El Getsemaní del Prendimiento

Cada Lunes Santo, los hermanos tienen la tradición de ir a cortar el olivo que procesiona junto al Señor de Santiago Estas líneas componen la crónica de este laborioso proceso

El Getsemaní del Prendimiento
El Getsemaní del Prendimiento
J.p. Lobato

01 de abril 2015 - 01:00

QUE el Lunes Santo no se vive igual en todos los barrios de Jerez es una realidad. Cada uno tienes sus devociones y sus hermandades más veneradas e incluso hay quien está ya en plenos preparativos para la próxima salida. Este es el caso del barrio de Santiago. Cuna del flamenco, del arte y, por supuesto, de Jesús del Prendimiento. La segunda jornada de la Semana Santa es la que utilizan los hermanos para dotar al paso de misterio de una de sus mayores singularidades: el olivo que representa uno de los episodios clave de los evangelios con el Getsemaní de contexto.

Una comitiva de hasta 16 hermanos y costaleros parte desde primera hora de la mañana desde el corazón de Santiago hasta una finca de Cádiz, de origen desconocido este año. "Nos ha pedido el dueño, que nos lo ha ofrecido este año por primera vez, que quiere mantener el anonimato", confiesa el tesorero y organizador de este periplo, Antonio Aguilera. En una excursión la semana pasada, los hermanos eligieron tres olivos finalistas para acompañar al Prendimiento por las calles de Jerez para el Lunes Santo elegir al ganador.

"El olivo que vaya el paso de misterio del Prendimiento tiene que reunir muchas características -asegura Aguilera-. Tiene que tener el tronco derechito, entrar en el cajetín, estar floreado, que las ramas sean finitas para que no haya ningún percance y pueda pasar por todos lados..., es que es muy complicado. A lo mejor ves un olivo precioso por arriba pero tiene un tronco así de gordo -hace un gesto con las dos manos-, y no te sirve porque cuando pases por el arco o la puerta vas destrozando todo y la presión puede partir incluso el paso".

Hace seis años, precisamente, ocurrió un percance de este tipo, ya que la presión ejercida por el olivo al chocar con la puerta rompió una trabajadera. El mayordomo de la hermandad asegura que "fue un fallo humano porque se levantó el paso antes de salir. Intentamos evitar ese tipo de riesgos".

De esta forma, el olivo del Prendi debe medir de alto 2,85 metros -contando con el trozo que queda dentro del cajetín- y sobresalir más o menos medio metro por cada lado del paso, "para que vaya barriendo y limpiando bien todas las farolas y balcones de Jerez", bromea Antonio Aguilar.

La procesión de hermanos del Prendimiento llega al asilo sobre las dos de la tarde. Un camión porta el enorme olivo, así como una rama para tapar posibles 'calvas' del árbol una vez montado. Y aquí empieza el verdadero dilema de los Lunes Santo.

El interior de la capilla del asilo San José se prepara para el momento. Los pasos se disponen cada uno en una esquina, los enseres alejados y las tulipas de los candelabros del misterio reposan bajo el ara. La veintena de hombres dispuestos a ayudar llegan con color salmonete a causa del abrasante sol que protagoniza el Lunes Santo. Y entonces bajan el olivo desde el camión.

Los hermanos se llevan las manos a la cabeza cuando lo ven entrar por el patio exterior del asilo, es tan frondoso que casi no cabe por la puerta. Dentro la capilla, entre diez hombres lo ponen sobre una silla de tal forma que Andrés, uno de los protagonistas del evento, pueda empezar, motosierra en mano, a dar forma a la parte baja del árbol para que pueda entrar en el cajetín de 20x20.

La tecnología se hace notar, y desde el techo baja una polea que se controla con un mando a distancia. Tras talar el bajo del árbol y deshacerlo de nudos, es el momento de amarrarlo de tal forma que el olivo quede sujeto pero no se rompa una vez la máquina lo suba con la presión.

Tres hombres controlan el olivo desde abajo con una cuerda haciendo contrapeso, otros tres lo esperan encima del paso de misterio -está el conjunto entero excepto San Pedro, en un altar junto a María Santísima del Desamparo-, un grupo se coloca bajo el paso para moverlo según convenga y Andrés, el de la motosierra, se monta encima del árbol para controlar el movimiento.

El momento de elevar el árbol es tenso, ya que la comunicación y la coordinación entre los presente es crucial y el nerviosismo crea el ruido. Una vez consiguen hacer coincidir el árbol con el cajetín se dan cuenta de que no lo han cortado lo suficiente. El grupo debate entre cortar lo que falta arriba o bajarlo abajo. Por respeto a las imágenes y el patrimonio, vuelven a bajar el árbol. Además, hay que darle la vuelta, puesto que la parte más frondosa debe caer hacia atrás y no es así.

El reloj marca las cuatro de la tarde cuando vuelven a subir, de nuevo, el olivo. Entonces se vuelven a dar cuenta que el tronco es demasiado largo y hay que rebajar altura. Hay que repetir el proceso. No son hasta las cinco y pico de la tarde cuando el Señor del Prendimiento puede gozar de su olivo. "Dicen que somos muy brutos, pero es que la esencia del Prendi es su olivo", comentan.

Carmelo Álvarez, el mayordomo de la cofradía explica que "esto no es nada a cuando había que hacerlo en la iglesia de Santiago. Los hermanos tenían que montarse en la azotea con una cuerda e ir moviendo el árbol hasta coincidir. Eso sí que es basto", recuerda ante el pensamiento de que esta será, previsiblemente, la última vez que salgan desde el asilo San José. No solo cambiará la sede, sino también el olivo. " Para salir de Santiago tiene que ser más fino porque el dintel de la puerta no lo permite. Si estaremos en Santiago o seguimos aquí, pues bueno, será lo que Dios quiera".

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