando por supuesto por las alegrías de su tierra natal. Teniendo un punto de partida tan evocador, en Tararamía se desaprovecha la oportunidad de indagar sobre este personaje, ya sea con el propio baile o con otros recursos escenográficos. El espectáculo, aunque bien planteado, solo nos lleva a la tarara en la música de inicio y de cierre, dejando el resto de obra desprovista de referencias, ya sean literales o simbólicas. Al margen de esto, María José Franco solventa el espectáculo con su baile, que a veces es de lo que se trata, de bailar para ser, como ella misma exploró en su anterior propuesta. Según cuenta la gaditana, ahora emprende un nuevo camino en su carrera artística, un síntoma de la evolución natural de su baile para “evitar hacer lo que he hecho otras veces”. Un afán de perfeccionismo donde se podrá apreciar “todo el esfuerzo” de la compañía que lidera y la “plena madurez” de su estética bailaora.

Este espectáculo le ha servido para presentar ante el Villamarta a su hija Ana Moneo en el papel de Tarara niña, quien ha demostrado seguir la buena senda marcada por su madre, y que ha quedado patente en los momentos que comparten las dos sobre el escenario, siendo el encuentro sucedido en la parte final el que mejor evidencia este bonito relevo que empieza a fraguarse, aunque María José Franco aún tenga mucha trayectoria por delante. Luis Moneo ha dignificado con su cante este Tararamía, con un elenco formado por la guitarra de Juan Manuel Moneo y Javier Ibáñez, el violín de Bernardo Parrilla, la percusión de Carlos Merino, las palmas de Javi Peña y la colaboración especial de África Moreno.

El relevo y la colaboración generacional en el flamenco es el leitmotiv de la presente edición, un concepto especialmente arraigo en el flamenco y que espectáculos como este evidencia, no solo con la presencia en escena de diversos artistas cruzados por lazos familiares, sino por hacer partícipe al público de cómo una hija coge el testigo de una madre en un escenario como es el Villamarta y en un festival como es el de Jerez.

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