El río de devoción hecha mujer que nace en San Lucas
Las Tres Caídas
Durante doce minutos estuvieron pasando los devotos tras el Señor Caído por la Carrera Oficial.
LA plaza de San Lucas, castizo enclave de ese Jerez medieval tan deteriorado y dejado de la mano de Dios, volvió a convertirse de nuevo, un Miércoles Santo más, en un ferviente y caudaloso río de penitencia. Las miradas al cielo en una tarde de fuerte calor eran una constante entre la riada de gente que acompaña al Cristo Caído y que se ufanaban por buscar un resquicio de sombra. Miles de personas fueron tras el paso del Señor de las Tres Caídas: en sus rostros se leía la fe sencilla del pueblo, la esperanza silenciosa, el dolor tantas veces contenido y la petición callada de tantos y tantos lunes en presencia del Cristo caído bajo el peso de la Cruz. No se equivocaban los miembros de la junta de gobierno cuando, días antes de este Miércoles Santo, preveían mayor cantidad de gente tras el paso de misterio, con la novedad de que muchos de ellos habían adquirido una vela votiva en recuerdo de los cristianos perseguidos y que serían encendidas a la salida de la Catedral
Quince minutos pasaban de las cinco de la tarde, la hermosa y plateada cruz de guía de la hermandad hacía su aparición en el angosto dintel del templo dedicado al evangelista que glosó la bondad y la misericordia de Dios, tras la que iba avanzando, poco a poco, un cada vez más numeroso, este año trescientos diez, cortejo de túnicas negras, escudos mercedarios y cirios color tiniebla, mientras se comenzaban a escuchar las voces limpias e infantiles de la escolanía entonando el 'Miserere' (El Salmo 51, la petición de perdón de un pecador, una de las joyas literarias del Antiguo Testamento, que, en uno de sus versos, dice así: 'Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias'). Ya sé que cada año insisto en esto pero es que... ¡¡es tan hermoso!!
Por fin apareció, con la novedad de la vuelta este año del tradicional clavel rojo, ofrenda de tantos y tantos devotos, la imponente figura del Señor Caído que tallara Ramón Chaveli, portado por 24 costaleros, a las órdenes, por vez primera, de José Crespo Laínez, que salvaron con maestría la angostura de la puerta lateral del templo. Tras ellos, la multitud devota, silenciosa y recogida, se agolpa tras el paso para realizar junto a la hermandad de San Lucas su estación penitencial.
La Virgen de los Dolores iba hermosísima en su palio en el día de ayer, destacando la toca de sobremanto obra de Esperanza Elena Caro, que no portaba desde 1998, y llamando la atención, un año más, el exquisito exorno floral compuesto de antirrhinum, fresias, lilium y rosas blancas, con toques verdes de eucalipto, que habla muy a las claras del buen gusto del equipo de mayordomía de esta hermandad. Un par de detalles emotivos a reseñar. Uno, que con un cirio con la inscripción 'lágrimas de vida' situado en el costero izquierdo del palio, la cofradía lucana hacía un llamamiento a favor de la donación de órganos. Es su forma de hacer presente en el cortejo la siempre encomiable labor de su Acción Social Patricia Bazán Luna durante todo el año. Otro, el recuerdo a quien fuese su hermano mayor, el bueno de Paco Bazán, en forma de rosa blanca entre las siete rosas que recuerdan los dolores de María.
Por su parte, la banda municipal de Gerena, con un escogido repertorio de marchas fúnebres, añade, aún más si cabe, solemnidad al transcurrir de este imponente palio, que ha ido dejando estampas inolvidables por las calles de Jerez.
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