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La Pasión según Santiago

El Prendimiento

Si las previsiones se cumplen, el año que viene Jesús del Prendimiento volverá a salir de su templo.

Todo el barrio de Santiago arropa a su Prendimiento cuando éste comienza a abandonar sus calles camino de la Carrera Oficial. Foto: Miguel Angel Gonzalez
J.p. Lobato

02 de abril 2015 - 01:00

MIÉRCOLES Santo es sinónimo de día grande. Una grandeza que se respira por el barrio que es cuna del flamenco y de Jesús del Prendimiento. El Señor de Santiago por antonomasia es el titular de la hermandad que pone el broche a una completa jornada que se extiende desde los confines La Granja hasta esta zona, historia viva del arte jerezano exportado a medio mundo. También es un día de recuerdos, de esas personas que aprecian la arquitectura e historia de la ciudad y no pueden evitar pasar la mirada por la eterna en obras iglesia de Santiago mientras se dirigen al asilo San José. Si la previsión se cumple y el tiempo acompaña, las puertas del templo flamenco volverá a ser refugio de Jesús del Prendimiento y María Santísima del Desamparo.

A pesar de que los orígenes de la hermandad se remontan al siglo XVII, por petición (cómo no) de cantores y albañiles, la cofradía del Prendimiento ha sabido reponerse a los distintos varapalos de su difícil historia. Volvió a la vida gracias a su Jerez después de haberse extinguido durante más de cien años. En este último siglo también ha tenido que bailar al son que han marcado las distintas rehabilitaciones de su sede canónica. Los hermanos han tenido que refugiarse en San Juan de los Caballeros, San Marcos, la Victoria y, por último, el asilo San José.

Sin embargo, ni los reveses arquitectónicos ni los cambios de sede canónica han tocado un ápice de la devoción que el barrio en particular, y Jerez en general, procesa a este moreno Jesucristo. La historia tampoco se aclara sobre si se trata de una obra de La Roldana o Francisco Camacho. Lo cierto y lo fijo es que no importa a quien se atribuya las gubias, ya que la talla dolida y sangrante del Prendimiento es una de las más perfectas de la Semana Santa jerezana. La belleza de la imagen de Jesús resalta, como si le hiciera falta, con la fealdad de sus dos sayones, los míticos Candileja y Chupaceite. La escena en el Getsemaní se completa con la armoniosa talla de San Pedro orante bajo un inmenso olivo, esencia de la hermandad, que ha protagonizado algún susto a la salida de la hermandad debido a su tamaño.

La puerta de la capilla del asilo San José se aplaude entre aplausos mientras los nazarenos rojiblancos buscan ya la Carrera Oficial por la calle Ancha. A lo lejos se vislumbra el misterio del Prendimiento, con sus candelabros encendidos, mientrasl que los hombres de abajo empiezan a encarar la puerta del asilo. Perfectamente formados, a la salida, ya se encuentra formada la banda de cornetas y tambores de las Tres Caídas de Arcos, uno de los estrenos de la jornada. Los últimos rayos de luz de la tarde empiezan a bañar la cara del Prendimiento, con el sudor convertido en sangre y su Pasión compartida con un barrio que tiene ritmo hasta al aplaudir.

La marcha Real aún suena cuando los costaleros terminan de poner el paso en la calle. Un suspiro general anuncia que el olivo que remata el paso de misterio ha salido, finalmente, por el dintel de la capilla del asilo San José y con su movimiento tan característico, Jesús del Prendimiento se reencuentra con su pueblo.

Los asistentes siguen con la mirada emocionada el caminar del paso de misterio por la que siempre será la sede canónica del Prendimiento, mientras los costaleros incombustibles hacen arte cada racheo. Momentos después empieza a oírse ese sonido tan especial para cualquier cofrade como es el choque entre las caídas de un palio y el varal. Gloria.

La banda del Nazareno de Rota toma el relevo de la de Arcos porque la Reina de Santiago, María Santísima del Desamparo, ya está a las puertas de la capilla. Si la previsión de la hermandad se cumple, además de la salida desde el templo del apóstol, próximamente comenzará la restauración de un paso de palio que es historia viva de Jerez, firmado por Manuel Guzmán Bejarano, Lorenjo Jiménez y Rueda y Tomás Chaveli. Todo un monumento andante de la Semana Mayor por el que la máquina del tiempo no ha pasado en vano.

El calado de la hermandad jerezana ya llena al completo las calles de Jerez engalanando visualmente la Porvera mientras las saetas se suceden a su paso. Con tanta pasión lleva el capataz el paso que en una llamada rompe el martillo a la altura de la Victoria. En la vuelta al barrio, como siempre, los cantos y los rezos fueron absolutos protagonistas de la Pasión según Santiago.

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