El Poder más Soberano que La Granja regala a Jerez

El Soberano Poder

Casi 10 kilómetros conforman la salida procesional de esta corporación nazarena.

Un acólito precede la llegada del dorado paso de misterio de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder rodeado de bloques de pisos en La Granja.

Foto: Vanesa Lobo
Un acólito precede la llegada del dorado paso de misterio de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder rodeado de bloques de pisos en La Granja. Foto: Vanesa Lobo
Javier G. Rincón

02 de abril 2015 - 01:00

EGO sum. 'Yo soy'. Es el lema, tomado de las palabras de Jesús ante el sumo sacerdote Caifás, de una cofradía joven, personalísima, llena de vida y vigor, venida del extrarradio de la ciudad, de una zona que no hace demasiado tiempo estaba situada en el más allá y en la que muchos de sus habitantes más veteranos aún dicen, al coger el autobús, "voy a ir a Jerez".

No nos cansamos de repetirlo cada año, para que quede constancia del esfuerzo que supone para los cofrades de la Granja su estación de penitencia: 9.922 metros, ni uno más ni uno menos, son los que conforman el recorrido de la hermandad del Soberano Poder. Y este año, a la ya de por sí larga distancia, se ha sumado, como protagonista de esta Semana Santa un sol de justicia que hacía que la temperatura se elevara hasta casi los treinta grados a las dos y media de la tarde, hora de ponerse esta cofradía en las calles de La Granja, un barrio éste al que, créanme, han cambiado desde que llegaron.

Nos comentaba su hermano mayor minutos antes de iniciar el largo trayecto que les iba a llevar al primer templo de la ciudad, que este año no estrenan nada material pero sí que se enorgullece de su principal estreno son los nuevos hermanos que van a vestir la elegante túnica soberana. Podrían tomar nota muchas de las hermandades veteranas en cómo esta joven, pero ya clásica, corporación cuida y mima al hermano, no sólo el Miércoles Santo, sino todo el año. Doscientos cuarenta y siete hermanos de fila y noventa pequeñines en la 'pavera' son clara muestra de esto que estamos diciendo.

El numeroso público que se congregaba a la salida de la cofradía esperaba la aparición del paso del Señor del Soberano Poder, exornado este año de rosas rojas dispuestas con una gran elegancia, y escoltado, como cada Miércoles Santo, por agentes de la Benemérita hermanos de la hermandad. Cuarenta y cinco hombres al mando de Raúl Rodríguez, capataz grande y lleno de bonhomía, sortearon la puerta trasera del templo granjero a la búsqueda de su particular 'travesía del desierto', la Avenida de Europa, donde el calor y la deshidratación hicieron trabajar a destajo a los auxiliares de la hermandad, que repartían botellas de agua a los nazarenos. La Agrupación Musical la Sentencia, que acompaña al único paso de esta corporación, muy bien, en su línea, 'pitando' fuerte y por derecho.

En una corporación que cuida tanto los detalles como ésta, no podía dejar pasar por alto el ruego de la Unión de Hermandades de tener presente a los cristianos que son perseguidos en diversas partes del mundo a causa de su fe. Un codal de cada uno de los candelabros delanteros del paso del Señor llevan inscritos la 'nun', letra equivalente a nuestra 'N' en el alfabeto árabe y que identifica a los cristianos como seguidores del Nazareno en las zonas donde están siendo perseguidos y masacrados atrozmente. De igual manera, al paso por la plaza de la Asunción la corporación de la Granja se hizo en un sepulcral silencio, sin que sonaran los acordes de la Sentencia, para que el pueblo de Jerez se uniesen a ellos en oración y solidaridad con este genocidio silencioso y, en no pocas ocasiones, cobardemente callado por los medios de comunicación occidentales.

Por lo demás, el resto del recorrido dio pie a seguir pensando que estamos ante una cofradía grande, cada vez más llena de ilusión, con unas ganas enormes de trabajar por su barrio y por todo Jerez. La salida de la Catedral, el siempre complicado tránsito por la cuesta de Limones, la Tornería, el saludo en San Juan de Letrán al Nazareno y el paso por Fátima, con la acogida de los hermanos de la Paz, buscando el regreso a su barrio por las amplias avenidas del nuevo Jerez.

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