El Cristo de Jerez

Opinión

"Es, junto al Nazareno, la auténtica y verdadera devoción popular de todo el pueblo de Jerez".

El Cristo de la Expiración, rodeado de hermanos y de público, por la calle Barja.
El Cristo de la Expiración, rodeado de hermanos y de público, por la calle Barja.
Andrés Luis Cañadas Machado

25 de marzo 2016 - 01:00

NO necesita de mas apelativo para reinar sobre el pueblo jerezano y convertir la última jornada de nuestra Semana Santa en el día en que, sin que se sepa muy bien que ocurre, la ciudad entera de un extremo a otro se conmueva hasta sus cimientos y todas las miradas sean para El, todas las plegarias se eleven hasta su Calvario y los suspiros se enreden en esos singulares "cardos" que iluminan el imponente galeón de su original "paso" mientras desde San Telmo se nos viene al corazón de la ciudad para redimirnos…

Es, junto al Nazareno de Cristina, la auténtica y verdadera devoción popular de todo el pueblo de Jerez y la razón de ser; el santo y seña de una ciudad que desde siempre ha postrado su rodilla en tierra ante ambas imágenes a las que otorga el protagonismo principal de la conmemoración pasional muy por encima de cualquiera otra advocación de las que de Domingo de Ramos al antiguo Sábado Santo - ahora inhábil a pesar de los recalcitrantes que se empeñan en lo que no puede ser por mucho que traigan a colación Sevilla - nutren la ya muy extensa nómina de las Hermandades jerezanas.

Y es que no solo dan nombre secularmente a la Madrugada Santa sino que revisten el día en que la Iglesia se pone de luto al rememorar la muerte en la Cruz del Hijo del Carpintero de esa aureola indescriptible que estremece y contagia y que sin que se sepa muy bien por qué nos llega a todos a los mas profundo del corazón.

Esa es la historia y la tradición de la Semana Santa jerezana, ese el compromiso que deberíamos preservar para no caer en tantas sevillanas imitaciones que por muy justificadas que estén por nuestra pertenencia tantos años a la Archidiócesis hispalense finalmente nos han llevado a perder buena parte de lo propio y autóctono, despersonalizando en buena medida la conmemoración pasional de nuestro pueblo a pesar que de la mano de dicha tendencia imitadora en ciertos casos hayamos mejorado el conjunto estético y artístico de las Cofradías de esta tierra…

Y es que singularidades que se fundamentan en Hermandades como la jesuítica dolorosa de Amor y Sacrificio, el concepto vanguardista del Cristo del Perdón, que tallara Pinto, el Jesús Nazareno de Letrán y el imponente Cristo expirante de San Telmo, el de los ojos esparpitaos que canta la Saeta, por citar tan solo algunas de ellas, son sin duda el inmenso tesoro de la Semana Santa de Jerez por el que quienes se sientan y se proclamen cofrades deberían preocuparse en preservar y potenciar de aquí en adelante como una seña distintiva de nuestra identidad cofrade, tan respetable como hermosa, tan importante como las que otras poblaciones cercanas de referencia han sabido hacer de lo suyo precisamente por no dejarse influenciar por modas ajenas y tantas veces con escaso mérito para ser copiadas… Como ejemplo incontestable, aquí está el Cristo de Jerez.

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