Córdoba, productos vinculados al territorio y a sus gentes

Hay infinitas maneras de conocer y adentrarse en lo que ofrece la provincia de Córdoba. Se puede visitar su patrimonio arquitectónico y sus yacimientos arqueológicos, fruto del paso de las civilizaciones que escogieran su tierra para asentarse; se puede optar por su riqueza paisajística y natural, con sus dehesas, su campiña y sus sierras escarpadas, idóneas para la práctica deportiva; y, cómo no, se puede realizar un recorrido turístico de norte a sur y de este a oeste basado en sus productos agroalimentarios, tomando como hilo conductor los sabores y los aromas de los platos típicos de cada comarca. La gastronomía, reflejo del paso de las culturas árabe, judía y cristiana, puede ser también el leitmotiv de una visita turística a Córdoba y su provincia.

El recorrido propuesto es el resultado de la recopilación de lo mejor de cada zona, de la suma de productos de excelencia que están amparados, en muchos casos, en denominaciones de origen protegidas (DOPs). Los sabores de Córdoba, cuya calidad es de sobra conocida y reconocida por los paladares más exigentes, han encontrado en estas denominaciones un marco sobre el que trabajar, respetando la tradición vinculada a los procesos de elaboración e incorporando la innovación y la vanguardia exigible a una industria agroalimentaria que está exportando sus productos desde hace años a todo el mundo y que ha ganado algunos de los premios gastronómicos más prestigiosos.

Pocos territorios cuentan con siete denominaciones de origen protegidas, cuatro de ellas de aceites de oliva virgen extra, la de los vinos y vinagres del marco Montilla-Moriles y la de los ibéricos de Los Pedroches, productos únicos que sirven de base a una gastronomía rica en matices y que han dado lugar a múltiples propuestas turísticas. Visitas a almazaras de aceite que incluyen catas dirigidas por expertos, rutas por lagares y bodegas con degustación de las variedades de vino que ofrece la DOP Montilla-Moriles (finos, amontillados, olorosos y los vinos dulces hechos con la uva Pedro Ximénez), visitas a las destilerías de anís y las fábricas de mantecados y dulces de Rute o rutas para adentrarse en las dehesas donde se crían los cerdos ibéricos son sólo algunas propuestas.

¿Cómo iniciar este viaje lleno de sabores? Por ejemplo, con una aproximación a la Ruta del Vino y Vinagre de Montilla-Moriles, una denominación que da cobijo a caldos generosos, sobre todo, los de crianza ecológica, que constituyen un mundo aparte dentro del universo de la enología. Pasear por el patrimonio artístico, arquitectónico y etnográfico de Aguilar de la Frontera, Fernán Núñez, La Rambla, Lucena, Montemayor, Montilla, Moriles o Puente Genil es oler a los caldos de la zona, elaborados con uva blanca y sometidos a crianza bajo velo de flor por el sistema de criaderas y soleras.

A continuación, las tierras donde nace uno de los mejores aceites de oliva virgen extra del mundo. Las Rutas del Aceite transitan por las comarcas que presumen de tener la garantía de calidad de las denominaciones de origen; es el caso de Baena, Priego de Córdoba, Montoro-Adamuz y Lucena. Desde tiempo inmemorial, en estos territorios se han cultivado olivos de cuyos frutos se han extraído los mejores aceites. Hoy las aceitunas se recogen como hacían sus antepasados, directamente del árbol en el momento más óptimo de maduración,y se molturan en frío para obtener aceite virgen de la máxima calidad.

Más al norte, en Los Pedroches y el Valle del Guadiato, se encuentran las dehesas de encinas, alcornocales y quejigos más importantes de Europa, el entorno perfecto para la Ruta del Ibérico, basada en productos procedentes del cerdo de una excelente calidad. El recorrido por el entorno natural donde se cría el cerdo ibérico, la dehesa más densa de toda Europa, se puede completar con una visita al Centro de Interpretación de la Dehesa o al rico patrimonio cultural de pueblos como Villanueva de Córdoba, Dos Torres, Hinojosa del Duque o Belmez. Un entorno donde las propuestas deportivas y de aventura se suman a las anteriores, convirtiendo a este territorio en destino turístico de interior de enormes potencialidades.

En este viaje tan especial no faltan los sabores y colores de otros productos típicos de la provincia cordobesa, materias primas como el ajo y el melón, cultivados en Montalbán; la naranja y otros productos cultivados en las huertas del valle del Guadalquivir; o el queso artesanal que se produce en Zuheros, localidad enclavada en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas y declarada Bien de Interés Cultural en su categoría de Conjunto Histórico-Artístico.

A esto se suma el garbanzo lechoso, que tiene su propia ruta en Fernán Núñez; la miel que se produce en las Sierras de Montoro y Hornachuelos y el membrillo de Puente Genil. Y para terminar este excelente recorrido por los sabores de la tierra, qué mejor manera de hacerlo que con el toque dulce del anís y de los mantecados que se fabrican en Rute, localidad de la Subbética cordobesa que se ha convertido en todo un reclamo turístico durante la época navideña por su Museo del Anís, su Museo del Azúcar, el Museo Artesanal del Turrón, Mantecado y Mazapán o por su tradicional belén de chocolate, el más grande de España con sus 56 metros cuadrados y sus más de 1.450 kilogramos de chocolate para su elaboración.

En definitiva, todo un amalgama de sabores y olores que, sumados a un importante número de propuestas y productos turísticos, han convertido a la provincia de Córdoba en un referente dentro del turismo de interior, ajustándose a la perfección a las exigencias del visitante que huye de las aglomeraciones y del turismo de masas.