“Los asalariados son la mejor solución para determinados pasos”

Antonio de la Rosa Mateos | Historiador

Antonio de la Rosa Mateos fue el último capataz que mandó costaleros profesionales en Jerez y recuerda cómo se fraguó aquella cuadrilla para el palio de la Esperanza en el año 2000

Antonio de la Rosa muestra algunos de sus libros publicados sobre historia y costalería.
Antonio de la Rosa muestra algunos de sus libros publicados sobre historia y costalería. / Manuel Aranda
Manuel Sotelino

24 de julio 2022 - 05:00

Jerez/—Usted es el último capataz profesional que ha habido en Jerez. Fue concretamente desde el año 2000 hasta el 2002 ¿Volvemos de nuevo a retornar a la casilla de salida?

—Las cofradías se fundan en el siglo XVI y en Jerez, concretamente, la primera cuadrilla de hermanos costaleros se crea en el año 1974 en la hermandad de las Angustias con un entusiasmado ‘Lete’ dirigido por Manuel Olmedo. Ahí se decide que fueran los hermanos los que sacaran el paso ante una inquietud que había por la época. Un año después vinieron la Borriquita, la Candelaria y la Flagelación. En 1977 sale el primer palio por hermanos que fue el del Valle. Sin embargo, conforme van pasando los años, van quedando pasos que no tenían gente suficiente y ahí ya lo del hermano costalero era relativo porque a finales de los ochenta quedan cinco o seis con costaleros que rellenaban una hoja de inscripción de la hermandad. Esos cinco o seis pasos han sido los que históricamente han dado problemas, dan problemas y seguirán dando problemas por una serie de consideraciones como el peso, el día de salida u otras circunstancias. El tema de que es cíclico es cierto. Estamos hablando de unos veinticinco años con hermanos. Por otro lado, los costaleros han sido personas con oficios de carga que han dedicado siempre a llevar los pasos. Hay documentos de 1729 relativos al Corpus donde hay una factura para pagar a los costaleros por sacar las andas de once reales y cuartillo. En el siglo XVI era curioso que los Domingos de Ramos se subastaran los pasos para llevarlos. Era el capataz el que pagaba a la hermandad. Hay documentos del Domingo de Ramos 10 de abril de 1672 cuando Alfonso Jiménez pagó 14 pesos por llevar al Santo Crucifijo.

—Aquella época era muy parecida a esta en cierta forma donde hay gente dispuesta también a pagar (risas). Pero entonces ¿se pagaban a los costaleros?

—Ellos se tenían que buscar los hombres y hacían y deshacían con ellos. Por eso creo que es importante conocer la historia. Hay cosas interesantes que vienen en mi libro de ‘Los antiguos capataces y costaleros’ como por ejemplo que en 1797 el Santo Entierro tiene listados en los que la Piedad la sacaban los hermanos y el Cristo del Calvario los devotos. Aquello era con horquilla, era distinto. Curiosidades como que en el siglo XIX vienen las primeras cuadrillas de fuera de Jerez por ejemplo en 1867, en el Mayor Dolor, se hace constar que venía una cuadrilla de El Puerto de Santa María. Ya en el siglo XX llegan los sevillanos. En 1928 hay constancia de una cuadrilla sevillana para sacar al Mayor Dolor. En esa época ya se habían comprado los pasos del Dolor, el Desconsuelo y la Piedad y por eso aparecen las cuadrillas de Sevilla que estarán hasta el año 1960 que sacan el palio de la Amargura por última vez. En esa fecha ya están las cuadrillas de Juan Gorrión, Olmedo, Pepe Domínguez y Sacrificio, las cuatro grandes dinastías que se quedan con la Semana Santa de Jerez.

—¿Y cómo eran esos costaleros de antes?

—Ese es un capítulo difícil. Hay libros que los definen como “gente agreste”. Eugenio Noel narra en su libro sobre la Semana Santa de Sevilla que mientras el sacerdote estaba dando el sermón, los costaleros estaban en la taberna. El capataz, decía Noel, “los metía en los pasos a varazos horrendos y se oye con escándalo vomitar las más horrorosas blasfemias”. En aquella época los capataces llevaban varas para controlar a la gente. Con la supresión de las cofradías por Orden Real de Carlos III el Vicario, don Manuel María Pérez, en el punto cinco de un informe, señala sobre los costaleros que “los últimos años han proliferado las andas o urnas y llevan de dos o tres cuadrillas más de los que necesita. Y estos andan vagueando acuadrillando en plazas, calles y tabernas”. Es decir que el mundo del costalero siempre ha sido un mundo difícil y la historia está ahí. Gracias a Dios hemos mejorado mucho pero hay que entender cuál es el origen.

