20 años del convenio con Defensa en San Fernando: cuando se prometió un millón de metros cuadrados de suelo
Dos décadas después de la firma del protocolo con Defensa para iniciar la desafectación de suelos en La Isla, no hay planes para liberar ni un metro cuadrado de Camposoto ni a corto ni a medio plazo
En Janer se puso la primera piedra de un parque comercial el año pasado y los polvorines siguen paralizados desde que caducara el convenio
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El 30 de julio de 2002, el Ayuntamiento de San Fernando y el Ministerio de Defensa firmaron un protocolo de intenciones para desafectar un millón de metros cuadrados de suelos militares que no tenían un uso activo en el término municipal isleño. El acuerdo –además de los terrenos de Janer y de los polvorines de Fadricas– incluía en una fase inicial la liberación de hasta 340.000 metros cuadrados del acuartelamiento de Camposoto con la idea incluso de ampliar esta oferta en negociaciones posteriores entre ambas administraciones.
Acaban de cumplirse 20 años de aquel convenio que, aunque pronto quedó en papel mojado, supuso en su momento un auténtico hito que ha marcado en todo este tiempo la pauta de las relaciones entre el Consistorio isleño y Defensa a la hora de tratar un tema en el que, a pesar de que se considera clave para el desarrollo futuro del municipio, apenas se ha avanzado a lo largo de dos décadas.
No, desde luego, en la forma en la que se pensaba en aquel verano de 2002 que tantas esperanzas despertó en La Isla. Y menos aún en lo que concierne al tema de Camposoto, que son los suelos 'de oro', los que que más interesan a La Isla por su indudable valor turístico dada su cercanía a la playa, donde siempre se ha anhelado ese desarrollo hotelero del que San Fernando –a diferencia de las localidades vecinas– carece por completo.
Tanto es así que, después de todo este tiempo sin novedades en este sentido, las otrora sonadas reivindicaciones –de las que la ciudadanía participaba activamente– se han enfriado y han dado paso a un creciente escepticismo, sobre todo tras el cierre de no pocas unidades e instalaciones de la Armada y la desaparición de una economía que se apoyaba en gran medida en lo militar, que colapsó tras la supresión de la mili y la posterior reorganización de las Fuerzas Armadas.
La reacción es comprensible porque los isleños tienen ilustrativos ejemplos al alcance de la mano: siempre será mejor tener una instalación militar en activo que no un solar de medio millón de metros cuadrados abandonado y sin posibilidades de desarrollarse a corto e incluso a medio plazo, que es lo que ha ocurrido con los suelos de polvorines de Fadricas y Punta Cantera, que se extienden entre Caño Herrera (Bahía Sur) y La Casería.
En este caso concreto, aunque los suelos estaban dentro de aquel protocolo de intenciones, el Ayuntamiento isleño se vio forzado a 'pelearlos' en una larga batalla judicial emprendida tras la reserva de suelo que promovió el gobierno municipal en 2007 ante el bloqueo político de las negociaciones con el Ministerio para desarrollar estos terrenos. La sentencia, favorable al Ayuntamiento, llegó en 2011. Y al año siguiente dio paso a un acuerdo de bases con todos los propietarios: Defensa (que tiene el 41% de los terrenos), los reversionistas que hicieron valer sus derechos tras la desafectación de los suelos (43%) y otro grupo formado por pequeños propietarios.
El desarrollo planteado para la zona incluía un amplio corredor verde aprovechando la zona de dominio público y el entorno de Punta Cantera, instalaciones deportivas, espacios para la hostelería, un hotel, un puerto deportivo... Y hasta 1.750 viviendas, de las que 890 serían protegidas. La actividad comercial y la económica quedaba patente con una superficie propuesta de 26.000 metros cuadrados. El ordenamiento municipal reservaba, además, hasta 26.721 metros cuadrados para la ejecución del sistema general viario.
Pero esos planes, evidentemente, nunca se llevaron a cabo. Se paralizaron con las consecuencias de la crisis financiera de 2008 y el convenio suscrito con tanto esfuerzo caducó poco después. El Plan de Protección del Corredor del Litoral Andaluz, que posteriormente también fue anulado, llegó a condicionar también ese desarrollo que se había planteado inicialmente. En 2018, el Ayuntamiento isleño hablaba de un nuevo borrador que estaba pendiente de dicha normativa, pero en los últimos años no se han dado más pasos. Numerosos ciudadanos, eso sí, hacen uso a diario de la zona para pasear por un paraje natural de gran belleza.
