EEUU evita calificar abiertamente como acto terrorista la masacre de Fort Hood
Algunos medios denuncian que la actitud de "corrección política" en Estados Unidos impide llamar al ataque por su nombre.
Washington/Tres días después de la peor masacre en el seno de las Fuerzas Armadas estadounidenses la frase más citada fue la advertencia que hizo el presidente Barack Obama de no sacar "conclusiones precipitadas antes de que conozcamos todos los hechos".
La revista de izquierdas The Nation advirtió a su vez de la "previsible islamofobia" que podría desencadenar el trágico incidente. Sin embargo, también existen motivos para no considerar el baño de sangre en Fort Hood sólo como un ataque de locura homicida de una persona con trastornos psicológicos que temía ser trasladada a Afganistán. "Demasiado miedo como para reconocer que fue terrorismo", comentó el diario conservador Washington Times, y denunció que la actitud de "corrección política" en Estados Unidos impide llamar al ataque por su nombre.
Realmente el baño de sangre en la mayor base militar norteamericana del mundo lleva el sello de un atentado terrorista, aunque no haya sido un ataque de extremistas islámicos, ni lo haya cometido un atacante "durmiente", es decir un terrorista que espera la orden exterior para atentar. Muchos indicios apuntan a que se trata de un ataque surgido del centro de la sociedad, en este caso incluso del centro del Ejército.
El ataque de Fort Hood evidentemente no fue una pérdida de nervios espontánea, sino que estuvo preparado de antemano. El psiquiatra militar, el comandante Nidal Malik Hasan, tuvo que haber introducido furtivamente las armas en las instalaciones médicas. Sus bienes los había regalado antes de la masacre, incluso su copia del Corán. Además, actuó visiblemente movido por un odio acumulado contra Estados Unidos.
El primo del autor de la matanza Nader Hasan le calificó en una entrevista televisiva de "buen americano", que a lo largo del tiempo se ha vuelto cada vez más irascible con las guerras en Iraq y Afganistán. Pero el psiquiatra por lo visto defendía desde hacía ya algún tiempo preceptos islamistas y rechazaba por principio a Estados Unidos y sus valores.
Elogió en comentarios en internet a atacantes suicidas islamistas y consideraba la lucha de Estados Unidos contra el terrorismo una "guerra contra el islam", según informaron medios estadounidenses. Hasan se oponía totalmente a las guerras en Iraq y Afganistán y se sentía víctima de la discriminación antiislámica en Estados Unidos. Hijo de padres palestinos, había ingresado en las Fuerzas Armadas, que le proporcionaron la formación como psiquiatra.
Su labor era ayudar a soldados norteamericanos a estabilizarse psicológicamente. En su lugar, provocó un baño de sangre entre los miembros desarmados del Ejército al grito de "¡Alá es grande!" "Si el comandante Nidal Malik no es un terrorista, entonces nadie lo es", comentó el Washington Times.
En Estados Unidos la lucha contra esa forma de terrorismo individual sería especialmente difícil debido a las leyes liberales y el alto valor que se le otorga a la libertad de expresión. Porque a diferencia de otros países, en Estados Unidos los mensajes de odio en internet no pueden ser perseguidos por la oficina federal de investigación estadounidense FBI. Por eso personas como Hasan o James W. von Brunn, que recientemente asesinó a un hombre en el museo del Holocausto en Washington, pueden difundir sus doctrinas impune y libremente.
Aun así, los responsables en el Pentágono y en Fort Hood deberían preguntarse si no podrían haber visto antes señales de alarma en Hasan, escribió el Washington Post. La matanza de Fort Hood también entraña un significado político. Podría ser una primera señal de un amargo despertar de la "nueva América" de Barack Obama. Porque con el relevo de George W. Bush en la Casa Blanca el conflicto con el islamismo dista mucho de haber desaparecido. Todos lo tenían claro de una forma abstracta, aunque la masacre en Texas es una prueba tangible de ello.
Si Obama atiende el deseo del Ejército y refuerza masivamente las tropas en Afganistán, será considerado por el mundo islámico, al igual que Bush, como un presidente bélico pese a haber recibido el premio Nobel de la Paz. "El baño de sangre entre los soldados de Fort Hood afecta a un país, que a diferencia de Europa, aún no ha degradado a sus inmigrantes árabes a una clase pobre e inferior y que hasta ahora no había sido atacado por los hijos terroristas del islam americano", comentó el diario italiano Corriere della Sera.
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