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El apego desorganizado es un tipo de apego menos común que otros, pero el vínculo entre la persona cuidadora y el niño resulta más amenazante y desestabilizador, por lo tanto es el que ofrece un peor pronóstico. Lo normal sería que un niño recibiera cariño siempre pero mucho más en la etapa infantil. Sin embargo, no siempre reciben el afecto que cubre sus necesidades, teniendo unas consecuencias a corto y a largo plazo.
Cuando el menor se cría en un ambiente hostil, en el que predomina la agresividad y la amenaza, la falta de respeto, incluso, sufren maltrato físico y psicológico le provoca un desequilibrio que lo posiciona automáticamente en el rol de víctima. Al mismo tiempo, al ser una persona absolutamente dependiente, necesita acercarse a la persona cuidadora a pesar de ser consciente de que le van a hacer daño debido a que la actitud de los progenitores es impredecible.
El apego es el vínculo que se establece entre el niño y sus cuidadores y tiene una gran importancia, dado que condiciona la estabilidad psicológica del niño cuando llegue a la edad adulta ya que los menores con apego desorganizado manifiestan muchos problemas a nivel emocional, a la vez que un desarrollo psicomotor y cognitivo deficiente.
Repercute en gran medida que las personas cuidadoras se comporten con ellos de manera contradictoria, en las que, por un lado, los menores tienen necesidad de atención y el cuidado de sus progenitores, pero por otro, tratan de huir de ellos porque les tienen miedo. Así que casi con toda probabilidad, la experiencia vivida les van a generar los síntomas propios de un de estrés postraumático.
El apego desorganizado no siempre está caracterizado por los abusos, sino que solo con el hecho de crecer en un ambiente de padres inestables en el que no se ha tenido en cuenta al niño, va a desarrollar este tipo de apego.
Los niños que crecen con apego desorganizado acaban por perder el contacto con la realidad. No pueden huir de la realidad, pero tampoco pueden cambiarla y, como dependen de sus padres, su mente lleva a cabo una disociación que emplean como mecanismo de defensa.
Tienen miedo a explorar cosas nuevas porque han recibido castigos por el simple hecho de equivocarse, lo que les va a impedir recibir nuevos estímulos y facilitando el desarrollo de diferentes tipos de fobias. La escasa interacción social les lleva expresarse verbalmente de manera pobre, presentando déficits de atención, de memoria y concentración. Todo está relacionado con el estrés postraumático, que se intercalan con episodios de flashbacks que les lleva a revivir el abuso.
En este sentido, cuando llegan a la edad adulta, tienen serias dificultades a la hora de identificar las emociones y pensamientos de los demás. Pero no solo son incapaces de entender a otros, sino que tampoco pueden hacerlo con ellos mismos. Se piensan que son malas personas porque así se lo hicieron creer y que, por esta razón, no son merecedores de afecto.
La única manera de entender el "amor" es manifestándolo de una forma agresiva y violenta porque creen que ese comportamiento es el normal entre las personas y tienen en el pensamiento que los demás acabarán por hacerle daño. Por lo que les impide tener relaciones de pareja duraderas. Así que debido a estas carencias, en la vida adulta no sienten respeto por los demás, ni entienden sus límites, por lo que, a muchos, les lleva a cometer actos delictivos.
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