“Mi pregón tendrá un 70% de verso y me encantaría emocionar a la gente”
David Puerto Román (Pregonero de la Semana Santa 2025)
Reconoce la “ilusión tan grande” que supone “ser el pregonero de tu ciudad” y agradece las muestras de cariño “que estoy recibiendo, no es comparable con nada”
Besamanos y besapiés del segundo domingo de Cuaresma

Pregunta.—Para una persona que no le conozca, ¿quién es David Puerto?
Respuesta.—David Puerto es un cofrade ‘jartible’ de los que les gusta estar en todos lados porque vive las cofradías todo el año.
P.—Cofrade ‘jartible’ afecta también al hecho de ser hermano de varias cofradías...
R.—Puede ser (risas). En mi caso, soy hermano de la Exaltación, de Las Viñas, desde chiquitito. Y además, formo parte de su junta de gobierno como diputado mayor del gobierno y como diputado de culto. También soy hermano de la Sagrada Mortaja desde 2010. Y más recientemente soy hermano de la Hermandad de la Entrega. Aparte, más allá de las cofradías de Semana Santa, también soy hermano de la Hermandad de Rocío.
P.—¿Y quién le acercó al mundo cofrade?
R.—Bueno, el veneno cofrade en sí me lo metió el barrio, porque yo vivía en la barriada de la Merced, que está anexa a la barriada de la Vid, enfrente de la fábrica de botellas, y desde pequeñito siempre me ha gustado la Semana Santa. Mis padres me apuntaron con cuatro añitos en Las Viñas y desde entonces, he vivido cada Viernes Santo como un día muy especial. También se lo debo a mi abuelo Manolo, que era hermano de la Yedra, de la que me hicieron hermano cuando nací.
P.—O sea que usted es cofrade de nacimiento...
R.—(Risas) Sí, es algo que siempre digo, soy más bien de los cofrades que nacen más que de los que se hacen.
P.—¿Qué pensó cuando le anunciaron que sería pregonero?
R.—Fue una ilusión muy grande, pero sobre todo un sueño hecho realidad. Si te digo la verdad, lo primero que se pasó por la cabeza fue la figura de mi abuelo Manolo, porque me hubiera gustado verlo en las butacas del Villamarta, aunque sé que estará desde el cielo, y luego también, me acordé de mis hermanas, de mis padres y de mi mujer, que fue a la primera a la que llamé. Fue muy bonito, la verdad. Desde ese día 3 de octubre hasta hoy, estoy viviendo días de mucha emoción.
P.—Usted se ha puesto frente al atril en muchos actos cofrades, pero ser pregonero es ser pregonero...
R.—Claro, no tiene nada que ver. Date cuenta que, de alguna forma, el pregonero de la Semana Santa es el pregonero de Jerez. Impone mucho todo eso. No sé lo que voy a sentir cuando me suba a Villamarta, pero seguro que una emoción muy grande. Le pediré al Señor que me ayude a sostener los pulsos y a darlo todo.
P.—¿Qué ha sido lo más complicado a la hora de crear su pregón?
R.—Sobre todo hacerme un guión. Estoy acostumbrado a hacer oraciones poéticas y actos similares y sé más o menos cuál debe ser su extensión para 30 o 40 minutos. Pero claro, esto es diferente. Tenía claro lo que quería escribir en prosa, y el verso lo he ido picoteando y haciendo poco a poco. Al final, lo ordené todo. De todo el proceso, me quedo con el hecho de haberme descubierto a mí mismo y también de haberme acercado a imágenes y hermandades de la Semana Santa a las que menos conocía.
P.—¿Cuál es su arquetipo o modelo de pregón?
R.—A mí me ha encantado siempre alternar la prosa y el verso. Para mí el verso es la columna vertebral, y la prosa me ayuda a declamar de otra manera. En este caso, tengo que reconocer que mi pregón tendrá un 70% de verso, y en él hay romances, décimas, sonetos y alguna que otra cosilla que ya revelaré en su momento. Es un pregón muy lírico, por así decirlo.
P.—Como ha reconocido, usted está vinculado al mundo cofrade desde muy pequeño. ¿Ha tenido algún pregón modelo?
