Una Semana Santa 'in albis'

Cofradías

Los hermanos mayores de las cofradías acogen la decisión con cierto temor en el aspecto económico

Las bandas de música podrían crear litigios que acabarían en los tribunales

El Cristo de la Expiración por la zona de la Puerta de Sevilla. / Miguel Ángel González
Manuel Sotelino

14 de marzo 2020 - 21:24

Jerez de la Frontera/A primera hora de la jornada de ayer se daba ya por hecha la suspensión de las procesiones que tienen lugar en los días de Semana Santa en la ciudad. Tras el anuncio de Sevilla de la suspensión de los desfiles procesionales, y una vez conocida la decisión de otras poblaciones como Cádiz, Jerez era cuestión de horas, quizá de minutos, para que se diera por oficial lo que todo el mundo cofrade esperaba con cierta tristeza. La noticia saltaba poco más allá de las dos de la tarde. Un comunicado hecho público a esa hora por el Obispado de Asidonia-Jerez, el Ayuntamiento de la ciudad y el consejo local de la Unión de Hermandades, daba por concluida esta tensa espera por parte de todos los cofrades. Una espera que se ha llevado con cierta resignación pero con sensatez por parte de una gran mayoría de cofrades.

El presidente de la Unión de Hermandades, Dionisio Díaz, lo vaticinaba horas antes a este medio. “Es cuestión de horas. Todos sabemos que tal y como están las cosas, la suspensión tiene y debe de llegar. He solicitado una reunión con la alcaldesa para tomar la decisión final junto con el señor obispo”, subrayaba.

A tenor de los acontecimientos de alerta sanitaria y posterior estado de alarma decretado por el Gobierno de España como consecuencia de la propagación de la epidemia del coronavirus, del comunicado se desprendía finalmente que “de común acuerdo, las autoridades firmantes de este comunicado consideran justificada la suspensión de las procesiones por las vías públicas de Jerez en la Semana Santa de 2020”.

La decisión final se subrayaba que venía como consecuencia de que, tras tener en cuenta las pautas marcadas de las Autoridades Sanitarias y las recomendaciones pastorales de la Conferencia Episcopal así como las orientaciones del prelado, monseñor José Mazuelos Pérez, “asumimos que la celebración de las procesiones tradicionales como expresión de devoción popular en la calle no coadyuvan a los esfuerzos que todos debemos imponernos para contener la propagación del coronavirus”.

La nota finalizaba afirmando que “esta adversidad, sin embargo, desde el punto de vista religioso es a la vez una oportunidad de seguir viviendo la Cuaresma y la Semana Santa con alternativas más creativas y arraigadas para la vida espiritual como pueden ser: la oración, el ayuno y la caridad. Con esta decisión se participa, proactivamente, en las medidas sanitarias aconsejadas para frenar la evolución de la pandemia”. Tras hacerse público el comunicado, habría que apuntar que el Ayuntamiento de la ciudad publicaba en las redes sociales una entrada en la que manifestaba que “en relación al comunicado sobre la suspensión de las procesiones, el Consistorio aclara que expresa su respaldo ala decisión y suscribe los argumentos que lo justifican sin que suponga pronunciamiento sobre cuestiones de carácter confesional”.

Reacciones

Habría que remontarse hasta el año 1932 del pasado siglo cuando tiempos de la República se decide suspender todo tipo de procesiones en los días de la Semana Santa por temor a altercados en las calles de España. Se trata, por tanto, de un referente del que ya apenas nadie guarda recuerdos si no nos atenemos a la constatación de los libros de historia. A pesar de la distancia en el tiempo, era prácticamente un secreto a voces que los desfiles procesionales estaban, cada día que pasaba, más lejos a tenor de los datos que arrojaba la epidemia en España con la constante subida de casos de contagios por el coronavirus. Tanto es así que las mismas cofradía se han ido adelantando a los acontecimientos suspendiendo todo tipo de actividades. Actos piadosos, ensayos, cultos, presentaciones y hasta besamanos. También algunos templos se clausuraban en un gesto de auténtica sensatez. Por tanto, los dirigentes de las hermandades y los mismos cofrades, han tomado todos estos acontecimientos que ciertamente han desbordado a toda a población, con madurez y altura de miras. Un gesto que ha dejado a muchos jerezanos ciertamente sorprendidos por la forma de encajar, con casi total normalidad, el problema existente de la epidemia y asumir las pautas para detener la expansión de la pandemia.

