“Hoy te pones de acuerdo con un capataz y ya eres hermano mayor”
Manuel Muñoz Natera | Hermano Mayor de la Sagrada Cena
Manuel Muñoz Natera y su junta ha logrado llevar a cabo un viejo sueño de los cofrades de la Cena: tener su propia casa de hermandad frente a San Marcos
Jerez/Manuel Muñoz Natera posa orgulloso para la fotografía de esta entrevista en la puerta de la nueva casa de hermandad. Era la gran asignatura pendiente de la cofradía de la Sagrada Cena. Tuvo que ser Natera quien pusiera la guinda al pastel o quien ajustara las cuentas con el destino. No en valde, cincuenta y ocho años de entrega a su hermandad vale, al menos, como para que la memoria no olvide nunca a este cofrade único e irrepetible. Un hombre comprometido que odia las torceduras y que compromete su lealtad a quienes van siempre de frente por la vida.
—Lo primero en plantearle sería que nos contará cómo se hace realidad la casa de hermandad, el viejo sueño de los cofrades de la Cena.
—Gracias al Señor y a la Santísima Virgen hemos conseguido lo que durante muchos años anhelábamos en la corporación. Le faltan muchas cosas para rematarla, pero lo fundamental es que ya está abierta. Lo demás se irá haciendo poco a poco. Es un sueño cumplido, sin duda. La hermandad se origina con una gran claridad de ideas. Las que tenían algunos hermanos que eran señores y que lo tenían todo muy claro. Cofrades como Juan Cervilla Ortiz, Pepe Soto Pala o Justo Garzón Martínez por poner algunos ejemplos. Después vino en el año 1974 don Carlos González García-Mier que siempre estuvo con nosotros porque lo que había antes es mejor no acordarse. Le cuento todo esto porque, aunque había esa claridad de ideas, no tuvimos la oportunidad de poder hacer nuestra casa de hermandad en propiedad. Pero todo llega y una vez hecha la cofradía era la hora de apostar por la casa de hermandad.
—¿Cómo usted habiendo dado tantas casas de hermandad nunca buscó una para la suya?
—Nunca la quise. De hecho, Pedro Pacheco siempre me lo decía que cuándo se iba a hacer la mía. Pero yo nunca he querido que me señalen. Si algún día tenemos una casa de hermandad que sea porque los propios hermanos la han conseguido. Aquella fue una época en la que muchas hermandades tuvieron la suya pagada por el Ayuntamiento. Nada de que la pagaron las hermandades. Por eso hemos tardado tanto. También es verdad que nunca hemos querido alejarnos de San Marcos. Queríamos algo cercano a la iglesia y este local era idóneo. En los años ochenta se intentó, pero los precios eran inalcanzables. Finalmente pudimos llegar a un acuerdo con la familia propietaria del local y se firmó la compra venta. Han sido cuatro años pagando la casa y, cuando se ha pagado, la hemos obrado. Está todo pagado y estamos al día.
—Quizá los cofrades tendrían que hacer un monumento a Pedro Pacheco y a Manuel Muñoz Natera por los servicios prestados.
—Los comienzos en el mundo de las cofradías por parte de Pedro Pacheco fueron de la mano de José Luis Valle y de mí. Ha ayudado muchos a las hermandades. Las que se saben y las que no se saben. Él fue el que le dio un vuelco a la carrera oficial. De eso no cabe duda. Después lo han cambiado todo y está todo esto como les da la gana a unos cuantos. Debíamos de estar en la esquina de la Porvera con Chancillería y Escuelas. Ese es el comienzo perfecto de la carrera oficial. Y el final en la plaza de la Asunción. Pero sí. Pedro hizo mucho y bueno por las hermandades.
—¿Cuánto le queda de mandato?
—Estoy en un año de prórroga que me dieron. Acabamos en junio. A ver si me presento otra vez. No lo tengo claro del todo. Me gustaría acabar con la casa de hermandad que faltan las vitrinas y algunas cosas más. Un pellizco. Los sablazos se me dan bien y me tocará seguir pidiendo. Lo que ocurre es que los hermanos me ven y cambian de acera. Pero yo les echo el lazo pronto (risas).
—Es usted incombustible.
—Llevo cincuenta y ocho años en la hermandad. Es una hermandad de categoría y lógicamente hay que tener cuidado porque ya tenemos ejemplos de personas que entran nuevos en juntas y acaban cambiándolo todo. Sin respetar el pasado. Y eso no puede ser. Todo es coger el martillo, cambiar de mayordomos y de vestidor para poner a sus amigos. Nadie piensa en respetar la línea que nació en un origen. De todas formas, en mi junta hay gente muy válida que podría ser perfectamente hermanos mayores.
—No se respeta el pasado.
—Yo creo que no lo respetan porque no lo conocen bien. Yo querría que todos lo que viene a apuntarse primero se leyeran un libro que contara la historia de la hermandad. Y una vez leído que volviera a apuntarse. Pienso que si se conociera bien la hermandad nadie querría cambiarla porque cuando algo se conoce de verdad no se puede variar ni descafeinar.
—¿Cómo están las cofradías?
—Muy distintas a las que yo conocí de joven. Hoy cualquiera es hermano mayor. Ponerte de acuerdo con un capataz y ya lo tienes todo. Hay poca formación y no todo el mundo puede ser hermano mayor. Esto necesita haber echado muchas horas y tener una cierta formación. Recuerdo a don Rafael que hizo unos cursos de formación para los dirigentes. Después, creo que don Juan, también lo hizo. Había unos conocimientos por lo menos básicos. Pero lo que hay ahora no es normal. Hasta los directores espirituales tienen problemas para hacer los informes porque muchas veces no conocen ni a las personas que se presentan para una junta de gobierno. La cosa ha cambiado mucho y a peor.
—¿Tendremos magna?
—Espero que sí. Pero tendrá que ser como debe de ser. En el año 2000 no hubo el problema que tenemos ahora. Los pasos estaban montados y era cambiarles los codales, cuatro claveles y para la calle. Ahora, en octubre, es distinto. Hay que montar un palio y eso no es gratis. Si no somos capaces de hacerlo bien nos puede costar el dinero como ha ocurrido ya en una ocasión. Los gastos hay que asegurarlos. En nuestro caso, ahora, estamos mal porque todo va destinado a la casa de hermandad. Así que si se me pagan las flores y la cera estamos en la calle. Al menos pido que no me cueste el dinero. Así se lo voy a plantear a los hermanos en el cabildo extraordinario que tengamos. Tampoco el reparto puede ser el mismo. No es lo mismo montar un palio que salir en una parihuela. Todo eso hay que pensarlo muy bien y yo veo todo muy en el aire.
—Don Manuel, veo que no están por aquí las llaves de la calle Tornería ¿estarán pronto colgadas en una de estas paredes?
—La calle Tornería se ha perdido. Le dejé la llave a uno y se han hecho mil copias (risas). Todo el mundo quiere Tornería. Lo que está claro es que la Tornería es de la Sagrada Cena cuando llega el Lunes Santo.
—Ya está aquí la Semana Santa.
—Ya estamos ahí. Solo deseo que tengamos una Cuaresma buena y que la Semana Santa venga pletórica. Aprovechemos este tiempo de Cuaresma para convertirnos que somos todos unos pecadores (risas).
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