La Pasión según La Constancia
La Paz
La Paz ofrece grandes momentos que sólo se vieron alterados al lloverle de recogida en el barrio de San Pedro
CUATRO y media de la tarde. Hora casi torera a la que se abrieron las puertas de la Parroquia de Fátima e hizo su aparición la Cruz de Guía de la hermandad más joven de las que hacen la Carrera Oficial de nuestra Semana Santa. Aquellos niños que un día de los ochenta jugaron a ser cofrades en un barrio donde no había otro aliciente mayor en nuestra Semana Santa, se han hecho grandes de la mano de Don Ventura, su párroco, y, tras no pocas horas de trabajo y esfuerzos, han logrado poner en la calle una cofradía con una elegancia que, a priori, no se les presumía.
No ha sido precisamente poco lo que los cofrades de esta céntrica y, a su vez, populosa barriada han trabajado para que ese sueño hecho realidad el año pasado, siga haciéndose presente en esta Semana Santa: ni el momento actual de crisis ni la lógica bajada de entusiasmo tras haber alcanzado la meta de ir a la Catedral en 2011 han mermado las ganas de los hermanos de Fátima y de todo el barrio, volcado, esta vez aún más con el cambio de recorrido, con su Hermandad.
Los primeros tramos de un cortejo formado por más de 200 nazarenos, ataviados de manera elegante con túnica y capa blancas y antifaces de color carmesí, comenzaron a desfilar antes de que las andas del Señor de la Paz, que este año estrenaban el tallado de los laterales del canasto y la crestería, obra del maestro Antonio Ibáñez, hiciera su aparición por la puerta trasera del moderno y funcional templo que hace de sede canónica a esta joven y, sin embargo, dinámica Hermandad. Como cada año, calzando cuarenta costaleros a las órdenes de Jesús Caro, su capataz de siempre y “alma mater” de esta Hermandad, y a los sones de la marcha “Santa Cruz de Fátima”, estrenada este Lunes Santo e interpretada por la Agrupación Musical Ntra. Sra. de Valme de Dos Hermanas, hacía los honores a esta imagen de Jesús de la Paz que bendijera el recordado Don Rafael Bellido Caro allá por 1999.
Digna es de reseñar, la total identificación, casi simbiosis, de esta Hermandad con los Bomberos de Jerez, hermanos de honor de la misma: antes de salir la Cofradía a la calle, cuatro nazarenos se dirigieron al Parque de Bomberos a solicitar la venia para que miembros de este cuerpo se hicieran presentes en el cortejo dando escolta a los Titulares y acompañando con su banderín a la Cofradía. Hermoso detalle a reseñar fue la ofrenda floral que, como cada año, y desde la autoescala, brindan al Señor de la Paz y a la Virgen del Refugio estos hombres y mujeres que día a día arriesgan sus vidas en beneficio de todos.
Y por fin Ella. En su palio (aún sin terminar, pero que con el tesón de estos cofrades, no tardará mucho en estar completo), la Virgen del Refugio comenzó a andar por las calles de su barrio con los treinta costaleros que van a las órdenes de José Luis Lobato. La hermosísima dolorosa que saliera de las gubias de Elías Rodríguez Picón aparecía radiante, llegando al culmen de la elegancia a los sones de “Desamparo,” de Germán A. Beigbeder por Tornería, camino ya de su templo, al que llegaría en torno a la medianoche, no sin antes, bendecir con su presencia al barrio de la Albarizuela. Fue allí, al cierre de esta edición, cuando la cofradía vió como le llovía al entrar en Bizcocheros y decidió acelerar el paso.
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