El Papa condena el aborto y omite los escándalos de pederastia

Benedicto XVI manifiesta la importancia para los cristianos de oponerse a "una injusticia elevada al rango de derecho, el asesinato de niños inocentes que aún no han nacido".

El Papa reclama una "profunda conversión espiritual y moral para salir de la crisis"
El Papa reclama una "profunda conversión espiritual y moral para salir de la crisis"
Efe

01 de abril 2010 - 14:31

El Papa abrió el Triduo Pascual con la Misa Crismal, en cuya homilía dijo que los cristianos deben cumplir con el derecho, pero que no deben aceptar las injusticias "aunque sean consideradas como derecho, por ejemplo, cuando se trata del asesinato de niños inocentes aún no nacidos".

La Misa Crismal marca el comienzo del Triduo Pascual, centro y culmen del Año Litúrgico, y se celebra el Jueves Santo, día en que se conmemora la institución de los sacramentos de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal por Jesucristo durante la Ultima Cena, según la tradición cristiana. Así, durante el rito, celebrado a primeras horas de la mañana en la basílica de San Pedro del Vaticano, al que asistieron más 10.000 personas, los sacerdotes renovaron sus promesas (pobreza, castidad y obediencia) y el papa Benedicto XVI destacó en su homilía lo que significa ser cura y sus obligaciones. "Los sacerdotes estamos llamados a oponernos a la violencia", afirmó el Pontífice, que no hizo referencia a los escándalos de curas pederastas, que ya ha condenado con dureza en numerosas ocasiones en estas semanas.

El Obispo de Roma, de casi 83 años, señaló que los cristianos tienen que ser personas de paz, que reconocen y viven el misterio de la cruz como misterio de reconciliación, ya que Cristo -afirmó- no triunfa por medio de la espada, sino por medio de la cruz, "vence superando el odio, con la fuerza de su amor". Tras subrayar que la cruz de Cristo expresa su 'no' a la violencia, Benedicto XVI dijo que los cristianos están llamados a oponerse a la violencia y como buenos ciudadanos tienen que respetar el derecho y hacer "lo que es justo y bueno".

Según el Papa, "consiste en rechazar lo que en los ordenamientos jurídicos vigentes no es derecho, sino injusticia". "También hoy es importante que los cristianos cumplan el derecho, que es el fundamento de la paz. También hoy es importante para los cristianos no aceptar una injusticia, aunque sea considerada como derecho. Por ejemplo, cuando se trata del asesinato de niños inocentes aún no nacidos", manifestó el Papa Ratzinger.

Durante la misa, Benedicto XVI bendijo el Óleo de los catecúmenos, el de los enfermos y el Crisma (aceite y bálsamos mezclados), que le fueron presentados en tres grandes jarras de plata. Estos óleos son bendecidos el Jueves Santo por los obispos y se utilizan para ungir a los que se bautizan, a los que se confirman y para la ordenación sacerdotal. El rito se celebra en todas las catedrales del mundo.

Refiriéndose al aceite consagrado, el Papa dijo que en la antigua iglesia era símbolo de júbilo, tras lo que añadió que el júbilo es diferente de la diversión o de la alegría exterior que la sociedad moderna anhela. "La diversión, en su justa medida, es buena y agradable. Es bueno poder reír, pero la diversión no lo es todo. Es sólo una pequeña parte de nuestra vida y cuando quiere ser el todo se convierte en una máscara tras la que se esconde la desesperación o, al menos, la duda de que la vida sea auténticamente buena, o de si tal vez no habría sido mejor no haber existido", afirmó. Benedicto XVI abogó por un mundo que necesita urgentemente el gozo que nace de la verdad.

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