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Las patologías crónicas se sitúan como prioridad para los sistemas sanitarios

sanidad

Muchos factores ambientales, laborales o sociales que intervienen en la aparición de las enfermedades crónicas más frecuentes orientarán las futuras estrategias en salud pública.

Los laboratorios de microbiología son un elemento clave de las redes de vigilancia.
Ramiro Navarro

05 de marzo 2016 - 01:00

La vigilancia epidemiológica es una cuestión compleja, poliédrica y que afecta a multitud de aspectos tanto de la vida cotidiana como de la institucional. Todas los profesionales e instituciones implicadas en la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica están orientados al seguimiento y la evaluación de estrategias dirigidas a prevenir, controlar o eliminar las enfermedades transmisibles incluidas en la lista de enfermedades de declaración obligatoria. Esta tarea ha contribuido al control e incluso a la eliminación de enfermedades como la brucelosis, el sarampión y la poliomielitis, mediante intervenciones esencialmente sanitarias, como en el caso de las enfermedades prevenibles con vacunas, o intersectoriales como en las que pueden proceder del consumo o el contacto con animales. Por tanto, se asocia la vigilancia epidemiológica con el zika, el ébola, el sarampión o la gripe aviar. Ahora una artículo especial publicado en Gaceta Sanitaria plantea reorientar las actividades de esa vigilancia a las patologías que realmente cargarán las espaldas de los sistemas sanitarios en las próximas décadas; ya que las enfermedades crónicas constituyen nuevas epidemias para las sociedades desarrolladas.

En este artículo, en el que han intervenido profesionales de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, de la Generalitat de Cataluña y de la Comunidad Valenciana, se explica cómo en la incidencia de las enfermedades crónicas más frecuentes (cardiovasculares, cáncer, diabetes y mentales) intervienen factores ambientales, laborales y sociales, hábitos y estilos de vida, y agentes infecciosos, entre otros. El sedentarismo, la actividad física, el consumo de tabaco, el consumo de alcohol, el bajo consumo de frutas y verduras, y la obesidad, se asocian con un mayor riesgo y más carga de estas enfermedades.

"Dichos factores están, además, estrechamente relacionados con determinantes sociales de la salud. Aparte de preceder a la enfermedad, con distintos periodos de latencia, también presentan, como las enfermedades con las cuales se asocian, un comportamiento epidémico que demanda actuaciones de salud pública", afirman los autores.

Los planes de salud de cada comunidad autónoma, o la Ley General de Salud Pública han ido esbozando vincula el desarrollo de la vigilancia de la salud con estas estrategias. Con sus peculiaridades, igual que para las enfermedades transmisibles, un sistema de vigilancia útil para las estrategias de salud debe permitir, mediante un conjunto de indicadores seleccionados, monitorizar cambios en el comportamiento de las enfermedades y de sus principales determinantes.

De esta forma, "será posible orientar las acciones desde los diferentes sectores implicados (algunos de ellos fuera del sistema sanitario) y realizar su posterior evaluación", explican.

Las estrategias de salud para las enfermedades crónicas necesitan, por tanto, disponer de información epidemiológica sistemática y periódica para facilitar la planificación eficiente de recursos, una oferta de servicios sociosanitarios mejor adaptados a las necesidades y evaluar su impacto en la comunidad a partir de los cambios observados en indicadores poblacionales de estilos de vida, incidencia, mortalidad prematura, discapacidad, dependencia o calidad de vida.

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