El momento en que barrio y cofradía significan lo mismo
La Candelaria
Santa Ana vuelve a ser el punto de encuentro de los vecinos que no se pierden a 'El Moreno'.
DE dilemas está el mundo lleno. Desde el más general -aquel que no se aclara entre si fue antes la gallina y el huevo-, hasta el más jerezanamente específico al hablar entre los barrios y sus cofradías. La Plata no se entiende sin La Candelaria, y la hermandad no sería nada sin la gente de su populosa barriada.
Todos los Lunes Santo es bonito pasear por la Porvera entre las cuatro y media y las cinco de la tarde. Penitentes rojiblancos de La Cena corren hacia San Marcos mientras que los nazarenos blancos y morados ponen camino a Santa Ana por la señera calle Lealas. Dos barrios, dos formas de ver la Semana Santa y un Lunes Santo que sobresale por la personalidad de sus protagonistas.
Un año más, con el Lorenzo en lo alto, la rotonda situada frente a la iglesia de Santa Ana se convierte en la plataforma idónea para los más jóvenes, así como muchos mayores, que no quieren perderse un momento de la salida de esta popular y populosa hermandad. El calor llega con solo mirar los antifaces de terciopelo de los nazarenos, que tuesta el sol en una jornada de Lunes Santo envidiable.
Nada más abrir las puertas del edificio anexo a Santa Ana aparece la silueta del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias. Decir que la canastilla es obra de las gubias de Manuel Guzmán Bejarano basta para denotar una suprema calidad en el diseño, pero ver andar a esa obra de arte en madera oscura no tiene precio. La Santa Mujer Verónica, de espaldas al pueblo, es la única que consigue llamar la atención del nazareno al mostrarle su rostro impreso en el paño. Qué acierto tuvo la hermandad al completar el misterio con nuevas figuras hace unos años. El imponente romano de plumas negras, que inaugura esta estampa, señala el camino a seguir por Jesús, y éste es el pueblo.
Un pueblo que vibra, aún más si cabe, cuando la banda de La Sentencia anuncia a bombo y platillo la salida de 'El Moreno', como cariñosamente conocen al nazareno entre los vecinos del barrio. El misterio se pierde en sus primeros pasos entre las callejuelas de la barriada cuando los ojos se dirigen al paso de palio que espera salir. Ni los hermanos quieren perderse esta estampa, y es por eso que ni cabe un alma en la azotea de la iglesia.
Bajo palio, la eterna Virgen niña empieza a asomarse a su pueblo, que la espera con ganas entre móviles alzados que buscan la mejor instantánea, aunque no hay fotógrafo suficiente para captar su belleza. Dolida y pensante, afligida y resignada, pero la siempre guapa María Santísima de la Candelaria sigue los pasos de su hijo, 'El Moreno, con el ritmo que marca la banda de música Enrique Galán de Rota. El sol es testigo y guarda el secreto a un barrio que celebra su día grande el día que La Candelaria hace su camino hacia la Santa Iglesia Catedral.
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