La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Dónde está el listón de la vergüenza?
Redes sociales
Toda pasión no conquistada se convierte en víctima de ella misma. Esta expresión se eleva a su máximo exponente en una generación familiarizada con con la idea de mirar las redes sociales de otros y generar una vida paralela construida en una imagen y semejanza que poco tiene que ver con la realidad. Cruzar esta delgada línea puede derivar en convertir una pasión, o un hobbie, en una verdadera obsesión.
Estudios de salud han demostrado que los sujetos adictos a las redes tienden a tener problemas de inseguridad, además de ser más propensos a desarrollar depresión, ansiedad y problemas de sueño.
Estos factores se vuelven más influyentes cuando los jóvenes se exponen a las redes sociales que ofrecen diferentes servicios como la comunicación con personas ajenas a su núcleo o la lejanía con los acontecimientos que ocurren en la cercanía.
Los trastornos obsesivos derivados de la continua exposición y acceso a realidades tan bellas como irreales se convierten en cortinas de humo tras la que se esconden verdaderos riesgos. Puedes ver el perfil de un ex cien veces al día, y seguir con tu vida normal: encontrarte con amigos, actuar con normalidad, aparentar que te cuidas... no hay ninguna señal externa de que algo va mal. Pero realmente es un síntoma de alerta.
Los expertos señalan que el uso de las redes sociales está asociado con el aspecto psicológico y emocional de las personas. La interacción entre los seres humanos se está volviendo más tecnológica que personal. Los abrazos, los besos y las caricias son sustituidos por comentarios, likes y follows. Esto repercute de forma negativa en aquellas personas que padecen de depresión, en las que el contacto con sus seres queridos es vital. Así como en los jóvenes, que son más susceptibles de creer tener una vida simple y aburrida por no tener los lujos que muestran sus seguidores en las redes sociales. Esto genera un sentimiento de rechazo a sí mismos y complejos por “no tener una vida perfecta”
La doctora en educación, Donna Wick, fundadora de Mind-to-Mind Parenting, explica a ChildMind Institute, que el cóctel de vulnerabilidad, la necesidad de validación y el deseo de compararse con sus amigos, forma lo que ella describe como una “tormenta perfecta de baja autoestima”.
¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a los niños a desarrollar una relación segura y razonable con las redes sociales antes de que sean independientes?
La Dra. Wick dice que evitar que los adolescentes caigan en la trampa de las redes sociales es más complicado de lo que parece. “No se trata de quitar el teléfono o tener una sola conversación”. Dice ella: “Los padres deben ser diligentes para asegurarse de que los niños reciban una dosis de realidad y necesitan modelar comportamientos saludables”.
Tómese las redes sociales en serio. No subestime el papel que juegan las redes sociales en la vida de los adolescentes, advierte la Dra. Wick. “El poder de una imagen visual es tan fuerte, que es desorientador”. Muchos adolescentes, dice ella, nunca conocieron un mundo en el que las redes sociales no existían, y para ellos las cosas que suceden en línea (desaires, rupturas, “me gusta” o comentarios negativos) son muy reales. Cuando hable de las redes sociales, asegúrese de estar escuchando realmente y tenga cuidado de no descartar o minimizar las experiencias de su hijo adolescente.
Asegúrese de estimularlos a pensar más allá de la cajita de recortar fotos. Cuando hable con su hijo sobre las redes sociales, anímelo a explorar el tema de una manera más crítica. Una buena forma de comenzar es intentar preguntarle qué cree que ha sido recortado o editado de las imágenes “perfectas” de sus amigos y por qué. Eso puede llevar a preguntas más grandes. ¿Crees que tus amigos son realmente las personas que parecen ser en línea? ¿Lo eres tú? ¿Cuál es el propósito de publicar una foto? ¿Cómo es que obtener un “me gusta” se siente bien? ¿Mirar las redes sociales afecta tu estado de ánimo?
Modele una respuesta saludable al fracaso. “Los niños tienen que entender el mensaje de que está bien fracasar”, dice la Dra. Wick. “Y no solo que está bien fracasar, sino que mostrarlo también está bien”. Si los padres ocultan sus propios errores, es menos probable que los niños se sientan bien con algo menos que el éxito. “Cuando las cosas no salen como lo planeó o un proyecto sale mal, muéstrele a su hijo cómo aceptarlo con gracia”, agrega. “Hágales saber a los niños que el fracaso es parte de cómo aprendemos a tener éxito, que no es nada de lo que avergonzarse, y permítales que lo vean a usted levantarse e intentarlo de nuevo”.
Elogie (y muestre) el esfuerzo. “El esfuerzo es algo de lo que debemos estar orgullosos”, dice la Dra. Wick. “No nos cansamos de repetir esto”. Los padres deben dejarles saber a los niños que mostrar su trabajo es algo digno de elogiar, no ocultar. Cuando su hijo haya trabajado arduamente en algo, elogie sus esfuerzos sin importar el resultado. También es útil examinar cuán cómodo se siente usted mostrando sus propios esfuerzos, especialmente aquellos que no tienen éxito. Estar orgulloso y abierto acerca de su propio trabajo es un poderoso ejemplo para su hijo.
Tome unas “vacaciones de redes sociales”. Si le preocupa que su hijo está demasiado envuelto en las redes sociales, intente tomarse unas vacaciones sociales. “Esto significa todos”, dice la Dra. Wick. “Si le está pidiendo a su hijo que tome un descanso, practique lo que predica y comprométase a mantenerse alejado de los medios también. Puede ser tan difícil para los padres desconectarse como lo es para los niños”.
Confíe en las personas, no en las imágenes. Finalmente, no confíe en las redes sociales para saber cómo le va realmente a su hijo. Puede publicar selfies sonrientes durante todo el día, pero si parece infeliz o suena infeliz en el teléfono, no lo deje pasar desapercibido. Asegúrese de que sepa que es seguro hablar con usted al animarlo a compartir sus sentimientos y apoyarlo cuando lo haga. Asegúrele que no está decepcionado y hágale saber que está orgulloso de él por haberlo hecho. “Estoy tan feliz de que hayas llamado. Parece que te sientes realmente abrumado, estoy aquí y te amo. Hablemos de esto juntos”, concluye.
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