Ante la insistencia de las Autoridades Sanitarias de suprimir cualquier tipo de concentraciones públicas, la celebración de los desfiles procesionales era cuestión de espera. Rafael Jorge Racero, hermano mayor del Santo Crucifijo de la Salud, mantenía un hilo de esperanza y afirmaba a este periódico que “podría ser posible si se encuentra una vacuna y comienza a remitir la epidemia. Hay tiempo por delante para movilizarnos y hacer los trabajos previos de montajes de pasos para sacar las cofradías”. Sin embargo, las circunstancias imperan y a la vez añadía que “lo que verdaderamente me da pena no es que no salgamos este año, sino no tener certeza del tiempo que vamos a necesitar para volver a poner en funcionamiento la hermandad”. Aseguraba tener una gran pena “cuando el pasado viernes cerrábamos la casa de hermandad sin saber cuándo se volvería a abrir de nuevo”.

La del Santo Crucifijo es una cofradía que sale en la Madrugada del Viernes Santo en silencio. Pero la mayoría de las hermandades llevan bandas musicales tras sus pasos. Juan Luis León, hermano mayor del a cofradía del Amor, comentaba ayer que “ en cuanto a la cera se puede suspender el pedido. Y si el material ha llegado, pues se puede usar el año que viene si Dios quiere. Las flores todavía no se han pedido y este año van a tener las empresas que se dedican a la flor una notable crisis con la cancelación de los pedidos. Pero, ¿y las bandas de música? ¿Qué ocurrirá ahora con las bandas que firmaron contratos para la Semana Santa?”, se preguntaba. Las hermandades tienen sus contratos firmados y ahora habrá que ir repasando cada caso ya que una suspensión por decisión de una junta de gobierno está tipificada en los contratos con un cincuenta o setenta por ciento del importe total si se hubiera salido. Pero en este caso nos encontramos en un escenario atípico en el que no es una junta de gobierno la que cancela o suspende la salida. Era una preocupación que ayer tenían muchos hermanos mayores.

En cualquiera de los casos, “todo tendrá solución” aseveraban los mandatarios. A las hermandades les queda un largo camino con problemas que se centrarán fundamentalmente en el aspecto económico. Ciertamente será muy complicado para algunas hermandades llevar adelante la gestión y sus propios presupuestos sin la inyección que significa el reparto de las sillas. Otras, incluso, hasta podrían llegar a litigar con bandas de músicas si la cerrazón impera entre las partes y no se llega a un acuerdo ante hechos de fuerza mayor. Lo cierto es que queda por delante unos meses de mucha contención del gasto. De pocos estrenos y por lo tanto, de una crisis que ya se ve venir en todo el tejido económico que mantienen las hermandades y cofradías.

El asunto de las sillas sigue con polémica

La Unión de Hermandades también daba a conocer a través de un comunicado la gestión que se va a llevar a cabo con el asunto de las sillas de la carrera oficial. En la nota se comunicaba que tras la suspensión de la Semana Santa de Jerez 2020 “queremos comunicar a todos los usuarios de palcos y sillas que han renovado el abono que en cuanto nos sea posible poder convocar a este consejo directivo de la Unión de Hermandades y abordar el tema del pago que se ha realizado por parte de los usuarios y abonados, daremos habida cuenta de las decisiones que se tomen al respecto.

Estas decisiones tendrán que ser consensuada previamente, con el pleno de hermanos mayores para su estudio, valoración y aprobación. Esperando que esta situación anómala, imprevista e inimaginable, sea recibida con paciencia y tranquilidad por todos los usuarios”.

La solución a la sillas puede tomar tres vías. Por un lado, la devolución a los abonados del importe de 2020. Por otro, no hacer frente a la dicha devolución, cuestión que se hace prácticamente imposible al no estar normalizada esta circunstancia en un reglamento interno. La tercera vía puede ser la más sensata y pasa por un adelanto del abono de 2021 que no habría que pagar para todos aquellos que no soliciten la devolución. A todas aquellas personas que solicitaran el reintegro, podrían perder el derecho al lugar ya que se trata de una renovación de abono para ver las procesiones -no tipificadas como espectáculo- en un espacio público que el Ayuntamiento cede para su explotación.

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