Juan José Asenjo: "Hace falta un Papa jovial, cercano y joven para que dure mucho"
El emérito de Sevilla y ex secretario general de la Conferencia Episcopal Española lo tiene claro: "El nuevo Papa no se puede quedar en el Vaticano escribiendo encíclicas"

Opina desde su retiro sereno en su ciudad natal, donde está feliz, es atendido y cuida mucho de su salud. Mantiene el contacto telefónico con sus allegados de Andalucía, donde ejerció en dos grandes destinos. Juan José Asenjo (Sigüenza, 1945) ha estado muchos años en primera línea de la Iglesia Española. Ejerció de secretario general de la Conferencia Episcopal durante un lustro. Fue condecorado por el Gobierno de España por su éxito como coordinador nacional del último viaje apostólico de Juan Pablo II a España, acontecido en marzo de 2003. Ha sido obispo auxiliar de Toledo, obispo de Córdoba y arzobispo de Sevilla. Cumplirá 80 años el próximo octubre. Ha cumplido recientemente los 28 años de su ordenación episcopal. Nuevamente es testigo de un cambio en la Santa Sede. La noche que fue elegido Francisco reconoció la sorpresa que supuso la designación del cardenal argentino or el Colegio de Cardenales.
Monseñor Asenjo se fue de Andalucía tras la Semana Santa de 2023. Desde entonces no ha vuelto ni siquiera con motivo de la inauguración de la calle con la que la ciudad de Sevilla le honró justo donde se encuentra el Seminario Metropolitano inaugurado por los Reyes de España en septiembre de 1999. Asenjo es un ejemplo de discreción y templanza. Recibe con frecuencia las visitas y el cariño del arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz, que siempre aprovecha para compartir unas horas de convivencia con el prelado emérito cada vez que tiene que salir de Sevilla y viajar hacia el Norte. En estos días es interesante e imprescindible el testimonio de Asenjo sobre el nuevo período que se abre en la Iglesia Católica y el balance del pontificado de Francisco, que se irá perfilando con la perspectiva del tiempo: “El de Francisco ha sido un pontificado poliédrico y polivalente. Ha tenido muchas caras y muchos aspectos favorables. Los medios más laicos destacan la dimensión social, de proximidad a los pobres, los presos, los migrantes, los que no cuentan para la sociedad, los descartados... Pero ha habido otras caras, otras virtudes. Francisco ha trabajado mucho en los sacramentos, en la necesidad de que todos tengamos horas de intimidad con el Señor, en que salgamos de las parroquias para encontrarnos con el pueblo de Dios. Ha trabajado mucho con el significado de una Iglesia en salida que tenga en cuenta las necesidades existenciales de la gente, que salga a las encrucijadas de los caminos, que salga a las azoteas y a las plazas a mostrar a Cristo como única esperanza del mundo. Esta sería una visión completa y equilibrada del pontificado de Francisco”.
Monseñor Asenjo insiste en la necesidad de dejar claro que la visión del papa Francisco que reduce sus logros al plano social es parcial. Y explica la razón sin por ello quitarle importancia: “La dimensión social de la Iglesia no es nueva. Viene de los Evangelios y continua con fuerza en la aportación de los Santos Padres de la Iglesia. Nos dejaron frases al respecto que son perfectamente asumibles hoy. Cristaliza después en la Doctrina Social de la Iglesia, en la Rerum Novarum del papa León XIII con motivo de la Revolución Industrial”.
No oculta el arzobispo emérito de Sevilla cierto pesar por no haber contado con la presencia del Papa en España: “Nos hubiera gustado a ti, a mí y a muchísimas personas que hubiera venido a nuestro país, pero su criterio siempre ha sido respetable. No ha ido tampoco a Francia, ni a Alemania ni a Inglaterra. ¡Ha sido una pena!”.
¿Qué perfil de Papa necesita la Iglesia en 2025? “A partir del lunes, cuando haya pasado el funeral, hay que diseñar qué Papa se requiere, hay que trabajar el retrato robot del nuevo Papa. ¿Qué Pontífice necesitamos? Debemos invocar al Espíritu Santo, que ilumine la mente y los carismas, que sepan escucharlo. El nuevo Papa debe ser un hombre de Dios, de una recia vida interior, de profunda vida de oración, sensible a las urgencias de la gente que sufre, de los dolores de los hombres y mujeres. Que no se quede en el Vaticano escribiendo encíclicas, Que salga a la calle para acompañar a sus hermanos, a confirmarlos en la fe. Que sea jovial, cercano, joven para que dure, con ilusión”.
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