Martes de pretéritos y presentes

Detalle del  Cristo Pensioroso de Durero.
Detalle del Cristo Pensioroso de Durero.

El Martes Santo de Jerez conjuga los intereses pasionales de un pretérito que fue y es grande y la gran manifestación cofradiera existente en la actualidad. Ayer y hoy que delimita un mañana de imprevisibles postulados por culpa de esta sociedad donde la inmediatez, la poca serenidad y las veleidades abundan y dan pie para que la incertidumbre campe a sus anchas. Pretérito en una Hermandad, la del Desconsuelo, que ha marcado el ritmo semanasantero de una ciudad donde los ‘Judíos’ siempre han tenido mucho que decir.

Especial iconografía en el Señor de las Penas; altura artística en una imagen que redondea la magnitud de una realidad escultórica que, sin grandes nombres, tuvo un especialísimo sentido y mostró aplastante calidad. También testimonio cristífero de categoría en ese Crucificado de la Defensión donde el rigor impone máxima potestad, sentimiento de absoluta espiritualidad y sentido común. Lo he escrito en numerosas ocasiones, Martes Santo de pretéritos y presentes. Cadencia antigua de cofradía histórica desde San Mateo, deambular riguroso de un Cristo, el de Capuchinos, marcado por la serenidad, la potestad absoluta de la verdad doliente y, además, presente absoluto en hermandades nuevas, abiertas a la historia, con mucho que decir y hacer, que marcan distancias y acentúan los contrastes de una imaginería que se miró -demasiado- en el pasado y que necesita recobrar sentido actual y encaminarse a una realidad que, sin perder los nortes, debe admitir, al menos, que existe mucho más que lo que ofreció los testimonios de un pasado que fue ilustre pero que, al copiarse, ha dejado mucho que desear. Iconografía viva de esquemas viejos y consolidados y escenografía moderna de teatrales posiciones donde existe mucha superficialidad impuesta por los gustos y las modas.

La imagen de Jesús de las Penas nos transporta a representaciones artísticas antiguas; hoy los intereses cofradieros van por otros derroteros: pasos abigarrados, tumultuosos, de escenarios dominantes y exuberancias manifiestas. A los dirigentes de las muchas corporaciones de las que hoy se crean - quizás con demasiada gratuidad -, difícilmente se les iba a ocurrir encargar para su culto una imagen como la que preside este pasaje pasional. Los intereses son otros. La moderna Semana Santa, sus santos patronos -los de terno oscuro y gran medallón al pecho- y los idearios estéticos que estos patrocinan van por otras sendas fijadas desde modas impuestas por influencer de pacotilla con poder en los ingenuos, han promocionado una Semana Santa de gustos espurios y sensaciones contradictorias, donde se impone lo que debe ser y, por tanto, lo que hay que hacer.

La imagen titular de la cofradía de los Judíos es una de las piezas claves de la Semana Santa de Jerez; con una categoría artística fuera de dudas, unas calidades escultóricas con dimensión y sentido y un interés artístico fuera de lo común, que la hacen única y, además, diferente. El modelo iconográfico que representa responde a los Cristos sedentes que, después de haber sufrido la crueldad de la flagelación, esperan pacientemente el momento de la crucifixión. Se trata, en definitiva, del Cristo de la Humildad y Paciencia. Aquí, la soberbia imagen del Señor de las Penas se nos presenta con las manos juntas en actitud de piadosa y sumisa; algo que difiere con la representación iconográfica de otras imágenes de esta misma advocación y que sí repite, por ejemplo el titular de la Hermandad de la Estrella de Sevilla, de la misma advocación y parecida disposición. Muy importante es el Señor de la Humildad y Paciencia, de la iglesia de San Agustín de Cádiz; una obra muy significativa, realizada por Jacinto Pimentel en 1637, según consta en una inscripción aparecida en un hueco de la imagen, descubierto en una reciente restauración. La imagen, antes atribuida, como otras tantas de este autor, a Alonso Martínez, es de una gran calidad artística y escultórica, siendo, asimismo, muy significativa su policromía, de la que se dice que fue realizada por Francisco de Zurbarán.

El gran artista impulsor de este tema iconográfico fue el pintor alemán Alberto Durero, que en sus grabados sobre la Pasión, realiza un Cristo Pensioroso, con la cabeza apoyada en una mano. En el paso de los Judíos, la iconografía representa una cruz tendida en el suelo y dos sayones que preparan la cruz, abriendo el hoyo para introducirla. Hay que citar, también, una imagen con la iconografía de la Humildad y Paciencia, en la localidad de Chiclana de la Frontera, realizado por Tomás de Vadillos en 1697, con unas claras influencias de la obra de Jacinto Pimentel.

Martes Santo de contrastes temporales. Ayer y hoy. Máximos y, quizás, mínimos en una manifestación donde la excelsa magnitud de la Virgen de los Remedios ofrece la cima trascendental; con Ella, la verdad representativa se hace suma potestad artística y es centro indiscutible de un arte que siempre será eterno. Martes Santo de realidades nuevas, con una Salud de San Rafael que muestra esa intensidad definitiva del arte de siempre. Para este que esto les escribe es de lo más acertado que, últimamente, encontramos para esta Semana Santa de Jerez de pretéritos y presentes. Lástima de esa moda que suma imágenes y resta credibilidad.

Por eso, Martes Santo de asentadas posiciones y perspectivas inciertas.

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