Sinfonía cofrade en verde y negro
Vera Cruz
La señera de San Juan de los Caballeros sigue aportando y ofreciendo una versión sublime de la Semana Santa jerezana
EL hecho de ser la hermandad más antigua de la ciudad, creada expresamente para salir en Semana Santa, no supone tener toda la tarea hecha en el sentido de poder alcanzar una sinfonía cofrade acorde con el buen gusto, el estilo acertado y la sabia conjunción del arte e historia que confluyen en ella. La Vera Cruz siguió siendo fiel a su esquema de cofradía que hay que ver varias veces para saborear cada detalle, cada sonido. Y en el sonido radicó una de las novedades que aportó. Fue la primera cofradía en traer hace justamente 30 años la capilla musical delante del misterio. Ayer cambió para avanzar algo más en ese concepto diferenciador con la incorporación de música antigua de ministriles. Siete músicos que tocaron piezas de los siglos XV al XVI pero con instrumentos de la época y siguiendo una partitura escrita en un libro que portó un auxiliar frente a ellos. Sus interpretaciones fueron, con el paso detenido, un misterio en el que sigue impresionando sobremanera el Cristo de la Esperanza sobre el monte de helechos y con el paso valiente que Eduardo Biedma pone como ritmo a su caminar.
El paso de palio, que según cuentan por la cofradía se quiere ver concluido de bordados el próximo año, se mantuvo en línea con su estética habitual pero con otra gran novedad nunca vista antes en la Semana Santa jerezana, y seguro en otras muchas de ciudades más cercanas o lejanas geográficamente. No llevó flores naturales, la decoración en las jarras laterales y frontales la compuso la flor de cera o las características flores rizadas fabricadas con cera y que se acostumbran a ver en los pasos palios más 'alegres'. El efecto fue sencillamente fantástico porque además la cerería que se ocupó de este trabajo captó la idea y la resolvió con gran acierto, por la impresión que dio ayer.
La cofradía fue la primera del Jueves Santo y ante el acoplamiento que se ha hecho de este día, salió más tarde que de costumbre con el signo inequívoco que identifica a esta corporación, su cruz de guía portada por cuatro nazarenos en señal de respeto por la reliquia del Lignum Crucis, o de la verdadera cruz de Cristo, que se porta en el conjunto. Creció sustancialmente el cortejo en general pero sobre todo en el misterio con la incorporación de nazarenos más jóvenes en vez hacerlo como es habitual en el de palio, un impulso que parece poner de manifiesto por dónde quiere la hermandad que vaya la estética de la cofradía y por dónde quiere hacer crecer el cuerpo de hermanos en las calles cada Jueves Santo. La música tras Santa María de las Lágrimas fue otro ingrediente acorde con todo el conjunto, sobre todo por la selección de marchas, muy escogidas, y por la calidad que un año más pone en evidencia la formación musical de Écija.
Así fue ayer Jueves Santo la cofradía de la Vera Cruz, una sinfonía cofrade que aún se escribe en verde y negro por el templo de San Juan de los Caballeros.
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