R.—Bueno, llevo yendo al pregón desde hace años, y aparte, he leído mucho de los grandes, y eso, de alguna forma, te hace aprender cosas y escribir mejor. Personalmente, guardo un gran recuerdo de los pregones de Antonio Moure, tanto en el 98 como en 2015, me marcó bastante el pregón de Inmaculada Cáliz del 97, el pregón de Antonio Gallardo Molina, por su forma y manera de transmitir, el pregón de Andrés Cañadas en 2007, el de Ángel Luis Rodríguez en 2019....Ha habido varios, la verdad.
P.—El hecho de ser periodista, ¿le hace afrontar de manera diferente ese miedo escénico del que todos los pregoneros hablan?
R.—Creo que el periodista el miedo escénico lo tiene superado. En mi caso, lo tengo superado a nivel de presentaciones de actos, de mesas redondas, de pregones, de oraciones poéticas.... Quizás, me pasa una cosa curiosa, y es que me he puesto nervioso cuando he tenido que hacer algo ante poco público. Esta vez espero que no sé dé el caso.
P.—Este año, por primera vez en este siglo, el Obispo no estará en el pregón. ¿Ha podido hablar con él?
R.—Sí, he tenido un par de desayunos con el Obispo y la verdad es que le agradezco mucho la cercanía que ha tenido conmigo desde el minuto 1, desde que me nombraron pregonero. No te puedo negar que me apena muchísimo que no pueda estar, pero tiene sus razones, y las respeto.
P.—El mundo cofrade hablaba también mucho este año del hecho de tener que entregar su pregón previamente al Obispo. ¿Le ha molestado?
R.—Sinceramente no. De hecho, le comenté al Obispo desde el principio que en cuanto tuviera el pregón más o menos perfilado, se lo quería leer. En realidad, esa cercanía que Don José me ha demostrado durante este tiempo, también se la he querido yo demostrar de esa manera. Además, es una norma que no está solamente aquí en Jerez, que también está en Sevilla y en el resto de localidades de los obispos del sur, de toda la zona de Andalucía. Lo que pasa es que en Jerez, no se llevaba a práctica.
P.—¿Qué opina usted de que a veces se juzgue un pregón por su duración?
R.—Eso es algo a lo que le he dado muchas vueltas, y creo que no es justo. Y digo que no es justo porque cuando tú vas a un acto de este tipo, vas a disfrutar. Yo cuando voy a un concierto, llego y estoy deseando que el artista se lleve cuatro o cinco horas cantando, porque realmente voy a disfrutar del espectáculo. Por eso, no entiendo, por qué antes de saber lo que nos va a contar el pregonero, estemos ya poniéndole límites. Tú no sabes lo que te voy a decir, ni cómo te lo voy a decir, ni de qué manera te lo voy a decir. Entonces, ¿por qué me miden los tiempos? ¿Vamos realmente al pregón porque queremos escuchar el pregón o vamos por postureo? Eso sería una buena pregunta a la gente que va normalmente a Villamarta. Yo he intentado medir los tiempos, hice un primer escrito que se me iba de tiempo abismal, lo he ido recortando y creo que se me va a quedar en un tiempo razonable para el mensaje que tengo que transmitir, para dejar a todo el mundo con la emoción a flor de piel y para vivir intensamente los 7 días que restan para el Domingo de Ramos o los 6 días que restan para ese Sábado de Pasión.
Agradezco al Obispo su cercanía desde el primer momento, aunque me da pena que no esté”
P.—En los últimos años ha habido de todo en los pregones, en su caso, ¿incorpora algún agente externo?
R.—Bueno, solamente me acompañará el piano de José Zarzana. Lo hará en una cosita muy concreta, muy breve y solo acompañando mi discurso, no hay nada más. Va a ser un pregón básicamente declamación, más que de música. Además, creo que la música tiene que ser una pincelada, lo que te tiene que llegar es un mensaje, la palabra.
P.—¿Se ha documentado mucho durante todo este tiempo?
R.— En algunas partes me he documentado, la verdad, necesitaba profundizar un poquito más. Hay hermandades que a lo mejor conozco menos y he buscado la historia. Siempre se aprende.
