Sobriedad por calle Sevilla

La Defensión

Esta vez se pudieron poner en la calle los estrenos que el año pasado se quedaron en casa: una saya y las caídas del palio

Sobriedad por calle Sevilla
Sobriedad por calle Sevilla
Javier G. Rincón

04 de abril 2012 - 07:08

HACE tiempo que los aledaños del Convento de Capuchinos las campanas tañen a difuntos. Con un considerable gentío presente, tras el lluvioso Martes Santo de 2011 y con el deseo, mirando al cielo, de que no vuelva a repetirse, las puertas del moderno templo de la calle Sevilla se abren dando paso a cuatro servidores, dos con faroles al estilo de los que portaban los cartujos y otros dos con símbolos de las órdenes con las que está hermanada esta corporación: la vara de amonestaciones de los cartujos y la Tau franciscana (símbolo éste que ya se vio el pasado Sábado de Pasión en los antifaces de los nazarenos de la Entrega). Tras ellos, la cruz de guía arbórea que tallara Francisco Pinto a partir de las vigas del antiguo cenobio capuchino.

Canto gregoriano se intuye en un templo donde el cortejo, tras la preceptiva celebración de la Eucaristía y la adoración al Santísimo, ya se divisa perfectamente formada una elegante filas de nazarenos, que este año alcanza el número de doscientos, y las representaciones del Ejército y las Fuerzas de Seguridad del Estado, ese año con el estreno del banderín que acredita la condición castrense de esta cofradía. Tras ellos, el paso del Cristo de los cuatro clavos, el imponente crucificado que tallara José Esteve Bonet, sobre un monte de iris morados. A las órdenes de Francisco Javier Franco, 33 hombres se disponen para mostrar a Jerez que hay alguien que los puede defender de todo mal. Tras el Señor de la Defensión, un palio de respeto de estreno y la Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Romana de la Macarena.

Una vez que comienza el Cristo a perderse entre las palmeras del Mamelón, y tras un cortejo de nazarenos al que el ruán morado confiere una nota sobria y penitencial, pero elegante a su vez, hace acto de aparición la hermosa dolorosa tallada por Luis Álvarez Duarte, con un exorno floral a base de rosas, mathiola y antirrinum, estrenando este año sí en la calle, la saya de salida y las caídas de palio, ambas ejecutadas por el cordobés Antonio Villar sobre diseño de Fray Ricardo de Córdoba.

La hermandad de La Defensión volvió, como cada año, a transmitir en la calle un carácter de cofradía sobria, penitencial pero de tintes clásicos a pesar de su relativa juventud (52 años la contemplan). En el recuerdo de sus integrantes, la figura de Guillermo Vallejo, hermano mayor que fue de esta Cofradía, fallecido repentinamente hace unos meses. En definitiva, una estación de penitencia que, especialmente en momentos de estrecheces como Carpintería Baja, Tornería o Gaitán sigue teniendo una personalidad propia y arrolladora.

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