Historia de una Magna irrepetible

Jerez vibra con una Magna Mariana que convierte a la ciudad en el epicentro cofrade de Andalucía

Los retrasos en Tornería condicionan el discurrir de las hermandades  

Imágenes de la Magna Mariana de Jerez

La Virgen del Patrocinio, escoltada por la Virgen de la Candelaria, a su paso por Porvera.
La Virgen del Patrocinio, escoltada por la Virgen de la Candelaria, a su paso por Porvera. / Miguel Ángel González

Querido amigo:

Este 19 de octubre de 2024 quedará escrito en los libros de historia, no te quepa duda. La Magna Mariana por la que tanto habéis luchado, y en la que todo el consejo y tu querido Nene se han dejado la vida, por fin se hizo realidad, convirtiendo Jerez en el epicentro cofrade de Andalucía. Seguro que hoy habrás disfrutado, de eso no me cabe duda, y también sé que allá arriba, habrás dado algún que otro abrazo de emoción a tu querida María del Carmen y a alguno de tus amigos cofrades (me estoy acordando de Pablito Sampalo o Selu Dormido) porque quieras o no, esto es tuyo. Estoy convencido de que estarás al tanto de todo, pero aún así, me he permitido contártelo a mi manera.  

 Jerez, esa tierra en la que echaste raíces, ha vivido un día apasionante, un día inolvidable para muchos y que ha servido para acercar a María a sus fieles, porque al fin y al cabo, lo que importa es la fe, es María.

Han sido muchos los momentos reconfortantes y emocionantes, y si no que se lo pregunten a los hermanos de San Rafael cuando a las dos y veinte de la tarde abrían las nuevas puertas de su templo para que la Virgen de las Aguas, en medio del llanto generalizado, daba sus primeros pasos hacia la historia. Sí, esa historia grabada a fuego en los corazones de otros tantos cofrades jerezanos, pues las imágenes se han repetido con la misma ilusión en todos ellos, pero en especial para los hermanos de la Misión, La Sed, la Redención, La Salvación, Soberano Poder y La Entrega, que por primera vez han podido sacar bajo palio a sus respectivas titulares.

El largo camino y la ansiedad de las últimas semanas han merecido la pena. El patrimonio cofradiero de la ciudad, rico y variado, complementado con las cesiones de palios y mantos de diferentes puntos de la geografía andaluza, lució como nunca en una jornada inmaculada en cuanto al tiempo. Quién lo iba a decir hace unos días, ¿verdad?

La Virgen de Las Aguas de San Rafael, saliendo por primera vez a la calle.
La Virgen de Las Aguas de San Rafael, saliendo por primera vez a la calle. / Manuel Aranda

Y así fue, la advocación mariana, al fin y al cabo el ‘motor’ de esta Magna, tuvo su mayor efervescencia. El centro, a reventar, y aunque es cierto que en muchas zonas de la ciudad existía bastante dificultad para moverse (en especial por los pasos de peatones, donde en más de uno tuvo que intervenir los propios agentes del orden), la realidad es que el elevado número de pasos y la disparidad de enclaves a la hora de salir, permitía que en ciertas zonas se pudiese disfrutar, como así lo hicieron las miles de personas que se desplazaron este pasado sábado a Jerez desde distintos puntos de España. 

Evidentemente, como era de esperar, el retraso afectó al recorrido programado, y aunque inicialmente la distancia entre algunas cofradías apenas superó los diez o quince minutos, al filo de las siete de la tarde, el retraso alcanzaba casi la hora, en gran parte, tal y como reconocieron desde el propio Consejo de la Unión de Hermandades, debido al paso por la calle Tornería, una calle complicada y que, por una razón u otra, obliga a deambular a un ritmo más lento. Cuando tienen que pasar 17 pasos por la calle Tornería...

Por esta razón, el palio de la Confortación, adelantó a Nuestra Señora de la Paz en su Mayor Aflicción y a la Encarnación, que a su vez antecedió en el orden al Dulce Nombre, Dolores y la Amargura. La misma situación se repitió con la Virgen de la Estrella, que pasó por la Plaza de la Asunción antes que el Desamparo, Mayor Dolor, Soledad, Piedad y Desconsuelo. Todo por idéntico motivo. Consecuencia de ello fue también el retraso en las salidas de la Concepción o la Virgen del Socorro, cuyo paso por el palco presidencial se produjo dos horas más tarde de lo previsto.  

Pero doce horas dan para mucho, si tenemos en cuenta la diversidad, la riqueza y la personalidad de muchas de nuestras hermandades pero sobre todo de nuestra tierra, capaz de improvisar una saeta por seguiriyas o alcanzar el cielo con una salve o plegaria en plena calle. 

Fueron bonitos los encuentros frente a frente, como los protagonizados por la Virgen del Refugio y de los Remedios, que volvía a lucir bajo palio después de muchos años, o el que ofrecieron en pleno barrio de Santiago la Virgen del Desamparo y el Mayor Dolor en otra de las estampas de la jornada. 

Una vista cenital de la Plaza de la Arenal.
Una vista cenital de la Plaza de la Arenal. / Manuel Aranda

No faltaron los saludos, y detalles de los que no se olvidan, como volver a La Estrella, ya coronada, por las calles de la ciudad, o disfrutar de los majestuosos palios del Desconsuelo, Mayor Dolor, La Piedad o La Paz y Concordia, que por cierto, lucía también galas nuevas tras su reciente reinstauración. Llamativos fueron también los rayos de sol en el rostro del Traspaso, o cómo se reflejaba el dorado en el rostro de la Virgen del Loreto al pasar por delante de Rafael Rivero, y la elegancia de la Virgen del Valle, Misericordia, Perpétuo Socorro, la Amargura, la Encarnación, la Soledad, la Concepción, la Confortación, la Candelaría o las Lágrimas. Qué te voy a contar...

Una de las bandas que sonaron en la Magna.
Una de las bandas que sonaron en la Magna. / Miguel Ángel González

La música, cuestión aparte. Los sones de las bandas que desfilaron por las calles de la ciudad fueron, sin duda, como un soplo de aire fresco en un día de verano. Cuánta variedad y cuánta calidad, y aunque es cierto en que algunas partes, y dada la cercanía de los cortejos, los sones de unas y otras se llegaban a pisar, la realidad es que esta Magna Mariana pasará también a la historia por su grandeza sonora, con agrupaciones que en Semana Santa no tenemos opción de poder ver, de ahí el privilegio.  

Bueno, querido Andrés, me despido de ti. Para nosotros esto es un punto y final a una bonita experiencia, que seguro guardaremos para siempre, y para ti, un nuevo comienzo. Y como reza el evangelio: ‘Y apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas’. Gracias a todos los que han hecho posible este Magna. 

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