P.—¿Cómo le gustaría que recordasen su pregón?
R.—Como un pregón de emoción. Mi principal objetivo es que la gente se emocione. Entiendo que no todo el mundo es de lágrima fácil, ni todo el mundo tiene sensibilidad, pero me gustaría que mis palabras tocasen las fibras y se vieran algunos pañuelos en el Villamarta.
Lo que no entiendo es la obesión con el tiempo ¿vamos al teatro a escuchar un pregón o vamos por postureo”
P.—¿Y le da miedo que ocurra lo contrario?
R.—La verdad es que no, eso lo tengo claro, que habrá gente a la que le guste, y otra gente a la que no. Sí pediría que la gente sea clara, que si le tiene que gustar que me lo diga, y si no le gusta, que también me lo diga. Que ya es hora de retirar la ojana de este mundo. Prefiero que me digan las cosas a la cara.
P.—Utilizando el argot taurino, dicen que para llegar a Las Ventas, hay que pasar por las plazas menores, ¿opina usted lo mismo si lo extrapolamos al pregón?
R.—En parte sí, porque evidentemente, todo eso te da tablas, que son muy importantes. Pero tampoco creo que sea estrictamente necesario, porque ha habido grandes pregoneros que han llegado sin necesidad de pasar por otros atriles, y lo han hecho bien, y al contrario. Es algo relativo, y al final, esto tiene un poquito que ver de porcentaje de elección del Consejo, un poquito de porcentaje de elección de las personas que lo componen y un poquito de porcentaje de que Dios te ponga en la mente de las personas que designan a los pregoneros. Yo creo que 50-50, en realidad.
P.—Cómo está viviendo estos meses previos al acto, porque veo que el número de encuentros es agotador...
R.—Mira, puede ser de lo más bonito que me lleve de esta experiencia. El cariño de la gente, de que mucha gente te pare en la calle sin tú conocerle en absoluto de nada y que te regale palabras de cariño, que se emocione contigo y te diga ‘estaba deseando que tú dieses el pregonero’. Eso es inolvidable. Me quedo sin palabras con el cariño que estoy recibiendo de la gente.
P.—El otro día le regalaron la corbata y me llamó la atención el color. ¿Lo ha elegido a propósito?
R.—Sí, he elegido el color burdeos a conciencia. Es algo distinto en el pregón de la Semana Santa, que yo recuerde. Ha habido azul marino, pero no ha habido de un color diferente a la tonalidad del negro, por así decirlo. Lo que pretendo es poner en valor ese color, porque la Semana Santa es pasión, es muerte, pero es Resurrección que es lo más importante, es el misterio más importante que tenemos. Y junto con esa resurrección es la Eucaristía. Entonces, ¿qué color mejor que el burdeos para expresar esa Eucaristía de Cristo que al final nos lleva a la Resurrección? DEsde aquí animo a que aquellos que vayan al pregón luzcan el color, aunque por supuesto, que se pongan lo que consideren que se tenga que poner. Apuesto por un pregón de la Semana Santa donde el color tenga protagonismo porque, entre otras cosas, estamos deseando que llegue el Domingo de Ramos. Y el Domingo de Ramos lo que se ven son corbatas de colores.
P.—Ya por último, ¿cómo está viviendo su familia esta cita?
R.—Todos están encantados, la verdad, y más ilusionados que yo. Tengo que dar las gracias a mi mujer, sobre todo porque ahora está la pobre sufriendo mi antipatía por todo porque, evidentemente, los nervios hacen mella y uno tiene una paciencia más corta y tiene menos carrete. Y es una santa, mi mujer es una santa. Y mi familia muy emocionada, mis padres orgullosísimos. La verdad que para mí es un orgullo muy grande llevar el apellido Puerto Román porque yo a mis padres se los debo todo. También veo ilusionados a mis suegros, están como si fueran mis padres, de emocionados. Y una cosa que también me hace ilusión es que mi abuela Coti, que es la mujer de mi abuela Manolo, vaya a estar ahí escuchándome. Es algo muy bonito.
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