Polémica en Portugal por la guerra química contra el camalote
Especies invasoras
El control de esta especie invasora, tan habitual en aguas extremeñas, genera una fuerte controversia en el país luso por la arriesgada propuesta de utilizar químicos en el agua para eliminar la planta
El control del camalote o jacinto de agua (Eichornia crassipes), en el que España ha invertido 35 millones de euros desde el año 2005 y que moviliza igualmente importantes recursos económicos y humanos en Portugal, ha reavivado en el país vecino el debate sobre la conveniencia de usar productos químicos.
De momento, no existe herbicida registrado o autorizado para su uso en el medio acuático, recuerda la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), y el producto natural patentado por la Universidad de Extremadura "no es apto" para el camalote, al que tan solo debilita y deja flotando, lo que obliga igualmente a su retirada.
Tampoco en Portugal está permitido el uso de químicos en el agua, ha recordado a EFEverde Filipe Banha, investigador de la Universidad de Évora, y aunque esta posibilidad "puede ser estudiada en una zona donde no hay fauna acuática, la corriente puede arrastrar el glifosato y generar un impacto aguas abajo".
Sin embargo, "esta invasión se puede controlar", ha subrayado, y en esta zona en particular la lluvia podría arrastrar mucha biomasa, "aunque serían necesarias campañas periódicas de recogida manual en las márgenes del río".
Representantes de sectores económicos que dependen de las riberas o los cursos fluviales en Portugal hablan de pérdidas millonarias en zonas donde la densidad del camalote impide la navegación o la pesca y dificulta su retirada con medios mecánicos.
Para estos profesionales no se puede esperar a que llueva y aumente el caudal del río, "hay que ser proactivos" y lograr un consenso científico sobre la conveniencia de usar productos químicos.
El río Raia discurre por el término de Mora, en el Alentejo portugués, destino estrella para la pesca deportiva y los deportes acuáticos y cuyas bellas playas fluviales son un recurso turístico clave para la economía de la región.
Su alcalde, Luís Simâo, se enfrenta a "un problema de gran magnitud" por la invasión por camalote a unos metros del municipio, que poco a poco va remontando el río.
"Necesitamos que una entidad científica nos asesore sobre cómo combatir esta planta, que ya no se puede retirar con máquinas y está más que probado que hay herbicidas en el mercado que pueden matarla, aunque desde el punto de vista ambiental, unos son más recomendables que otros", ha subrayado.
Luis Lucas regenta la empresa de actividades acuáticas Azenhas da Seda, que ofrece descenso de rápidos por el Raia y que se ha visto obligada a cambiar su programación por culpa del camalote; "algunas de nuestras actividades terminaban aquí, en la presa de Furadouro, y ahora tenemos que trabajar más arriba".
La Eichhornia crassipes es originaria de América del Sur y, aunque en 1987 se detectó por primera vez en la Península Ibérica, hasta el año 2011 no fue incluida en el catálogo español de especies exóticas invasoras, lo que facilitó su comercio y transporte sin restricciones.
Según la CHG, la planta fue muy utilizada como especie ornamental en acuicultura y jardinería, por lo que lo más probable es que haya sido depositada en el río por algún particular, aunque sus semillas también pudieron haberse mezclado con semillas de arroz importadas.
El jacinto de agua integra desde 2016 la lista europea de especies exóticas invasoras, cuya introducción, reproducción, cultivo, transporte, compra, venta, tenencia o suelta intencionada o por negligencia están expresamente prohibidos.
Es "una gran competidora, ninguna otra planta acuática sobrevive en estas condiciones de falta de luz", ha señalado Filipe Banha, y la ausencia de oxígeno desplaza a la fauna nativa en favor de alguna especie invasora que, por su gran capacidad de supervivencia, logre prosperar en estas condiciones.
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