Elecciones en TV: La aritmética vence al espectáculo
Especial electorales
Las cadenas públicas mostraron su mejor cara de esfuerzo y credibilidad y en las privadas primó la expectativa y la prudencia en los contertulios
No fue la noche de Mis terrores favoritos, en homenaje a Chicho Ibáñez Serrador. Pongan mejor que fue la noche del suspiro, porque lo de Vox no fue el tsunami que algunos barruntaban, con la desconcertante debacle popular y Pedro Sánchez llevando el destino a su terreno.
Fue una jornada electoral donde la televisión generalista en España brindó su cara de mayor credibilidad, la de la naturalidad cuando todos hemos madurado, a fuerza de vivir y pelear, y tal vez no nos hemos dado cuenta de lo que podemos ser realmente.
La tensión, la expectativa, la incertidumbre en definitiva, obligaron a nuestras cadenas por ponerse firmes y resueltas. Una noche apasionante, con más brío periodístico que efectismo mediático. El recuento fue puramente aritmético y los especiales optaron más por el número, el porcentaje y el análisis, frente a la bronca o el puro espectáculo. Era una noche de cifras, letras y colores, ante la sensacional participación que reflejaba la preocupación. Ya llegarán otros días para los titulares gruesos.
Claves
TVE, no tiene más remedio (en su peor momento de audiencia), sacó músculo. Cambió Torrespaña por el Estudio 1 de Prado del Rey, utilizando el set de los pasados debates en la pública. Ana Blanco, con aspecto de cansancio, y Carlos Franganillo manejaron un amplio espacio para hacer llamativa la tertulia (qué pesado Pedro J) y explicar con las barras de realidad aumentada.
A Ferreras le apasiona la música dramática para subrayar las palabras de Al rojo vivo y bracea a gusto entre palabras de escrutinios y futuribles, con José Antonio Zarzalejos como la voz más observadora y un José Miguel Contreras a rebufo. Por supuesto que en La Sexta es donde se ha vivido con más volumen la noche electoral de eso de Haz que pase. “Para esto ha servido Vox”, lanzaba el reportero en la sede popular en palabras de un dirigente consternado. Después la desolación de Génova llegaba a dar hasta grima. Acertaron con Ana Pastor en la sede socialista.
Si hay que hablar de veteranos, los de Antena 3. La especialidad de Vicente Vallés es la didáctica y la de Matías Prats, la narración. Sandra Golpe conducía la tertulia de venerables, algunos tan chinches como Celia Villalobos y Sánchez Dragó, que incluso estuvieron hasta aceptablemente comedidos, ante dos nombres más serenos como Cándido Méndez y Fernando Ónega.
Mediaset, con Telecinco y Cuatro de la mano (aquí lo que interesa es compartir Supervivientes), creó un interesante especial, distante al tono medio de estas cadenas, con ese acento de tan de Carrá del inefable Euprepio. El espíritu incisivo aquí llegaba con Javier Ruiz, con el que echamos de menos Las mañanas de Cuatro, y un Pedro Piqueras dejando hacer, con Sonsoles Ónega y Carme Chaparro sueltas desde sus espacios diarios y con un video wall bien claro.
Y Canal Sur, el de las sevillanas que mordían las conexiones de las tardes, mostró todo su potencial entre conexiones y reporteros tras una mañana mariana. Valioso trabajo el de de la cadena autonómica en esta jornada, su redacción señaló su capacidad, aunque con ese tono de la costumbre cuando se pasa al plató con la tertulia habitual. Mabel Mata y Rafael Fernández compensaron las evidentes caras de disgusto de diciembre.
Era una noche de prudencia. Y de cierto alivio. Se notó en la tele.
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