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Algo más que comida

La Comisión Europea revaluará de aquí a 2020 los aditivos alimentarios utilizados actualmente. La idea es blindar su seguridad sobre la salud.

Los aditivos pueden utilizarse para evitar el deterioro, aumentar el sabor, dar colores vistosos o una apariencia homogénea.
Ramiro Navarro

12 de julio 2014 - 01:00

Los aditivos alimentarios son sustancias. No son alimentos aunque su incoporación en los procesos de producción de la industria alimentaria los ha hechpo habituales en cualquier producto, y ha permitido aumentar determinadas condiciones de los alimentos como su frescura, sabor o aspecto . Estos productos, por si mismos, no se consumen como alimentos, sino que se añaden por un propósito. Los antioxidantes, por ejemplo, se utilizan para conservar mejor su aspecto y evitar que el alimento se oxide, es decir que la grasa reaccione con el oxígeno y cause cambios de color o ranciedad). Los colorantes para mejorar, restaurar o agregar color). Los emulsionantes, estabilizantes y agentes gelificantes se usan para ayudar a mezclar los ingredientes y que tenga un aspecto homogeneo. Los conservantes previenen el deterioro microbiano. Los aditivos alimentarios autorizados reciben un número E. Estos números se utilizan para simplificar el etiquetado de las sustancias, que a menudo tienen nombres químicos complejos.

Según publica el portal del Consejo Europeo de Seguridad Alimentaria (Eufic), la Comisión ha pedido a la EFSA revaluar sistemáticamente todos los aditivos cuyo uso fue autorizado antes del 20 de enero de 2009. Muchas de las evaluaciones originales se realizaron hace décadas, por lo que se considera apropiado volver a examinar cada aditivo a la luz de la información científica más reciente. La Comisión aprovechará esta oportunidad para determinar si es necesario revisar las condiciones de uso actuales de cada aditivo alimentario como, por ejemplo, modificar su ingesta diaria.

Dado que los colorantes alimentarios fueron los primeros en ser autorizados, estos han recibido la máxima prioridad de revaluación. Por ejemplo, en 2007 se suspendió el uso del color rojo 2G (E128) tras nuevas pruebas científicas que demostraron que su uso podría no ser seguro. Concretamente el motivo se encontraba en la aparición de casos de trastorno de conducta e hiperactividad infantil asociados a su consumo indirecto en alimentos que poseían este colorante.4 Debido a su capacidad de liberar histamina intensifica algunos de los síntomas del asma.

A continuación en la lista de prioridades se encuentran los conservantes y los antioxidantes (que se revaluarán a finales de 2015), seguidos de los emulsionantes, los estabilizantes y los agentes gelificantes (que se revaluarán a finales de 2016). Todos los demás aditivos alimentarios se revaluarán a finales de 2020.

La legislación de la UE sobre aditivos alimentarios se basa en el principio de que solo se pueden utilizar aquellos que han aprobado una evaluación completa de seguridad. A pesar de esto, una reciente encuesta del Eurobarómetro ha reflejado que el 66% de los consumidores europeos se sentían preocupados por la presencia de aditivos en los alimentos. Además, se conocen poco las razones por las que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria está revaluando los aditivos alimentarios actualmente en uso.

En la Unión Europea, tres directivas establecen la lista de aditivos que pueden utilizarse, los alimentos en los que pueden ser utilizados y los niveles máximos. Los aditivos aprobados como seguros para su uso en los alimentos tienen un número E (E de Europa), que es también una forma simple y cómoda para etiquetar los aditivos permitidos en todo el rango de lenguajes de la Unión Europea.

De conformidad con la legislación de la UE, todos los aditivos alimentarios deben ser autorizados antes de poder utilizarse en los alimentos. Un aditivo alimentario solo puede ser autorizado si, basándose en las pruebas científicas disponibles, no conlleva riesgos para la salud de los consumidores al nivel de uso previsto. Asimismo, debe existir una necesidad tecnológica para el aditivo que no puede satisfacerse con otros medios. Con el fin de autorizar un nuevo aditivo, el solicitante debe realizar una solicitud formal a la Comisión Europea. A continuación se presentaría una solicitud detallada a la EFSA para su evaluación.

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