"Estamos en el mejor momento de la costalería por la cantidad de hombres y por la calidad técnica de las cuadrillas"

—¿Y en la actualidad?

—Está en el mejor momento. Por la cantidad de hombres para sacar pasos y por la calidad técnica del oficio. Capataces los hay muy buenos y con muy buenas cuadrillas como Paco Yesa, Martín Gómez, Lolo Tristán, Isaac Núñez, Eduardo Biedma, Miguel Ángel Jaén, Tomás Sampalo, Manolo Jaén, Jesús Sánchez Lineros, Ildefonso Oñate, Ezequiel Simancas o los hermanos Pérez Rodríguez. Quizá se me pasan algunos. El problema de hoy es que hemos aumentado en pocos años muchas hermandades. Esto hace que se necesite mucho personal. También es cierto que la vida ahora es más sedentaria. Hay menos fuerza y menos capacidad de sufrimiento. Esto hace que se necesiten muchos más costaleros para poner relevos. Después están las famosas cuarenta y ocho horas críticas del costalero que son Jueves Santo, Madrugada y Viernes Santo. Se agudiza el problema porque en tan poco tiempo salen veintiséis pasos con cuadrillas de costaleros. Si se hace una media corta de unos cuarenta hombres por paso se necesitarían 1040 hombres en este tiempo. Esto no lo hay y tienen que repetir en muchos casos. Y todo sin contar los que ya tienen otras cofradías los días anteriores. Con lo cual es muy raro que llegue un hombre limpio para sacar un paso estos días. De ahí viene este problema. Y ha habido en estos últimos años complicaciones que se han podido solucionar en la calle gracias a Dios.

—¿Los asalariados son la solución?

—Puede ser una solución. Sobre todo para esos pasos complicados que son pesados y duros. La gente te hace el favor un año o dos, pero al tercero ya el capataz tiene que estar pidiendo favores. Se flaquea el trabajo. Para pasos determinados podría ser una solución. El costalero cobra y el capataz y la hermandad exige.

—Estamos ante el caso de las Llagas, ¿no?

—Exacto. Es lo que más o menos ocurrió en la hermandad de las Cinco Llagas. Cuando yo llegué en Cuaresma de 2000 era porque el capataz nombrado no se le había comunicado en fecha y hora y lo que había eran cuatro hermanos. Yo llegué y aquello no era para rellenar porque había solo cuatro costaleros y estábamos a falta de veinte días para la Semana Santa. La solución que yo ofrecí era de pagar a una cuadrilla.

—¿Cómo confeccionó aquella cuadrilla?

—Se ofreció un precio, la hermandad lo aceptó y se firmó un contrato. Yo busqué a la gente que conocía y así se hizo un equilibrio entre gente veterana y gente que comenzaba como le he comentado antes. Esto solucionó el problema porque había una cuadrilla muy buena para por lo menos veinte años.

—¿Y por qué se deja la cofradía a los tres años?

—En noviembre de 2002 yo entrego el presupuesto de la cuadrilla para el año siguiente. Entonces se me comunica que había un capataz y una cuadrilla que venía gratis. Yo no estaba dispuesto a hacer ese trabajo gratis. Yo solo lo hice por solucionar un problema que tenía la hermandad.

"En noviembre de 2002 entrego el presupuesto del siguiente año y se me comunica que había un capataz y una cuadrilla que venía gratis"

—¿Quién era el hermano mayor?

—Era Marco Antonio Velo y Pepe Soto era el tesorero. Solo tengo palabras de agradecimiento de ellos porque hablaban claro y yo hablaba claro. La hermandad de las Llagas, con su idiosincrasia y su forma de ser, nos trataba como asalariados y nosotros cumplíamos como asalariados. Nunca tuvimos problemas. Ahí está la carta donde se me comunica por escrito que no renuevo contrato y ahí se me hace llegar el agradecimiento como capataz del paso de palio y la más sincera gratitud y la generosidad y aptitud a la corporación en esta tarea contrastada con el escrito y poder contar con este servicio en un futuro por si la cosa no funcionaba.

—Curiosamente el profesional salió mejor que otros capataces que, al parecer, salieron en su día con un cierto malestar.

