Negocios que emanan del cielo
Turismo Sierra
El parapente se convierte en una locomotora que mueve economías como la de Algodonales. Hay tour operadores que ofrecen un paquete completo para los amantes de esta actividad. El Bosque es otro referente de esta práctica.
Los aires de la Sierra se han convertido en un nuevo negocio, que está tirando de la economía de pueblos como Algodonales, que ha hecho de la práctica del parapente su locomotora. Esta actividad deportiva y lúdica atrae cada año a miles de pilotos y aficionados hasta los cielos serranos, en particular a dos puntos claves como son Algodonales y El Bosque. Ello ha comportado el asentamiento de un flujo de tour operadores conectados con varias escuelas deportivas, una nacional y otra extranjera, asentadas en la localidad algodonaleña y la creación de pequeñas empresas de turismo activo, que están consolidando nuevas oportunidades en un segmento turístico de altos vuelos.
En este sentido, Algodonales tiene en el parapente una de sus principales fuentes de ingresos. Cualquier día de cualquier mes del año, si las condiciones meteorológicas son favorables, las pistas de despegue del Mogote, en la Sierra de Líjar, pueden albergar a varios centenares de pilotos, una gran mayoría de ellos extranjeros, esperando turno para saltar en parapente. “Esta práctica ha traído un salto cualitativo y cuantitativo a Algodonales. Es el motor económico del pueblo. Somos referencia a nivel europeo”, sostiene Carlos Santos, el concejal de Turismo del Ayuntamiento algodonaleño, quien expresa la implicación de la institución con esta modalidad, ayudando con recursos propios, por ejemplo, para la instalación de una estación meteorológica para su consulta en web y las instalación de mangas para el viento, entre otros.
¿Y qué tiene este municipio serrano para que se haya convertido en un punto internacional tan demandado por los profesionales y amantes de los vuelos sin motor, sede de varios campeonatos nacionales y mundiales? Clima, clima y clima. Si el viento cambia, hay cuatro vertientes para volar, con lo que se abre el abanico de posibilidades para practicar todos los días del año.
“Es una diferencia muy grande con respecto a otros puntos de vuelos como pueden ser los Alpes o los Pirineos, por ejemplo, que tienen limitación por las condiciones del tiempo. A final de septiembre comienzan a venir pilotos extranjeros, que en sus países no pueden seguir con la práctica por las condiciones meteorológicas adversas que, sin embargo, aquí no tienen. Puede haber más de 100 personas en cualquier despegue”, explica David Pérez Domínguez, piloto y dueño de la empresa 'Parapente Algodonales'. Esta demanda se canaliza a través de negocios asentados en el pueblo, que ofrecen un paquete completo a sus clientes que va desde la recogida en alguno de los aeropuertos más cercanos como Jerez, Sevilla y sobre todo, Málaga hasta el transporte en furgoneta para subir a las pistas de salto, formación y pernoctaciones en los alojamientos rurales con los que cuentan. En Algodonales existe una escuela de vuelo española y otra inglesa, pero además hay otras procedentes de puntos como Francia o Polonia, por poner algunos casos, que no están asentadas aquí, pero incluyen estas pistas serranas en sus circuitos internacionales.
Además, el abanico de posibilidades se abre con la implantación de empresas de turismo activo que dan servicio a gente no experimentada, que se quiere acercar al deporte o la aventura de volar como un pájaro. Una de ellas es 'Parapente Algodonales', donde se puede contratar un vuelo en tándem o biplaza. David Pérez, su dueño, es un piloto local, que en 2015 montó su propio negocio para ofrecer vuelos a personas sin experiencia previa en el parapente. “Es la forma más fácil de acercarse a este deporte. Es la magia de poder hacer un vuelo libre sin motor y sin tener conocimientos previos de esta actividad”, explica este emprendedor, con 23 años de experiencia a sus espaldas, que trabajó en esta actividad en puntos tan alejados de su pueblo natal como Nepal y Nueva Zelanda. “Es una forma de vida. Lo que me impulsa es que la gente se vaya contenta y que descubra esta experiencia ”, añade este piloto, que ha tenido una clienta de hasta 93 años, que ha saltado en tándem con él.
Además de escuelas y firmas de turismo activo, en Algodonales hay un sector, el de la hostelería, que también se está beneficiando de este flujo turístico ya que son muchos los foráneos que disfrutan de la gastronomía local, según fuentes locales.
En el caso de El Bosque, la pista de despegue se encuentra en la Sierra de Albarracín, hasta donde llegan también amantes de este vuelo. En El Bosque no hay asentadas escuelas, pero las de Algodonales o empresas de otros puntos se desplazan aquí para practicar. “Cuando las condiciones no son favorables en otros sitios, vienen aquí, sobre todo, gente que está en aprendizaje”, explica un conocedor del tema. “Estos no pernoctan, pero se pueden beneficiar bares que ofrecen comidas en la jornada. Sí utilizan nuestra red de alojamientos los pilotos que participan en el campeonato de ala delta, que dura 3 ó 4 días y se celebra todos los años en El Bosque. Vienen entre 40 y 50 participantes”, explican las mismas fuentes.
Este sector económico incipiente reclama una mayor promoción de las instituciones superiores para que se reconozca el valor de la Sierra en el ranking de los mejores destinos para estos vuelos. “Mucha gente se va afuera a hacer actividades porque se le ha contado que el sitio es el mejor y no valoramos estos enclaves. Podemos tener lo mejor del mundo, pero si se desconoce no se valora. La gente de aquí no sabe que tenemos un lingote de oro, por ejemplo, en Algodonales. A lo mejor se necesita mayor promoción”, añade.
Hace unos días, hubo un accidente mortal en Algodonales, tras un choque entre dos parapentistas. Integrantes de esta modalidad quieren recalcar que se trata de una actividad segura. “No es real si se piensa que aquí hay más accidentes que en otros sitios. Puede haber hasta 200 salidas de vuelos en una jornada con buenas condiciones climáticas y que haya alguna imprudencia o la mala fortuna nos la juegue puesto que, por lo general, los equipos con los que se cuenta son resistentes y con certificaciones de mucha calidad”, insiste una persona vinculada al sector.
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