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El glutamato monosódico es un aditivo que se utiliza para potenciar el sabor de los alimentos, especialmente los salados y los procesados. Es la razón por la cual son tan apetecibles, ya que activa receptores específicos en nuestro cerebro, lo que intensifica nuestra percepción del sabor, así como también el aumento del deseo de consumir más cantidades de esos alimentos.
Este efecto ha llevado a la creencia de que puede ser "adictivo", aunque realmente no se trate exactamente de una adicción química, sino más bien un deseo de repetir la experiencia gustativa. El problema está en que, consumido en exceso y sin respetar las cantidades recomendadas, puede ser perjudicial para la salud.
Los beneficios del glutamato monosódico se centran principalmente en su capacidad para mejorar el sabor de los alimentos sin aumentar significativamente el contenido de sodio. Esto quiere decir que puede sustituir el consumo de sal y controlar dichas cantidades cuando de reducir la ingesta se trata.
¿Realmente tiene efectos nocivos para la salud? La respuesta tiene muchos matices y a lo largo del tiempo ha generado versiones enfrentadas, sin llegar a una conclusión firme. Lo que sí es cierto es que no es tan nocivo como lo pintan.
Entidades reguladoras de la alimentación como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU.) y la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) han hecho revisiones rigurosas y concluyen que el glutamato monosódico es seguro para la mayoría de las personas cuando se consume en cantidades moderadas. Sin embargo, en Europa es obligatorio declararlo en el etiquetado y piden la revisión de dichas cantidades.
Se aconseja consumir cantidades moderadas de glutamato, pero ¿qué se entiende por "moderadas"? En cuestión de dulce y salado la escala de satisfacción es muy variable.
Así que lo mejor es regirnos por lo que establecen los organismos oficiales como la OCU, donde publican que la EFSA recomienda la revisión de "las cantidades máximas de ácido glutámico y glutamatos permitidas, en particular en grupos de alimentos como bollería final, sopas y caldos, salsas, carnes y productos cárnicos, sazonadores, condimentos y suplementos alimenticios".
La Unión Europea permite una adicción de 10 g de glutamato por cada kg de alimento en la mayoría de los casos. Sin embargo, cuando utilizamos productos que sustituyen a la sal, ensaladas y otros condimentos, no existe límite, por lo que el consejo sobre las cantidades queda en manos del fabricante de acuerdo a las "buenas prácticas de fabricación".
Para la mayoría de las personas, el consumo de glutamato monosódico no presenta un riesgo directo para la salud endocrina, pero en el contexto de una dieta alta en alimentos procesados, podría contribuir a problemas metabólicos como la obesidad, que está directamente vinculada a desequilibrios hormonales como la resistencia a la insulina y alteraciones en las hormonas del hambre, como la leptina y la grelina.
Aunque no todos son sensibles al glutamato monosódico, quienes presetan síntomas como dolor de cabeza o fatiga después de consumirlo deben prestar atención a cómo se sienten. En términos generales, el mensaje sería que mantener un equilibrio en la dieta es fundamental para evitar sobrecargas que puedan alterar la función hormonal y el bienestar general.
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