Tiempo de familia
De frente
EL niño con el tambor, su prima con la trompeta y en la atmósfera solapados los aromas del azahar con el del perfume de aquellos que dan la bienvenida a la Semana Mayor. El flamante azul de San José contrasta con el azul añil de la ermita de Guía mientras el resto del día se tiñe en tonos blancos y negros, de la calle Merced hasta la calle Arcos. El Domingo de Ramos es una explosión de los sentidos en Jerez. Colores, olores y sentimientos para todos los gustos que suman una primera jornada de categoría. Tampoco voy a engañarles, mi predilección con este día tiene nombre de piedad, Las Angustias. En la plaza de las palomas y con el retumbre de las campanas del humilladero entre misereres han comenzado todas y cada una de mis Semanas Santas, una tradición en principio familiar que ha terminado convirtiéndose en una costumbre sagrada, nunca mejor dicho. Y de ahí, a buscar y disfrutar del resto. Al final esto es -o debe ser- la Semana Santa, un tiempo de unión, de reflexión y, por qué no, una época de reencuentro entre familiares y amigos que disfrutan del arte en movimiento en un marco incomparable.
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