Misericordia para los hombres

La Candelaria

A pesar de pillarle el 'chispeo' en calle Larga, la hermandad decidió continuar su estación de penitencia

El paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias internándose en el barrio de La Plata, con el palio de la Virgen de la Candelaria al fondo.

Foto: Manuel Aranda
El paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias internándose en el barrio de La Plata, con el palio de la Virgen de la Candelaria al fondo. Foto: Manuel Aranda
Juan Pedro Lobato

26 de marzo 2013 - 01:00

LA Plata muestra una lección de saber ser cofrade cada Lunes Santo. Se convierte en el punto de referencia de todas las nuevas hermandades que nacen en barrios arraigados de la ciudad. Muestra es la cantidad de público que se agolpa a forma de tribuna en la rotonda frente a Santa Ana. Un mar de gentes que se empieza a agolpar desde media hora antes en el enclave a la espera de que el módulo anexo a la parroquia abra sus puertas para que el numeroso cortejo de La Candelaria en las calles de su barriada tonos morados y blancos.

Por desgracia, este año ha sido el sol el que se ha querido perder la cita en Santa Ana, pero eso no preocupa a los niños que ilusionados no pueden contener las ganas de ir a correr por la plaza de la Constitución antes de que se abran las puertas y la cruz de guía plata y oro pisen las calles de Jerez anunciando una nueva estación de penitencia de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias. El momento ocurre rozando las cinco y media de la tarde ante el cielo encapotado, pero tranquilo, que reina en La Plata.

A forma de capataz y guía, el imponente romano de plumas negras parece señalar a Jesús a donde tiene que dirigir la mirada y camino, justo al pueblo, justo a aquellos que son testigos de las maniobras de los hombres que mecen al Rey de Santa Ana, mientras éste se ve a sí mismo reflejado en el paño de la Mujer Verónica. Tras la salida del romano, los sones de La Sentencia anuncian, aunque no hace falta porque los aplausos se adelantan a la corneta, que Jesús de las Misericordias ya está en la calle. La situación del cielo oscurece aún más la perfecta canastilla caoba obra de Manuel Guzmán Bejarano, que porta las seis imágenes que componen el conjunto escultórico de la hermandad.

Tras la salida del Señor es el racheado del palio, los hombres de la Virgen niña, de La Candelaria, los que con cuidado y delicadeza comienzan a realizar el trabajo necesario para poner a María en la calle. Exornada con flores blancas, la talla del imaginero Manuel Prieto Fernández es puesta en la calle ante la merced de los pasos de los costaleros, dirigidos por Mariano Tizón. A su salida, una cuadrilla de costaleros lanzan a María pétalos desde la azotea de la Casa de Hermandad.

Las nubes se portaron durante el recorrido de la hermandad hasta la calle Larga, cuando fue sorprendida por unas gotas de lluvia que decidieron obviar. Al cierre de esta edición, tras una reunión de unos minutos en la Catedral, la cofradía decidió continuar el camino a su templo acortando el recorrido por José Luis Diez.

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