Tampoco corrieron mejor suerte los 65.0000 metros cuadrados de Janer, que tuvieron igualmente que afrontar una larga y azarosa historia durante casi dos décadas –que incluyó su compra por parte de Zona Franca y su posterior venta a una multinacional holandesa (Ten Brinke)– hasta que en septiembre de 2021, pronto se cumplirá un año, se colocó la primera piedra del futuro parque comercial que levantará en estos suelos. Los obras de urbanización del recinto están ahora a punto de terminar. Y La Isla aguarda expectante el anuncio de las firmas que se asentarán en este nuevo recinto, donde también se prevé un hotel de 10 plantas.
Camposoto, sin embargo, sigue siendo un caso aparte a pesar del supuesto interés que suscitan estos suelos. Ni un solo metro cuadrado se ha desafectado en estos 20 años, ni –a estas alturas– parece que se vaya a liberar. La última reunión entre el Ayuntamiento mantuvo y la Dirección General de Infraestructura del Ministerio de Defensa que trascendiera y de la que se diera cuenta a los medios se remonta a septiembre de 2020. En ella se habló de "abrir nuevas vías de interlocución y avanzar en las diferentes cuestiones que afectan a San Fernando y que son de diferente índole y complejidad administrativa". Eso, claro, incluía los terrenos sin uso activo del acuartelamiento de Camposoto y la discutida ubicación del campo de tiro existente junto a la playa.
Lo cierto es que Defensa sí ha ofrecido al Ayuntamiento de San Fernando la posibilidad de desafectar hasta 17 hectáreas de suelo del acuartelamiento de Camposoto, la mitad de lo que se contemplaba en aquel protocolo de 2002. Lo hizo en julio de 2016, pero el Ayuntamiento isleño mostró sus reparos ante la ubicación de los terrenos que se ofrecían, en la parte más lejana de la playa –en la zona colindante al parque del Cerro y La Almadraba– donde no solo tenían menos atractivo para implicar en la operación a un potencial operador turístico sino que además se trataba de suelos que arrastraban servidumbres y una importante carga arqueológica, lo que dificultaba también su posible desarrollo urbanístico. Así que, una vez más, aquel esperanzador anuncio que se pensaba que iba a abrir al fin la puerta de la desafectación de suelos militares quedó en nada.
El campo de tiro y la playa
Dos décadas después del protocolo de intenciones suscrito entre el Ayuntamiento isleño y Defensa, la mentalidad de los isleños también ha cambiado con respecto a la desafectación. A diferencia de lo que muchos isleños pensaban hace 20 años, hoy prácticamente nadie cuestiona la permanencia de las unidades del acuartelamiento de Camposoto aunque se hable de compatibilizar sus intereses con las lógicas aspiraciones de La Isla en pro de su desarrollo turístico. La reacción de rechazo que provocaron los planes de cierre del Centro de Formación de Tropa número 2 (CEFOT-2)en 2014 fue, en este sentido, especialmente significativa. Las reivindicaciones, además, se han enfriado con el paso de los años ante la ausencia de novedades, gobernara el PP o el PSOE en Madrid.
De hecho, el debate de los terrenos de Camposoto se ha limitado recientemente al campo de tiro que existe junto a la playa isleña, especialmente tras la potente inversión que en los últimos años se ha llevado a cabo para su puesta a punto y que ha incluido la reordenación de sus accesos y bolsas de aparcamiento, la construcción de un paseo y la renovación de todo el mobiliario playero.
Lo que se pretende es su reubicación en el interior del acuartelamiento al objeto de liberar el kilómetro y pico de playa de Camposoto que todavía sigue en manos de los militares.
Hasta el PP ha insistido en los últimos meses en este tema al lanzar varias iniciativas parlamentarias y alentar incluso a la puesta en marcha de "un frente común" para exigir la reubicación de dicho campo de tiro, que por cierto no es ni mucho menos una instalación sin uso. Antes bien, el recinto no solo es utilizado por los alumnos de Camposoto sino también por otras unidades militares y otros miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para hacer prácticas de fuego real.
Lo cierto es que Defensa planeó el traslado del campo de tiro y la construcción de una nueva galería en el acuartelamiento allá por 1999. Hubo partidas presupuestarias asignadas, proyecto y hasta fecha de inicio para las obras. Pero finalmente se dio marcha atrás, en gran parte por el rechazo del Ayuntamiento y por la activa campaña en contra de la construcción de dicha galería que se promovió entre los colectivos ciudadanos y que partidos como el PSOE alentaron con entusiasmo dado que se pensaba que dicha instalación iba a hipotecar la futura desafectación de Camposoto. Así que si el campo de tiro persiste aún hoy en día es gran medida culpa de aquella errónea estrategia.
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