—En la hermandad yo planteaba lo que precisaba para hacer mi trabajo, la cofradía decía sus necesidades, se negociaba, y se llegaba a un acuerdo, se abonaba y poco más.

—¿Cuántos costaleros llevaba?

—Treinta y dos.

—¿Y no se asustaban?

—Eran buenos costaleros y no se asustaban. Si vas con profesionales no puedes llevar setenta. La hermandad hace un esfuerzo económico y los hombres tienen que estar a la altura. El paso es muy complicado pero yo lo conocía muy bien gracias a mi amistad con Diego Gorrión. Llevaba una mesa muy pesada, las seis patas que tenía eran fijas y escasa entrada de aire. No había ni apertura del faldón en la trasera. No tenía hueco de la peana. Los candelabros de cola eran muy pesados y se ponían unas planchas de acero debajo. Bajo el manto se metían sacos de arena para compensar el peso de la delantera. En el montaje se apretaba los varales mucho. Sin música, Madrugada y para empezar, una puerta con un cancel estrecho que había que echar el paso a tierra durante más de tres metros más dos metros y medio del mismo paso. Es decir, ocho metros el paso a tierra y una calle que cuando sales se cae hacia el mercado que desestabilizaba el paso.

—¿Hay fuerza hoy en día para sacar un paso así?

—Ahora mismo hay capataces muy buenos que tienen costaleros muy buenos. Yo creo que sí. No es imposible.

—Pero hay que ir muy mentalizado a lo que se va.

—Por supuesto. Y además teniendo en cuenta que todo el mundo los van a mirar con lupa. Tanto la hermandad como la gente de fuera. Pero creo que hay capataces que pueden reunir una cuadrilla así. Lo de llevar treinta y dos costaleros solo, quizá habría que progresar un poco en este asunto.

"A la cuadrilla que salga este año se le va a mirar con lupa"

—Usted fue el último en sacar un paso como profesional y el último llevar una cuadrilla de mármol a mármol.

—Yo llevaba dos relevos. Un hombre que era de la tercera para poder meterse en la segunda o en la primera con suplemento y otro de la sexta para poder cubrir tanto la suya como la quinta y la cuarta también suplementado. Eso era todo. Ya eso no existe.

—¿Cuánto cobraba usted?

—Se dividía entre los hombres de abajo. Yo no cobraba. Ni Manolo Jaén ni David Rosa, que venían conmigo, tampoco.

—¿Y cuánto cobraba la cuadrilla?

—Ya no lo recuerdo.

—¿No se ve vestido de negro de nuevo?

—No. Tras el palio de las Llagas, en ese mismo 2002, organicé, junto a Antonio Salvador, la cuadrilla de la todavía Asociación del Señor del Soberano Poder en su primera salida con el paso. Después hasta la retirada de mi estimado Diego Gorrión fui con él en el equipo del Santo Entierro. Posteriormente pasé a trabajar con José Manuel Otero "Negro" en el Socorro en una primera etapa. En 2007 con Lolo Tristán en el paso del Cristo del Perdón y la Exaltación, para volver con "El Negro", entre 2008 y 2010, en el palio de las Lágrimas y después otros tres años en el Socorro de nuevo. La cuadrilla del "Negro" era espectacular, costaleros con mayúsculas. Aquí cerré mí ciclo. Ahora me gusta ver cómo trabajan determinadas cuadrillas desde la acera.

—¿Y si las Llagas llegara de nuevo a tocar la puerta?

—Tampoco. Con todo mi cariño a la hermandad y el trato que tuve, pero mi respuesta es no.

—¿Será el primero y el último que contará con profesionales o hay más cofradías en la lista de posibles?

—Esta puede ser una solución. Sobre todo para estos cuatro o cinco pasos que son complicados. El costalero también quiere disfrutar y si hay un paso que solo te castiga pues eso a nadie le gusta. El otro día publicaba usted el listado de capataces en las Llagas pero en otras hermandades también hay una lista larga. Hasta que no ha llegado un capataz con solvencia que ha acabado con el problema. Hay dos opciones. O buscas un capataz solvente que te va a quitar el problema hasta que él quiera o te buscas un capataz asalariado.

Antonio de la Rosa ante el palio de la Esperanza en el 2000 con la cuadrilla asalariada.
Antonio de la Rosa ante el palio de la Esperanza en el 2000 con la cuadrilla asalariada.
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